CAPÍTULO XVI

1.2K 176 14
                                    

(Foto de mi bebé más malcriado. Duncan)

2/4

●●●▪︎

Los niños corrieron escapando de ella. Agnes se levantó sonriente y tratando de ocultar su emoción, fue tras ellos.

Pensó que los marqueses estarían en la sala esperando su llegada pero contrario a eso, no había nadie más que la niñera y los dos niños. Frunció el ceño.

—Señorita Allen— la marquesa se hallaba en el umbral del pasillo—. Mi esposo quiere hablar con usted. Niños, suban a sus habitaciones.

—Pero madre—

—¡A sus habitaciones, de inmediato!.

La nana los tomo a ambos de las manos y le susurró dulcemente que la acompañaran arriba. Agnes empezaba a comprender lo que pasaba. Escuchó el traqueteo del carruaje y empuñó sus manos.

Nadie recibiría a Jeremiah. Después de estar casi un año lejos de su familia entraría a la casa y la encontraría vacía. Como si fuese un desconocido y no un miembro de la familia.

—Señorita Allen— hizo uso de todas sus fuerzas para mirar a la marquesa sin mostrar su desprecio—. Apresúrese.

Asintió. Sentía los pies pesados, no quería moverse de allí. Quería ver a su hijo.

Camino hasta el despacho y tocó.
—Adelante— quería matar al dueño de esa voz con sus propias manos.

¿Cómo podía comportarse así con su hijo?.

Era un hombre despreciable pero Jeremiah era su hijo, ¡su sangre corría por sus venas!.

Entró sin perder la compostura—.¿En qué puedo serle útil, su excelencia?— Abraham la invitó a tomar asiento. Sin embargo, sentía que si se acercaba un poco más iba a matarlo.

Se sentó y entrelazó sus manos con fuerza. Le sonrió grácilmente en espera de sus indicaciones.

Abraham tomó los papeles que se hallaban frente al escritorio, los juntó y los dejó a un lado para poner los codos sobre la mesa y mirarla.

—Mi hijo mayor ha llegado hoy del internado. Necesito que se encargue de instruirlo temporalmente. Idiomas y cultura general.

—De acuerdo, su excelencia. Disculpe mi atrevimiento. ¿Pero no debería recibir a su hijo?. Según sé lleva mucho tiempo sin verlo.

—De ninguna forma— se  echó para atrás y volvió a tomar uno de las papeles para escribir en él—. Recibirlo sería premiarlo por lo que ha hecho.

Agnes frunció el ceño—. ¿Qué ha hecho el pequeño?.

Las puertas del estudio se abrieron y Agnes volteó el rostro de inmediato.
El corazón se le detuvo.

Reconocería a su hijo a miles de kilómetros de ella. Quiso llorar. Jeremiah estaba grande, ya no era ese bebé de dos años que le habían arrebatado de los brazos.

Frunció el ceño al ver que tenia un moretón en el ojo. Una de las criadas venía junto a él. El niño mantuvo la cabeza gacha.

Abraham se levantó del escritorio se paró frente a él. Se preocupó al ver la postura fría y severa del marqués y como su hija se encogía.

—Padre…

—Sólo este año has acudido a dos internados, Jeremiah. ¡Dos!— espetó—. ¿Acaso te mando para que golpees a tus compañeros y molestes a tus maestros?.

El niño no respondió. A Agnes se le encogió el corazón.

Jeremiah se mantuvo en silencio. Con las manos entrelazadas. Era la viva imagen de Agnes, del marqués sólo poseía el color de sus ojos— azules como el cielo— y sus labios finos.

AGNES(SERIE:FEMME FATALE #2)Where stories live. Discover now