El sobre misterioso

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EJERCICIO Nº13 EL SOBRE MISTERIOSO

Este ejercicio, como el anterior, es un disparador creativo que parte de una frase concreta. Además, como se trata de una frase completa con sujeto y verbo, una acción, hay que contestar unas preguntas para poder montar la historia a partir de estos datos. Se piden un mínimo de 500 palabras.

La frase en concreto es:

"El hombre de la gabardina metió el sobre en el buzón"

Las preguntas para contestar son:

· ¿Quién es el hombre de la gabardina?

· ¿A quién va dirigido el sobre?

· ¿Qué hay en el interior del sobre

Cuando se respondan a estas preguntas, hay que escribir un texto de por lo menos 500 palabras que comience con la frase "El hombre de la gabardina metió el sobre en el buzón"

Cuando se respondan a estas preguntas, hay que escribir un texto de por lo menos 500 palabras que comience con la frase "El hombre de la gabardina metió el sobre en el buzón"

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EL SOBRE MISTERIOSO

El hombre de la gabardina metió el sobre en el buzón. Esperó unos segundos con la oreja pegada a la puerta para ver si escuchaba algún sonido. Nada. Había estado bastante seguro de que a esa hora la casa estaría vacía, pero con aquella joven alocada no podía poner la mano en el fuego. Ella era molesta como una gran mosca zumbando durante una siesta, pero había tenido razón. Aquel hospicio era necesario y él dejaría algo en aquel sobre, para salvar por lo menos durante un mes más, el estúpido edificio.

Mientras se alejaba por donde había venido, se preguntó, no por primera vez, el por qué estaba haciendo esto. Sobre todo teniendo en cuenta que lo que contenía aquel sobre, era una solución que corría en contra de todos sus intereses en este asunto. Vale que fuera una solución momentánea, pero aun así...

Dentro, la figura de una mujer se movía entre las sombras. Había estado asomada a la ventana entre la penumbra de la habitación y oculta tras las cortinas. Vio cómo se acercaba aquel hombre. Reconoció sus andares, su apostura y supo enseguida de quién se trataba. Era Kerry, el señor Brian Kerry, causa de la mayoría de sus dolores de cabeza y de su actual estado de ánimo. No quería verlo y se cercioró de que todas las luces estuvieran apagadas. No hizo ningún ruido mientras le observaba. No le apetecía nada hablar con él después de la acalorada discusión que habían tenido sobre el derribo del hospicio. Ella no tenía el dinero que él demandaba, nadie en aquel lugar lo tenía y no lo podrían conseguir ni aunque juntaran todas sus escuetas cuentas corrientes. Si tan sólo pudiera esperar un mes...

A Ashling le extrañó que el señor Kerry pegara la oreja a su puerta como si estuviera esperando oír algo. Luego, vio el sobre color canela que metió a toda prisa por la rejilla del buzón de su puerta y no supo qué pensar. Lo observó alejarse mirando en todas direcciones, como si no quisiese que nadie le viera por allí.

—Qué raro... —murmuró para sí misma, mientras se dirigía a recoger el sobre.

Al tenerlo en la mano, se dio cuenta de que tenía cierto peso. Cualquier cosa que hubiera dentro, no era una simple carta. ¿Qué podría haber dentro? Conociendo al hombre como presumía conocer, seguramente no era nada bueno. ¿Y si era algún animal muerto o algo verdaderamente asqueroso? Ese hombre la había amenazado antes con cosas horribles si no dejaba de pelear contra él para evitar que pusiera en marcha su plan de derrumbe del hospicio. ¡Dentro podría haber cualquier cosa!

Tan pronto como tuvo ese pensamiento, el sobre cayó de sus manos golpeando el suelo con ruido seco.

—Quizá no sea nada malo —siguió diciéndose.

Ashling se agachó y esta vez cogió el sobre con la punta de los dedos índice y pulgar. Lo llevó todo el camino así, separado todo lo largo que daba su brazo de su propio cuerpo hasta la cocina, donde lo lanzó sobre vieja mesa de roble. Bajo el grifo se lavó las manos con jabón y agua caliente, sólo por si acaso. Luego, preparó un té, recordando que su madre siempre le decía que nada podía ser tan malo frente a una taza de buen té.

Mientras daba pequeños sorbos al brebaje caliente, se puso a estudiar el sobre. Lo movía de un lado a otro con las pinzas de girar la carne. Estaba dirigido a ella. Su nombre, escrito a mano con tinta negra, destacaba contra el fondo canela del sobre. La letra era elegante de trazos fuertes y vigorosos. No había remite ni ningún otro dato que pudiera darle alguna otra pista.

Al cabo de un par de minutos, aburrida ya de no poder averiguar nada sin abrirlo, decidió dar el paso definitivo. Cogió un pequeño cuchillo de pelar patatas y rasgó la pestaña pegada con mucho cuidado. Luego, cogiendo aire y llenando sus pulmones, vació el contenido sobre la misma mesa de roble. Cuando todo cayó sobre la superficie de madera gastada, soltó el aire que había retenido de golpe y se sentó en la silla, a observar el espectáculo que había ante ella.

—¿Cómo es posible esto? —se preguntó pasando su mano una y otra vez por todos los billetes esparcidos—. Ese hombre tonto...

De pronto, su dolor de cabeza había desaparecido. La alegría ante lo que tenía ante ella la estaba mareando. Con cuidado, recogió todo el dinero y comenzó a contarlo. Había suficiente para pagar la deuda acumulada del mes y un poco más. Quizá incluso pudieran arreglar la calefacción y la tubería del agua caliente que se congelaba todos los días.

Emocionada, guardó de nuevo todo el dinero dentro del sobre y cogió su móvil para llamar a Radha y contarle lo que había ocurrido. Sólo que cuando hubo marcado el penúltimo número cerró de nuevo el teléfono. Tendría que pensar qué le iba a contar a su amiga y compañera, porque estaba claro que el señor Kerry no quería que nadie supiera lo que había hecho. Él se había molestado en vestirse de forma casi irreconocible y se había acercado a su puerta para dejar el sobre vigilante, para que nadie le viera.

Ashling no estaba nada segura de por qué lo había hecho. El señor Kerry, era justamente el cobrador de su deuda, una deuda que no les había querido perdonar frente al notario al que habían acudido para ver si podían convencerlo de modificar el acuerdo. Allí, se había mostrado tajante con este asunto, no iba a reducir, tampoco iba a aplazar el asunto y mucho menos a perdonar. Entonces, ¿qué sentido tenía que ahora se acercara a su puerta y dejara en su buzón un sobre lleno de dinero?

Ese hombre la confundía y eso le molestaba. Sin embargo, su ánimo se levantó cuando volvió a pensar en el dinero. Además, ahora tenía otro misterio que resolver sobre la persona del señor Kerry y últimamente, desde que lo había conocido, no había nada que le gustara y la entretuviera más que descubrir cosas sobre el señor Kerry.

Mañana mismo, empezaría a indagar...


FIN


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Espero que os haya gustado este pequeño relato. Dejadme saber en los comentarios qué os ha parecido.

Un saludo a todos y gracias por leerme. Nos vemos en el siguiente ejercicio.

24 Ejercicios de EscrituraWhere stories live. Discover now