PRÓLOGO

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Londres, 1872.

Un puñetazo en el rostro, una patada directo al estómago y luego una tabla impacta en sus costillas del lado derecho.

No entendía que estaba ocurriendo y estaba aterrada. Había salido corriendo llorando desconsolada al verlo con otra mujer cuando tres hombres la raptaron. Estaba tan asustada que ni siquiera gritó, solo se quedó paralizada. No sabía si quiera cuánto tiempo llevaban golpeándola, pero ya no podía sentir dolor.

Comenzaba a desvanecerse. Su rostro era irreconocible, terriblemente hinchado y sangrante.

Ni siquiera pensaba en su corazón roto o en lo preocupado que estarían sus padres al no saber de ella. En lo único que pensaba era en su pequeño hijo.

¿Le habrían hecho daño?.

Otro golpe fue directo a su costado. Gimió al sentir el profundo dolor y un hilo de sangre cayó por su boca.

Sintió como la alzaban y la sacaban de aquel oscuro cuarto en donde la habían metido. Escuchó gritos y aplausos animados. La vista se le dificultaba un poco pero aún podía ver a su alrededor como había hombres gritando eufóricos con un trago de alcohol en una mano y dinero en la otra.

—¡Hagan sus apuestas!— otro gritó eufórico se dio a colisión.

Alzó la mirada hacia el frente y vio una botella de vidrio puesta sobre una mesa, recostada con el pico apuntando hacía ella y detrás a una jovencita que al parecer tenía su misma edad o era un poco mayor. No lo sabía, lo que si sabía es que estaba igual de asustada que ella.

Su campo de visión fue interrumpido por uno de los hombres que la había raptado. Era atemorizante, con una sonrisa sádica en su rostro y robusto, muy grande como para que ella pudiese  enfrentarlo. Se encogió de hombros.

—Por favor déjeme ir, mí padre es el vice ministro, le pagará lo que sea— suplicó temiendo por su vida.
El hombre tomó su mano ensangrentada y colocó un arma en ella.

—Te dejaré ir, si logras que la bala entre en esa botella sin que la rompa en pedazos.

—Eso es imposible— musitó temblorosa—. Además yo nunca he disparado yo—

—¡ENTONCES MUERETE AQUÍ!— le dio una bofetada que la tumbó al piso y la hizo llorar.

—Por favor…tenga misericordia— llevó las manos a los pies del hombre y le rogó.

Su cuerpo se tensó al sentir el seguro de un arma quitarse. Alzó la mirada. Quedó paralizada al ver qué el hombre le apuntaba.

—Dispara o muere.

Agnes se levantó temblorosa. El hombre dejó de apuntarle y le tendió el arma. Tragó grueso. Era obvio que no acercaría aquel disparo. Ellos lo sabían, por eso lo disfrutaban. Apuntó temblorosa hacía la botella. La chica aún seguía detrás de ella. No podía hacerlo, si fallaba tal vez le diera a la chica.

—No puedo hacerlo.

—Si no lo haces tú, ella lo hará y te matará.

—Pues que lo haga ella. Yo no puedo hacerlo— dijo tomando valentía. Error, sintió una patada en las piernas que volvió a derrumbarla.

—¡Dispara, maldita sea!— al ver qué ella no estaba dispuesto a hacerlo, se agachó y le susurró—:¿No quieres volver a ver a tu hijo?.

AGNES(SERIE:FEMME FATALE #2)Where stories live. Discover now