Les Liaisons Dangereuses [The Gazette]

El Plan

Aoi estaba sentado en una de las mesas de ese enorme jardín sin hablar con nadie, generalmente era tarea de Ruki asistir a los aburridos eventos sociales que organizaba cualquier miembro de la sociedad elite en la que se movían, pero esta vez tenía especial interés en el invitado de honor. Sabía que lo habían invitado por compromiso, después de todo el apellido Shiroyama era importante aunque seriamente dudaba que alguien esperara encontrarlo ahí.

Sin embargo el festejado no había aparecido en toda la mañana y él estaba más aburrido que una ostra. Escuchó a los señores Takashima decir que su hijo se encontraba aún cansado después del largo viaje, el horario hacía estragos en él después de haber vivido varios años en Londres, pero que esperaban no tardara mucho.

La espera duró poco más de 45 minutos, cuando Aoi se levantó dispuesto a marcharse de la aburrida fiesta. No había nadie con quien hablar y Ruki estaba conversando con toda la gente importante a su alrededor, jugando su papel de chico perfecto. Dirigió su mirada hacia la escalera de la casa y lo vio parado ahí sin moverse.

Lo reconoció por el video que rondaba en Facebook, pero ahora que lo tenía enfrente era mucho más atractivo. Llevaba el cabello castaño claro corto, con un mechón que le cubría una parte de su ojo derecho, era esbelto y algunos centímetros más alto que él, vestía un pantalón de mezclilla negro y una camisa de tirantes de igual color, encima una chaqueta blanca con el cinturón a combinación; usaba maquillaje pero casi no se notaba pues usaba lentes de armazón negro. Era estúpidamente hermoso.

Miraba a su alrededor con cierta aprehensión, parecía no decidirse si debía bajar a la fiesta o no, se mordía el labio en un gesto bastante sensual e inocente. Parecía no estar muy cómodo en presencia de tanta gente.

Aoi aprovechó para acercarse sonriendo falsamente—. Hola, asumo que tu debes ser Kouyou. No pareces muy animado —saludó alegremente. Estaban alejados de todo el bullicio del jardín.

El castaño claro lo miró con curiosidad y sonrió levemente—. Uruha —contestó con una voz bastante grave. Comenzó a bajar las escaleras—. No me malentiendas, sólo me pone nervioso no conocer a nadie —dijo arreglándose el cabello.

—Me conoces a mi —sonrió y le tendió la mano—. Yuu Shiroyama —el chico le respondió el saludo alegremente, mientras el pelinegro al tomar su mano la besó delicadamente, tomó el sonrojo del otro como una buena señal.

—¿Shiroyama? —dijo Uruha un poco desconcertado.

Aoi sonrió—. Sí, ¿has oído de mi apellido? —dijo tendiéndole el brazo para que Kouyou lo tomara y caminaran juntos, sin embargo el castaño lo ignoró encaminándose a la fiesta del jardín. El pelinegro lo siguió intentando por todos los medios ocultar su fastidio, puede que el chico fuera muy guapo pero en menos de cinco minutos le había confirmado que era un autentico imbécil, como todos los demás.

—Tal vez —contestó Uruha sonriendo ligeramente—. ¿Vienes muy seguido a estas fiestas? —dijo haciendo plática, deteniéndose ligeramente para tocar las flores que adornaban el camino.

—Claro, me gusta estar en contacto con las causas para ayudar a otros, me parte el corazón no poder hacer más —trató de sonar casual, con una sonrisa forzada en su rostro.

El castaño lo miró, parecía un poco desconcertado—. ¿En serio? Estar con un montón de gente de alta sociedad que fingen estar preocupados por la comunidad, ¿te parece divertido? —dijo alzando una ceja—. Porque yo lo encuentro completamente insufrible.

Aquello descolocó a Aoi por completo, el chico que tenía a un lado tenía la fama de ser el chico más amable y consciente dentro de su circulo social. Sintió un poco de decepción de que tal vez, el castaño era uno de los cientos de hipócritas que lo rodeaban. Probablemente el video de la virginidad era otra fachada, solo para guardar las apariencias.