14. Ese Pequeño

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Su mente estaba nublada

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Su mente estaba nublada. Por más pasos que daba dentro de su conciencia no conseguía entender dónde estaba ni el tiempo que había pasado. Su cuerpo dolía y le pesaba. Caminaba por inercia entre el escenario oscuro con el viento arrastrando nubes blancas y una luz parecida a la luna, pero esta luz parecía sonreírle más cálido que de costumbre. Algo que le llamaba con todas sus fuerzas y que lo tentaba a cada segundo que pasara; sin embargo, daba media vuelta y caminaba en dirección opuesta sin saber el por qué de sus acciones. Deseaba ir hacia ella, pero algo lo llamaba con mucha más fuerza hacia el otro lado que le recordaba su calvario de cada día.

¿Él estará bien? ¿me habrá olvidado? ¿se habrá ido sin mí?

El cenizo no para de dar vueltas a esas preguntas y su mente jugaba con ellas. Muchas veces se echaba la culpa de todo lo que le estaba pasando y sus pensamientos cambiaban echándole la culpa al pecoso por ratos. La soledad lo estaba matando y estar tanto tiempo en la oscuridad lo estaba volviendo loco. Se negaba a aceptar esos pensamientos que recurrían cada vez con más fuerza en su cabeza. Debía mantenerse cuerdo en ese lugar, tenía que hacerlo. Habían momentos en los que imaginaba cosas y recordaba a su madre pero venían tan rápido como se iban. A veces recordaba a un pecoso sonriéndole, pero repentinamente podía sentirlo llorando y llamando su nombre con mucha fuerza.

Kacchan, tú eres fuerte... eres mi héroe, no puedes dejar que nada te venza

Cierto... él estaba allí atrapado y el peliverde le daba fuerzas para salir de ese lugar en el que estaba. Su cuerpo le pesaba tanto que se dejó caer mirando al cielo oscuro. No había luz, ya no más. Su cabeza le daba vueltas y casi sentía un vértigo inexplicable ¿Cuánto tiempo estaba allí? Probablemente unos minutos, unos muy largos minutos.

Al cerrar sus ojos escuchó una puerta abrirse, no sentía ningún olor ni veía a nadie cerca suyo, pero sin duda alguna si reconocía el escenario frente suyo. Antes de darse cuenta estaba frente a otra puerta y escuchaba gritos detrás de ésta clamando por ayuda

¡Detente! ¡Detente po-por favor! 

¡Kacchan! ¡Sálvame, por favor! ¡Quien sea!

Su mente se desconectó unos segundos al escuchar los gritos. Si antes había algo que lo llamaba con fuerza ahora era peor. Su respiración se agitó y por más que los gritos desgarradores retumbaban en sus oídos hasta que no sintió nada. Las sensaciones y sentimientos se fueron tan rápido como una cuerda que se termina de romper luego de mantener hasta su último hilo conectado aferrándose a lo que le quedaba con todo de si. Ya no sentía su presencia llamándolo, ya no lloraba solo estaba ahí, sin hacer nada. Solo sabía que estaba allí, podía sentirlo.

No se dio cuenta del momento en el que cerró sus ojos, pero sentía algo que escurría en sus manos y a sus sentidos llegó el aroma a sangre. Abrió sus ojos y de sus manos salían sus garras, su garganta le quemaba con furia y aunque no lo quisiera aceptar estaba aliviado de ver el cuerpo de un alfa desangrándose en el piso,  nunca sentiría lástima por ese sujeto. De su boca también escurría sangre, su sangre. Sus colmillos habían dañado sus labios y le incomodaban tanto que quería arrancárselos de un tiro.

Nuestra libertad [Tododeku][Bakushima]Where stories live. Discover now