7-¡La primera Misión! Rumbo al País del Té.

1.4K 107 2
                                    

—Despierta, ____.—dijo una voz cálida y suave.
—5 minutos más...—respondí a la voz
—Tienes que levantarte ya...—volvió a decir la misma voz.—Si no te levantas por ti solo, te levanto yo.
—Aah, voy...—contesté mientras abría los ojos y me incorporaba.
—Vamos... que llegamos ya tarde...
—¿A dónde?
—A la misión.
Me incorporé del todo y me fijo en la persona que estaba frente a mi, Sarada, que al levantarme yo se dio para atrás ahora se encontraba a escasos metros de mí sonriendo.
—Ya era hora que despertaras dormilón. Ahora, por tu culpa vamos a llegar tarde.
—¿Y los demás?—pregunté ignorando su último comentario.
—Donde el Hokage, esperándonos.
—¿¡Qué hora es!?
—Pues cuando vine hacia aquí eran las 8:00 pero ahora no sé, creo que las 8:15.¿Por?
—¿Y qué haces aquí parada?¡Corre, que llegamos tarde!—dije mientras empezaba a correr.
Antes de que Sarada empezase a correr, juraría haber escuchado un "Ay, paciencia". Cruzamos la montaña y llegamos a la villa, el Hokage se encontraba debajo.
—Anda, ya habéis llegado.—dijo cuando saltamos la montaña y llegamos al suelo.
—¿Por qué ayer no apareciste?—pregunté enfadado a Kakashi.
—Tenía mucho papeleo lo siento.—se excusó—Por cierto, Naruto y Boruto os están esperando en la puerta principal.
—Vale.—contestó Sarada.—Vamos, ___, démonos prisa.
—Sí.
Fuimos corriendo hasta la puerta principal, en la cual se encontraba en el principio de la aldea. Cuando llegamos ya estaban ahí Naruto y Boruto.
—Habéis tardado mucho, ni que os estuvieseis besándoos.—empezó Boruto.
—¿¡Tonto!?—dijo Sarada y le dio un golpe en su cabeza.
—¡Au!—se quejó Boruto.
—Bueno chicos,¿y si empezamos?—intervino Naruto.
—Vale.—contesté.
Nos alejamos de Konoha, y cuando ya no se veía la villa,pregunté:
—¿A dónde vamos?
—Al país del Té, tenemos que proteger a un corredor: Idate, el cual va a correr para que su familia controle el país.
—Menuda mierda...—empezó Boruto.
—No digas eso Boruto, no va a ser tan fácil cómo parece, yo hice la misma misión y la verdad es que no parece tan fácil.—contestó Naruto.
—Hagamos una apuesta—propuse.
—Vais a perder, pero si queréis..., adelante, si gano yo tendréis que hacer una cosa que os diga.—respondió Naruto.
—Y si ganamos nosotros, que es lo más seguro, tendrás que... venga, ayudadme chicos.—dijo Boruto.
—Tendrás que dejarnos hacer lo que queramos durante un día.— ayudé a Boruto.—¿Os parece bien?
—Sí.—afirmó Boruto.
—¿Entonces trato hecho?—cuestionó Naruto.
—Si—dijimos Boruto y yo y le apretamos las manos. Cuando hicimos ese movimiento escuché un suspiro y una voz diciendo hombres...
—Sigamos el camino anda.—sugirió Sarada.
—Tienes razón.—le dijo Naruto.—¿Sabes qué tú también tendrás que realizar la apuesta aunque no hayas participado en la apuesta, por algo sois un equipo?
—¿¡Cómo!?—dejó escapar Sarada y fue hacia donde nosotros nos encontrábamos y nos dio un puñetazo a cada uno.
—¿Por qué has hecho eso?—preguntó Boruto mientras se tocaba en el lugar donde Sarada le golpeó.—Duele.
—Pues te fastidias, no haber sido tan infantil.—repuso Sarada indignada.
—Sarada, vamos a ganar,¿crees que haría una apuesta si vamos a perder?—dije yo.
—Cómo perdamos os vais a enterar.—finalizó la conversación Sarada.
Continuamos andando hasta que se estaba poniendo el sol y se lograba ver un país a lo lejos, era el País del Té. Cuando llegamos ya se estaba quitando el sol y dejaba paso a la luna, la cual esta noche estaba llena.
—Este es el país del Té.—dijo Naruto en cuanto llegamos a la puerta.
Pasamos por la puerta y caminamos por sus calles hasta llegar a una casa un tanto vieja, entramos y una criada nos atendió y nos dijo que esperásemos en el salón. Cuando pasaron unos minutos la puerta se volvió a abrir, pero esta vez no fue la criada quien la abrió sino un tío un poco más mayor que Naruto, pero no lo aparentaba ya que estaba en buena forma.
—Naruto, cuánto tiempo.—dijo aquel hombre.—¿Estos deben de ser los ninjas no?
—Efectivamente.—respondió Naruto.—El es Boruto, ____ y Sarada. Chicos, él es Idate.
—Encantado Idate.—dije yo.
—El placer es mío—respondió él y dirigió sus ojos a Naruto.—Naruto, ¿sabes lo que tienes que hacer no?
—Sí, pero ya que hemos llegado con un día de adelanto me gustaría poder descansar, que uno ya no puede hacer tanto cuando está viejo.—dijo Naruto.
—Tienes toda la razón.—afirmó Idate riendo,—lo único que solo hay dos habitaciones disponibles.
—No pasa nada, ya nos lo distribuiremos nosotros.—dijo Naruto, y, acto seguido miró hacia nosotros.—Vale, chicos, 2 en cada habitación,¿entendido? Boruto, duermes conmigo en una habitación.
—Vale.—contestó Boruto.
—Esto Naruto,¿pero no será mejor dormir los tres hombres en una habitación y así le dejamos toda la privacidad a Sarada?—pregunté yo, pues no quería dormir en la misma habitación que Sarada.
—Buena idea ___, pero solo entran dos personas en una habitación—repuso Idate.
—Al menos lo intenté—pensé.
—Entiendo—contestó Sarada.—entonces, nada, dos en una habitación.¿Al menos no dormiremos pegados no?
—Pues... pegados, pegados como quien dice no, pero si que dormiréis pegados.—contestó Idate.
—Bueno, vamos a descansar.—dijo Naruto.—Que estoy cansado...
—¿Y no queréis cenar nada?—preguntó Idate.
—Yo no tengo hambre.—contesté.
—Yo tampoco.—dijeron Sarada y Boruto.
—Pues yo un poco si—respondió Naruto.—Boruto, espérame en la habitación.
—Las habitaciones están arriba a la izquierda, están seguidas, subís la escalera y a mano izquierda hay tres puertas, pues vuestras habitaciones son las dos últimas, en la otra duermo yo.—dijo Idate y se marchó con Boruto.
Los tres subimos a las habitaciones y tanto Boruto y Sarada entraron en sus respectivas habitaciones, en cambio yo me quedé en el pasillo a esperar a que Sarada se cambiase. Cuando Sarada salió, entré yo en el dormitorio para hacer lo mismo, pero luego me acordé que yo dormía en ropa interior, y, por eso no me cambié. Salí del dormitorio y tanto Boruto como Sarada se encontraban con un pijama puesto, en cambio, yo tenía la misma ropa que antes.
—¿Por qué no te cambias?—preguntó Sarada.
—Es que... no tengo pijama.—respondí.
—Qué fastidio.—dijo Boruto.—Tener dormir con mi padre...
—Al menos tú no tienes que dormir con un tío que te cae mal.—contestó Sarada.
Esa frase me dolió un poco.¿Cómo que la caigo mal? Un momento,¿por qué me importa que me odie o no me odie? Si antes no me había importado.
—Chicos, Idate me dijo que os contase que tenéis que iros ya a las camas.—dijo la criada.
—Vale, nos iremos ahora.—contestó Sarada.—hasta mañana.
Y entró en la habitación, yo entré después de que Boruto entrase en la suya y haberme quedado en el pasillo un rato pensando.Cuando abrí la puerta me encontré de cara con Sarada, que había salido a mirar por qué tardábamos tanto en irnos del pasillo, nuestras caras estuvieron muy cerca y pude ver su preciosa cara desde cerca... un momento,¿había pensado en preciosa?¿Qué me estaba pasando?
—Oh, así que aquí estabas ____, tardabais mucho así que os iba a echar la bronca.—dijo Sarada.
—¿Eh? Ah, vale.
Sarada se echó a un lado y yo entré en el dormitorio, me eché encima de la cama bocarriba y cerré los ojos. Normalmente solía dormir en ropa interior, pero cómo estaba Sarada no iba a dormir así. Al cabo de un rato escucho a mi izquierda que Sarada se estaba dando media vuelta. Estuve pensando sobre mi pensamiento que acababa de tener, pero no conseguí conciliar el sueño. Al cabo de un rato me levanté de la cama con mucho cuidado de no despertar a Sarada y salí del dormitorio. A través de la terraza me subí al tejado y ahí me senté a contemplar las estrellas. Eran unas preciosas vistas ya que aunque la luna fuese llena no ocultaba las estrellas. Cuando ya me estaba entrando el sueño escuché que alguien venía hacia mi. Me incorporé ya que me había echado para ver mejor las estrellas.
—Son bonitas las estrellas,¿verdad?—dijo Sarada.
—Sí.—respondí, conque era ella, al parecer la habría despertado sin haberme dado cuenta.—Perdón por despertarte.
—No te preocupes, nunca llegué a dormirme, y me imagino porque estás tú aquí, tampoco podías conciliar el sueño,¿me equivoco?
—No, no te equivocas, no conseguía conciliar el sueño y vine hacia aquí.
—Hace frío aquí fuera,¿por qué no volvemos?
—Vale, si quieres volvemos.
Volvimos a entrar y Sarada estaba temblando, ella tenía frío, pero no lo había dicho hasta ahora, ¿por qué? Lo podía haber dicho desde el principio. Pasé una mano por los hombros de la chica y la arrejunté a mí, su cara fue de sorpresa y se sonrojó; luego, la acaricié para que entrase más rápido en calor. Me separé de ella para ir hacia la habitación, en cambio yo di tres pasos pero ella no se movió. Me di media vuelta para ver porque se movía,y, el motivo era simplemente que estaba roja y petada. Aquel gesto la había cogido de sorpresa, o al menos eso creí yo. Así que sin decirla nada la cogí de su mano izquierda y la llevé a la habitación, la metí en el dormitorio y luego yo me acosté en el colchón. Cuando Sarada reaccionó por fin notó una fuerza alrededor de su cuerpo, eran las sábanas, que se las había puesto yo para que no pasase frío mientras volvía a la realidad.
—¿Ya volviste?—pregunté.
—Sí.—dijo ella yendo hasta el colchón, acostándose, y tapándose, aunque todavía se la veía la cara roja.
—Yo que tú dormía, que mañana hay que hacer la misión.
—Lo sé. Hasta mañana.
—Hasta mañana, Sarada.
Y así fue cómo poco a poco mirando el techo y pensando en una persona en específico mis ojos se fueron cerrando y me quedé dormido.
¿Por qué pensaba últimamente tanto en esa persona? Esa fue la pregunta que tuve antes de dormirme.

¿Cómo ha sido esto posible?{Sarada y Tú}(Libro 1) FINALIZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora