CAMPANAS DE BODA

3.3K 268 30
                                    


No supe bien en qué momento me dormí, pero sí la hora precisa en que desperté, porque miré el reloj que estaba en la pared, sobre el sofá y marcaba las cinco treinta de la mañana.

Mis viejas costumbres regresaban junto con mi memoria y dormir poco era una de ellas.

Por otro lado, hay cosas que nunca cambian y una de ellas era que el perezoso de Carter, jamás de los jamases despertaría a una hora como esa, pero esta vez me pareció una bendición, porque gracias a eso pude quedarme contemplándolo por mucho más tiempo del que era prudente.

Se veía tan relajado y tranquilo, que nadie hubiese podido creer que hacía menos de doce horas, ese mismo hombre había estado cerca, demasiado cerca de su muerte.

Tuve miedo de perderlo. Muchísimo miedo. Pavor tal vez, al punto que recordé todo lo que varias sesiones de hipnoterapia no hicieron ni el amago de traer de regreso y estar así de plácidos solo unas cuantas horas después, parecía surreal. Pero ahí estábamos, como si nada hubiese pasado, aunque el hecho de que hubiese estado en serio riesgo, luego de superar la vorágine propia del momento, me hizo reflexionar acerca de todo a lo que estaba dispuesta a renunciar por él y solo por él.

Jamás había estado en una posición similar. Nunca me había encontrado en la necesidad de ceder y transar en tantas cosas de mi vida, y estar realmente dispuesta a hacerlo. Carter McKellen era el único hombre que había llegado a mi vida para ponerla de cabeza y con el cual estaba llana a dejarla de esa manera.

Solo una vez antes me había ocurrido algo similar, pero apenas las cosas se pusieron patas arriba, yo misma las había vuelto a poner en su lugar, precisamente por eso. Precisamente porque no era Carter y porque no sentía por ese hombre ni la mitad de las cosas que el novato e inexperto presidente me hacía sentir.

A momentos incluso parecía olvidar justamente eso, que era ni más ni menos que el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica y que formar parte de su vida, también era formar parte del país más poderoso e influyente del orbe, y no como una simple y mortal ciudadana más –cosa que ya era– sino como una de las menos de cien personas que componían el "esqueleto" político-histórico del mismo. Eso si contábamos a todos los presidentes y sus correspondientes primeras damas.

Lo peor de todo era que yo estaba más consciente que el propio Carter de la titánica responsabilidad que eso significaba, aunque no era menos cierto que en ese momento él lo estaba mucho más que cuando había asumido el poder, claro.

Para cualquier persona, a simple vista, la idea de convertirse en primera dama podía resultar atractiva porque ciertamente incluye beneficios imposibles de desconocer. Cuando eres parte del "selecto" grupo del poder, todo el mundo te trata diferente; tienes acceso a las más grandes cúpulas de él; viajas por el mundo reuniéndote con gente increíblemente importante; asistes a fiestas y celebraciones llenas de brillo y glamour; concurres a reuniones en las que todo parece estar a tu disposición; tienes a cientos de personas a tu servicio e incluso vives en la Casa Blanca. A simple vista, ¿qué más podrías pedir?

Hasta ahí, todo se oye magnífico y casi imposible de rechazar. Pero todo en la vida tiene dos caras, por más difícil que sea ver una de ellas debido a lo brillante y luminosa de la otra que parece encandilarte.

Efectivamente todo el mundo te trata diferente, pero no lo hacen porque te lo merezcas o te lo hayas ganado, sino porque se lo imponen y aún así, eso tampoco asegura que ese trato sea bueno. Es cierto que tienes acceso a las más grandes cúpulas de poder, pero nadie dice que en esos círculos todo es miel sobre hojuelas. De hecho, generalmente era justamente lo contrario.

También es cierto que viajas por el mundo reuniéndote con gente increíblemente importante, pero esas reuniones incluyen centenares de reglas que muchas veces bordean en lo absurdo, sin contar que, de conocer esos países, ni hablar. Esas visitas por lo general iban del aeropuerto al hotel, del hotel a las reuniones y luego de regreso a casa. Lugar donde estarás menos de lo que te gustaría, aunque tuvieses todas las ganas de quedarte en ella y no salir por semanas.

FIRST LADY - Trilogía Cómplices II [TERMINADA]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ