II

7 1 0
                                    

Recuerdo que mi madre me contó que mi tío Francisco enfermo de "algo raro" cuando tenia a penas tres años de edad, él era el noveno hijo. Todo su cuerpo se llenó de ronchas moradas, unas muy grandes, otras de tamaño mediano y unas pocas pequeñas. Todo lo que comía lo vomitaba, solo toleraba líquidos, que en ese entonces solo había para los recursos de mis abuelos agua y leche, siendo la leche quien le aportaba más energía y en ocasiones también solía vomitarla, por ende, adelgazo mucho. Los médicos no sabían que enfermedad era y tampoco como tratarla, le dieron algunos medicamentos y lo regresaron a casa, pero el efecto de los fármacos solo agravó los síntomas por lo cual se suspendió el tratamiento prescrito. Los médicos no se atrevieron a recetar otros medicamentos por miedo a volver a empeorar la situación (que de por si ya era grave) por lo cual solo le recetaron formulas para ancianos, pero mis abuelos no podían costearlas, eran muy caras en ese tiempo y no tenían ningún tipo de apoyo gubernamental. Pasaron unas semanas (quizá dos) para que le diagnosticaran anemia, mi abuelo ya daba por muerto a mi tío puesto que no parecía mejorar en ningún aspecto mientras que mi abuela se refugiaba en la oración. De pronto una mañana donde mis abuelos ya presentían el final, mi tío dejo de vomitar y las ronchas fueron desapareciendo poco a poco hasta llegar a perecer solo rastro alguno que dejaría cualquier viruela común y volvió a comer y a mejorar en salud, haciendo que todo lo anterior se queda en una época agria.

Otra tragedia le ocurrió a mi tío Juan. Ya había dicho que mi abuelo tenía por profesión la de zapatero y ahí en la casa tenía un cuarto donde se encontraba una máquina de pespunte como otros materiales y herramientas propios de un zapatero. Desde ahí hacia producción no muy grande. Jugando con mis otros tíos, Juan logro untarse, embarrarse pegamento que había en el taller en gran parte de su cuerpo. Corriendo por toda la casa paso junto a un bracero encendido con frijoles puestos y el pegamento que estaba en su cuerpo se incendió provocándole quemaduras. Mi abuela por mero reflejo tomo una sabana que estaba tendida y lo intercepto en su corrida, abrazándolo y sofocando el fuego. Todos se alarmaron y se asustaron, puesto dicho accidente salió de la nada para mis abuelos y mis tíos mayores. Nadie se lo esperaba. Inmediatamente fueron al hospital puesto que su piel estaba chamuscada y las ampollas que se habían formado aumentaban de tamaño. Cuando mis abuelos se fueron, mis tías se encargaron de revisar y cuidar a mis tíos que aun eran menores, encontrando que Armando y Rosario también tenían pegamento en su cuerpo, por lo que rápidamente los bañaron para evitar que se repitiera la tragedia sucedida apenas unos cuantos momentos. Mi tío fue internado y nuevamente mi abuela se refugio en las oraciones y sano. Hoy en día ya no tienen rastro alguno de esa pequeña tragedia, a raíz de ese acontesionamiento mi abuelo fue mas precavido para con el taller y opto por cerrarlo con candado.

Como esas dos peripecias mi mama me ha contado una docena o mas de accidentes que les sucedieron y que pudieron haber tenido un resultado fatal. Unas más graves que otras porque en reuniones familiares o en momentos amenos en la comida nos cuenta una de estas historias, pero de un modo chusco, de un modo cómico con añoranza, pero sin ningún deseo de alguna repetición. Mi abuela supo que toda la buenaventura para con los accidentes se lo debian a Dios, porque escuchaba sus oraciones, y se preocupaba por su salvaguarda. Por lo que mis tías y tíos siguieron su ejemplo y se refugiaban en la religión imitando y cautivando la devoción que mi abuela demostraba sin caer en el fanatismo.

Por lo que mi mama me crió en religión católica. Me enseño los mandamientos, las oraciones principales y otras cosas esenciales de dicha religión como los sacramentos y días festivos. Pero como podía funcionar dicha cosa. Me preguntaba porque además de mi familia veía a otras personas que se encomendaban a Dios para que sus problemas se solucionaran o su estatus mejorara. No lo podía entender ni comprender nada en absoluto. A una corta edad yo sabía que existían elementos químicos y que la materia esta constituida por estos mismos. Yo podía entender que al pasar electricidad median te un metal (por lo general una resistencia) este produce calor, le pones un ventilador y tienes una secadora. Por la observación yo sabia que los objetos calientes se van haciendo fríos; por ejemplo, cuando mi mama me servía caldo y al pasar unos minutos ya no estaba tan caliente como para quemarme la lengua y poder ser degustado. O que las cosas muy frías se calientan, otro ejemplo puede ser cuando compraba un helado y este se empezaba a derretir, las gotas que tocaban mi mano no perecían estar tan frías como su fuente, por lo que asumía que su temperatura aumentaba por el sol o mi cuerpo. Este tipo de observaciones eran muy evidentes para mi aun en mi corta vida, pero tenía noción que había un motor detrás de las cosas que nos rodean, y ese motor pose una explicación que puede pasar por los sentidos.

Cosas que no entendía muy bien eran los coches, porque se les tenia que poner gasolina y no agua, alcohol o aceite para que funcionaran. Mi papa solo se limitaba a decirme "porque funciona con gasolina". O el microondas, tampoco logre entender como es que ese electrodoméstico podía llegar a calentar la comida. Porque metía un vaso de agua y lo calentaba, metía una comida inconclusa y calentaba la comida, pero no el plato. A este tipo de cosas que me enfrentaba no lograba dar su razonamiento, al menos uno que yo entendiera. Pero comprendía que había una explicación en libros en los cuales indague, pero su interpretación me pareció aun mas confusa que su explicación. En los libros no había nada plasmado acerca de cómo opera Dios, si prefiere a los hombres o a las mujeres, a los niños o a las niñas, pobres o ricos, jóvenes o ancianos.

No entendía como Dios podía estar presente en la hostia, a mis ojos eran simples obleas. O el agua bendita, no encontraba que tipo de proceso tenían que realizar los sacerdotes para convertir el agua ordinaria en agua bendita y que diferencias había entre estas dos; me preguntaba fervientemente si en verdad quemaba a los demonios o los espantaba, eran cosas que me hubiera gustado probar. Como podía entender que hay vida después de la muerte, como podía entender el cielo o el infierno. Mis mayores me decían que si querías ganarte el cielo tenias que ser un hombre virtuoso y del bien. Yo lo veía con mis propios ojos, que en muchos casos eran aplastados, saboteados y aprovechado por demás gente sin tantos escrúpulos, no podía entender esa parábola de la biblia donde dice que, si tu enemigo te tira una bofetada, presentarle el lado contrario de tu mejilla para que lo haga de nuevo. Eran virtudes un hombre bueno, noble pero aprovechado, mi lógica y la reacción natural de cualquier hombre sería el defenderse, evitar este castigo y en muchos casos vengarlo, pero nos decían que no.

Yo conocía muchos hombres bueno, pero des dichosos. En su contraste, conocía a hombres que eran ricos, bienaventurados, amables, pero no eran buenos porque solían a provechar cada oportunidad o conspiraban, actuaban para siempre en pro de sus ambiciones sin tener en cuenta el daño causado a los demás. Por citar un ejemplo, el padre de uno de mis amigos se dedicaba a vender vitaminas que "servían para todo", el juraba ser la panacea del mundo y lo perverso de este hombre no era su producto si no su mercado, solo se los vendía a ancianos desesperados por cualquier enfermedad o sufrimiento, ellos esperanzados por el discurso de este producto lo compraban y cuando no tenía efecto abogaba el vendedor que necesita un poco mas de tiempo para hacer efecto en el cuerpo, dando en muchos resultados un placebo.

Como podía entender el concepto de infierno, si se supo que es un lugar maldito lleno de sufrimiento reinado por el enemigo de Dios, no entendía porque el Diablo te castigaría por no haber obedecido a su enemigo. No entiendo porque razón habría de castigar a uno de sus seguidores o de sus creyentes. Como podía saber a quien hacerle caso si en verdad era muy difícil decir la verdad sin miedo a no ser castigado o reprochado. Era muy difícil pasar y no tomar algún juguete deseado en una tienda comercial que nuestros padres se han negado a comprar; como podía resistir el decir mentiras y salirme con la mía evitando algún castigo o ganando alguna recompensa. Como podía resistirme a comer una rebana más de mi pastel favorito para no caer en la gula.

Había escuchado a muchas personas, a mis padres, a mis tíos, a amigos de mis padres y tíos que el buen camino es la palabra de Dios, pero nadie de ellos me podía demostrar de una forma contundente para que mi convicción sea absoluta y obedecer estoicamente la voluntad del señor. Pero no pasaban de palabras y palabras, mas palabras que solo se quedan plasmadas en el momento de su evocación porque yo era un hombre de hechos, había conocido a muchas personas mentirosas y este tipo de cosas había aumentado mi perspicacia. Yo quería respuestas claras porque otra de las cuestiones que en todo momento me atacaban era que solo teníamos una vida y teníamos que aprovecharla. Mi mente se empezaba a fragmentar y luchaba consigo misma para dejar que gobierne en mí los ideales que los demás dicen son del buen camino, o optar por descubrir los ideales propios adquiridos por la convicción que era lo más confiado para mí, porque tenía certeza que "funciona". Si metiera ya sea litio, sodio, potasio o rubidio puro en una alberca, sé que habría una explosión por la reacción química entre el agua y dichos metales; de igual modo si pongo fuego a un contenedor de gasolina, sé que hay una reacción química y que por la naturaleza exotérmica de esta es que ocurre la explosión. Pero en cambio no puedo morir y regresar, no puedo caminar sobre el agua con solo rezar, o ver y platicar con personas que hayan fallecido.

Du hast das Ende der veröffentlichten Teile erreicht.

⏰ Letzte Aktualisierung: Feb 25, 2020 ⏰

Füge diese Geschichte zu deiner Bibliothek hinzu, um über neue Kapitel informiert zu werden!

Ernesto QuirogaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt