CP. 45 - UNIDAD DE CUIDADOS INTENSIVOS.

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Sigo a las enfermeras hasta una gran puerta blanca que dice en letras rojas, U.C.I, las puertas se abren de forma automática al notar que estamos ahí. Caminamos por el pasillo hasta que una de las enfermeras abre una puerta.

— Es aquí, tienes 5 minutos.

— Muchas gracias. — Digo tomando las manos de ambas mujeres entre las mias.

Al entrar en la sala veo a Gabriel conectado a diversas maquinas, una que monitorea su corazón, otra que enviá al parecer aire a sus pulmones heridos y una vía que introduce medicamento en sus venas. Sus ojos están cerrados pero el pitido de las maquinas me indica que esta vivo.

Intentando contener el llanto me acerco hasta su mano que descansa a un costado, mis dedos tocan su fría piel mientras una lagrima rueda por mi mejilla.

— Gabriel. — Susurro con pesar.

Me agacho hasta tocar con mis labios su mano, plantando un beso con la mascarilla cubriendo mi boca.

— No puedes dejarme, no puedes, te lo prohibo, todos estamos esperándote y mira que Cleo aun conserva el interés en mi, así que no puedes dejarme. — Miento un poco intentando mantenerlo junto a mi.

— Te amo, te amo, te amo, te amo.

Los ojos de Gabriel comienzan a abrirse lentamente sobresaltándome, impresionada lo veo derramar lagrimas que caen a los lados de su rostro. Desesperada recuerdo a las enfermeras y estoy por correr a llamarlas cuando él aprieta mi mano.

— Espera mi amor, espera. — Pronuncio alterada.

Sin que pueda llegar a moverme las maquinas que están conectadas a él comienzan a pitear con premura. Asustada quito mi mano de la suya para correr hasta la puerta a asomarme, al tiempo veo a varias personas correr en mi dirección y antes de que comience a gritar, mi vista vuelve rápida hacia Gabriel que a comenzado a convulsionar. Sin pensarlo corro hacia él mientras escucho como varias personas entran en la habitación.

Las enfermeras me toman a la altura del brazo, llevándome hacia fuera mientras veo como un hombre sujeta a Gabriel que no deja de moverse al tiempo que otro ilumina sus ojos que parecen idos.

Sintiendo la angustia inundar mi pecho, comienzo un forcejeo hasta soltarme de las mujeres volviendo a la habitación donde no alcanzo a abrir la puerta cuando alguien jala mi brazo con fuerza al tiempo que estallo en un mar de lagrimas.

— Tranquila, ellos lo van a ayudar. — Pide una de las mujeres pero mi llanto se vuelve cada vez más histérico.

Siento como mi corazón se rompe en pedazos, mientras no puedo dejar de pronunciar palabras que ni yo misma entiendo, de pronto otra persona más me sujeta fuertemente al instante que alguien me pincha con algo que me hace sentir pesada de inmediato, hasta que ya no puedo ver ni oír nada.

Intento abrir mis ojos, pero mis papados pesan tanto que se me vuelve una tarea ardua lograr mi cometido y aun así puedo escuchar la voz lejana de las que imagino son las enfermeras.

Lentamente abro con esfuerzo mis ojos hasta enfocar la luz del techo, deslizo mis manos sobre la delgada sabana que cubre una parte de mi cuerpo.

— ¿Como te sientes? — Pregunta una enfermera al notar que estoy casi despierta.

— Él, Gabriel... — Pronuncio con la voz pastosa intentando levantarme hasta que aquella mujer me detiene.

— No, no, no, no puedes levantarte todavía.

— Gabriel,

— Él...

La mujer guarda silencio al tiempo que siento como si todos los procesos que esta intentando ejecutar mi cuerpo para levantarse, se hubieran paralizado.

PROFESORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora