Capitulo doce

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Narra Laurent

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Narra Laurent

Después de lo sucedido en el lago, Braden y yo nos metimos a la casa, en la noche iríamos a hacer una visita a los vecinos.

Entre a la habitación, en la cuál estaremos todos los adolescentes y los tres mayores.

Me deje caer en la cama que había escogido para mí, era muy cómoda, mire al techo por unos segundos hasta que la cara de Charlotte McKenzie me tapo la vista.

— hola Laurent— saludo ella con una sonrisa.

— ¿Que quieres?— pregunté de mala gana.

— ¡Oye! Solo quiero saludar— dijo ella algo sentida por mi mala actitud.

— ya lo hiciste, ahora vete— cerré mis ojos pensando que ya se había ido.

— me iría pero la cama que está al lado de la tuya es la mía— abrí los ojos y apreté mi mandíbula.— solo quiero hacer las pases contigo, Laurent.

Me senté en la orilla de la cama, ella también estaba sentada en la orilla de su cama.

— ¿Ya no serás la perrita faldera de Donna?— pregunté con burla.

— en primera, nunca eh sido su perrita faldera— dijo poniendo su mano en el pecho dando a entender que estaba dolida— y en segunda, no entiendo porque debes caerme mal, a la que le quieres quitar el novio es a ella no a mi.— dijo en burla.

Sonreí.

— está bien.

— Entonces, ¿Amigas?— estiró su mano y la mire por unos momentos y ya al final la acepte.

— conocidas diría yo— hice una mueca y luego solté una sonrisa.— ahora sí me dejas, quiero descansar un rato— me deje caer en la cama y cerré los ojos.

No pasaron ni cinco minutos para que los volviera a abrir, la voz de Donna Lamonsoff retumbó en la habitación.

— Keithi, esos dos arruinaron el momento.

Isis dis irriinirin il miminti.

Maldita niña mimada.

Abrí los ojos, y discretamente mire la escena, Keith traía una sonrisa y Donna, ella solo estaba molesta.

— ¿Que fue lo que pasó?— pregunto Charlotte desde su cama.

— Ahorita te cuento, hay pájaros en el alambre— dijo en referencia a mi.

Solté una gran carcajada y luego me senté en la orilla de la cama.

— como si me interesaran los problemas de una gorda mimada— me puse de pie y camine hacia la salida de la habitación pero la voz de Donna me detuvo.

— ¿Cómo me llamaste?— con su tono de voz se escuchaba muy molesta.

Me di la vuelta y me camine hacia ella.

La hija de Higgins✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora