24 'Te amo'

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El olor del rocío es delicioso, el césped esta húmedo, pero el pecho de Niall me reconforta, el viento sopla con fuerza, produce en mi escalofríos, no me permite dormir más, debo abrir los ojos pese a que no deseo hacerlo,  suspiro, sonrió al recordar la noche anterior, la mano de Niall me acaricia el hombro, me hundo aun mas en su pecho, tomo su olor, lo apropio, lo dejo en mi corazón y en mi cerebro, es ese olor que nunca olvidare.

-Arriba –dice y se incorpora, lo sigo.

Visualizo el área en la que nos encontramos. El césped, el cielo, el sol…  espera, ¿el sol? ¿Qué hora es?

-¿Dormimos aquí? –el asiente, sonríe como si fuese algo normal.

-Tengo hambre –puntualiza en cuanto partimos –vamos –me acerca a su pecho.

-Es de día, Niall no es buena idea ¿estamos lejos? –el niega. Tomo mi celular son casi las 11 hrs.

-Vamos, no estamos lejos –extiende su mano, la acepto, entrelaza sus dedos con los míos y no puedo contener la emoción, de un giro salto a sus brazos, el me toma de la cintura, cruzo mis piernas en su espalda y el comienza a caminar. Hundo mi cabeza en su hombro y cierro los ojos, cuando trato de bajar el me lo impide –deja que te cargue –susurra y no me niego.

Llegamos en tal vez 15 minutos, minutos en los cuales me he sentido como una pequeña niña que ama ser cargada, el constante movimiento hace que el mjolnir golpee mi espalda, pero a diferencia de lo que yo podía pensar el golpe es suave, casi imperceptible.

-Tengo hambre –insiste Niall, rio, la pasta sigue sobre la mesa, pero no me apetece, la coloco en el refrigerador y preparo un poco de malteada con galletas.

-Come –digo en cuanto dejo el plato en la mesa.

-¿Qué comerás tu? –pregunta en cuanto llego a la puerta.

-No tengo hambre –ruedo los ojos.

-Elizabeth, no has comido nada ven aquí –dice en tono autoritario.

-Niall, ya te dije no tengo hambre –se levanta con calma me toma de la cintura y me sienta a su lado –come tu, yo necesito arreglarme.

-¿Arreglarte? Así eres perfecta –murmura.

Me sonrojo, trato de levantarme el me sienta de nuevo. Sirve un poco más de malteada y toma una galleta, la coloca en mi boca.

-Elizabeth, muerde –niego.

-Me siento como una bebe –digo y ruedo los ojos.

-No me importa come, maldición.

-Pensé que los dioses no usaban esa palabra.

-Cuando estoy contigo, pierdo muchas nociones de lo que soy, ahora come.

Logra hacerme comer, no entiendo cual es su problema, no moriré por un día que no coma, solo que la idea de pensar en el dejándome corta cualquier apetito, cualquier necesidad que mi ser tenga.

-Te amo –digo en cuanto cruzo la puerta, puedo verme como una empalagosa, pero no se qué ocurre para que mi corazón sienta la necesidad de expresarle una y otra vez lo que siento por él.

-Yo te amo más –murmura y escucho como esta lavando la vajilla.

Entro al baño, lavo mis dientes y decido que necesito unos retoques, depilo mis piernas y mis axilas, arreglo mis cejas y tomo una ducha que reconforta a mi piel lastimada, lavo mi cabello y al salir me rodeo con la toalla.

Tomo un jean claro, una blusa de tono blanco y unos zapatos bajos negros, me miro al espejo luego de arreglarme y me sonrió a mí misma, tomo el secador y trato de darle forma a mi rebelde cabello, logro hacer un peinado natural y estoy lista.

El hijo de Thor #1|N. Horan| En edición.Where stories live. Discover now