Capítulo 6

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  Sandra caminaba por la comisaría, dirigiéndose hacia su mesa cuando Marc, uno de los agentes, la detuvo. El día anterior había sido demasiado. Hacía mucho que no veía un caso como aquel, y tenía claro que sería un gran quebradero de cabeza desde el principio..

—Más te vale que sea algo importante —le amenazó antes de que pudiera hablar.

—Ransom Drysdale —le mostró varios folios grapados.

Sandra le hizo un gesto con la cabeza para que prosiguiera, asintiendo ligeramente. Mientras caminaban, Marc leyó los puntos clave de su historial, caminando junto a su superiora.

—El año pasado se libró por los pelos de la cárcel. Le acusaban de intento de homicidio doble, delito de daño, obstrucción a la justicia y homicidio en primer grado.

—¿Pruebas?

—Ninguna que le acuse directamente a él —se encogió de hombros—. Excepto una confesión que el juez echó para atrás.

—¿Cómo...?

—Le grabaron sin su consentimiento y su abogado justificó que fue manipulado para que dijera todo lo que se escuchaba en la grabación. Además de que tengo claro que deslizó un sobrecito sobre la mesa del juez.

—No tenemos nada que podamos utilizar entonces.

—Me temo que no, al menos por ahora —se encogió de hombros—. El tío es un artista creando enredos, a sus libros me remito. Además, te aconsejo que te leas uno de los artículos que tratan el caso de Harlan Thrombey paso a paso. Es un tipo muy escurridizo y astuto.

Sandra asintió y le echó un vistazo a todas las hojas que el agente le había entregado. Suspiró y le volvió a mirar a él.

—¿Sabemos dónde vive?

—Vive con su novia, Gisela Rodríguez.

—Habrá que hacerles una visita.

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Ransom sujetó a Gisela por los hombros, mientras esta miraba a la nada. Desde lo sucedido dos días atrás, apenas había vuelto a ser ella. Lo estaba pasando mal y él no podía hacer nada al respecto más que darle su apoyo. En el fondo, estaba preocupado. Mucho. No solo por ella, sino por él mismo también.

—Ya verás como dentro de poco encuentran al que lo ha hecho.

Gisela respondió el gesto, alzando su mano hasta la suya, acariciándole el dorso con ternura mientras alternaba la mirada entre la blanca pared y la mesa de café de roble. Le dio un tierno beso en los nudillos, aunque cuando abrió los ojos, se los encontró hechos polvo. Estaban rojos y algo morados.

—Dios, ¿qué te ha pasado? —inquirió preocupada.

—Me pasé con el saco el otro día —le acarició la mejilla, intentando disimular su nerviosismo—. No es nada. Ya ni siquiera me duele.

—No sé la manía de no usar guantes casi nunca —murmuró mientras se ponía en pie—. El día que te rompas la muñeca, yo me voy a reír.

—Sabes que lo vas a pasar incluso peor que yo —respondió con diversión.

—De lo que estoy segura, pero segurísima —se acercó a él, rodeándole el cuello—, es de que eres imbécil y te encanta verme pasarlo mal por ti.

—Un poquito sí —le dio un tierno beso en la comisura de los labios.

—Gilipollas.

Tras recibir un pequeño empujón, Ransom volvió a acercarse a ella con la intención de besarla, aunque ella se apartó rápidamente, echando el cuello hacia atrás.

Even if you Leave | RANSOM D. (Chris E.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora