Found you (Model, part II)

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Harry no había podido sacarse a Draco Malfoy de la cabeza desde esa noche.

No había podido concentrarse como era debido en su trabajo, no había podido conciliar de manera correcta el sueño sin sufrir de una erección que lo frustraba enormemente, no había nisiquiera podido comer como era debido.

-Maldita sea, Hermione, ¿por qué? -murmuró molesto. Más consigo mismo que con la castaña. Saliendo finalmente del Ministerio con cara cansina y de pocos amigos.

Sí, para completar su maravilloso día. El ministro Kingsey le había pedido que se tomara dos semanas de vacaciones, ya que lo había notado distraído y según sus propias palabras sobrecargado, para alguien quién a sus casi 40's ya había lidiado con 2 guerras mágicas y un puesto en el Ministerio como Jefe de Aurores. No le había dado opción más que aceptar, pues ese hombre no pensaba tolerar un no por respuesta.

Caminaba sin un rumbo fijo, pues no quería llegar a Grimmauld Place, y sabía que sus amigos seguían en sus horas de trabajo. Pateó una piedrecilla que había en su camino y una idea que a su parecer era extremadamente loca apareció en su mente.

-Esto no puede ser cierto... -susurró antes de suspirar con pesadez y, haciendo caso a sus instintos, se metió a un callejón para no ser visto antes de desaparecer del lugar.

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Draco Malfoy solía distraerse con lo que él mismo decía eran banalidades.

Después de la muerte de su esposa Astoria, ni él ni su pequeño hijo habían vuelto a ser los mismos.

Aún así, para quien lo viera de la manera correcta, eso estaba bien.
Para quien lo viera de la manera moral, eso estaba mal.

Draco Malfoy nunca había amado a su esposa. Le tenía un gran cariño, un afecto casi familiar. Pero un cariño romántico, para nada. Ella se había empeñado por años el intentar ganar su corazón, consciente de que todo ello era en vano.

Astoria era la esposa perfecta. Preciosa, con sus negros cabellos largos y sedosos, su cirvilinea figura que dislumbraba todo atuendo que la forrara, sus preciosos ojos azules que centelleaban al verlo. Era inteligente, bonita, educada.

Pero había un problema...

Draco prefería el cabello rebelde, la figura marcada, la torpeza, y sobre todo... Siempre elegiría al bosque por sobre el cielo. El verde sobre el azul.

Siempre preferiría a Harry Potter.

Astoria no tenía la culpa de nada. Ella era perfecta para todo aquel que la mirase... Excepto para él. Astoria no tenía la culpa de nada, ella había jugado todas sus cartas para ganar su amor... Pero alguien más se le había adelantado.

Astoria no tenía la culpa de nada.

Draco sí.

Draco se culpaba por la muerte de su esposa. Porque no le dio el amor que ella merecía, porque no pudo salvarla una vez que le detectaron aquella neumonía.

Lo único hermoso que había salido de ese par, había sido su pequeño Escorpión. Y ni siquiera su retoño había sido la cura de la tragedia.

Se había centrado en los negocios de su padre, había vuelto a tocar el piano de cola, había retomado sus estudios en la medimagia. Y lo más reciente, había iniciado una carrera como modelo de marca en el mundo muggle, para fortuna suya, donde nadie conocía su nombre... Ni su pasado.

Draco Malfoy solía distraerse con lo que en palabras suyas eran banalidades.

Como en ese momento, donde revisaba unos papeles, un contrato con cláusulas a confirmar para cerrar un trato con Blaise Zabini, su antiguo compañero de clases, quién se había vuelto un empresario exitoso en Italia y con los años había logrado expandirse con satisfacción.

Drarry Stuff.Where stories live. Discover now