VI

202 21 3
                                    

Sin otro comentario empezó a hablar de sí mismo.
---Yo 《sí》 que trabajé, chiquita. América no es Europa. Un auténtico frenesí. Recordarás que empecé con frutas en conserva,¿no? Bueno, pies aquello fue evolucionando. Dejé las conservas y me dediqué a la maquinaria. Me asocié con un gran tipo. Instalamos unas oficinas en New York, que es donde vivo ahora. No te figuras lo que es aquella lucha, muchacha. Pero cuando se triunfa... Triunfar en Norteamérica es como sacar sobresaliente en todas las asignaturas del mundo. Tienes la sensación de que el universo te pertenece y de que no hay nada, por difícil que sea, que no puedas alcanzar. He venido a París para firmar unos contratos interesantísimos. Figúrate que...
Se extendió en una larga narración que incluía《Motores Morris》, 《Motores Garfield》, 《Motores Duperier》.
Parecía mezclarlos en una coctelera, con tornillos a guisa de pedacitos de hielo. Entre tanto, y mientras escuchaba, Lisa contemplaba París, que desfilaba ante la ventanilla. Campos Elíseos, Place de I'Étoile. Continuaron hacia arriba, quizás en dirección al Bois. No importaba el camino. Sólo importaban las palabras. Válvulas de seguridad..., rodamientos a bolas..., calderas a presión...
Y ella creyéndose una mujer de negocios con su encargo de veinticinco camionetas de nailon negro, pensó Lisa. Y sintió ganas de reír. Rió.
Él se detuvo.
---¿De qué te ríes?
Siempre le habían ofendido las risas extemporáneas de Lisa. Lo recórdo demasiado tarde.
---No me he reído---mintió---. Es que... estoy contenta... es fantástico lo que estás contando. Eres un millonario como esos de las películas, ¿No?
---No exageres, chiquita---rió, halagado---. No soy millonario, pero confió en serlo algún día. Sí. Algún día muy cercano.--- Hizo dar la vuelta al coche y descendieron de nuevo en dirección al Arco de Triunfo. Por lo visto, no iban al Bois---. Y ahora, querida hablemos de nuestro asunto particular. Porque tenemos un asunto partícula, ¿Verdad?
El corazón de Lisa latió apresuradamente. Había llegado el momento tan deseado. Ahora hablaría de su amor. Pararía el coche seguramente y la estrecharía entre sus brazos 《de verdad》, buscando sus labios. Cesaría el inútil parloteo y se dirían..., se dirían... Miró una de sus manos apoyadas en el volante, aquellas manos que antes siempre estaban manchadas y que ahora ofrecían un aspecto impecable. Sintió el deseo de cogerla y apoyarla contra su mejilla. El recuerdo de aquel contacto persistía en su memoria como una de las cosas más deliciosas de la vida.
---No creas que he olvidado nada de cuando ocurrió entre nosotros--- Habló Jimin---. Me refiero a nuestro amor... No te rías. Hubo un tiempo en que nos queríamos mucho, ¿Recuerdas...?
---No me río---dijo ella casi llorando---. Tampoco yo lo he olvidado.
---Posiblemente me habrás acusado de ingratitud. Y, sin embargo, sufrí mucho por tu causa durante aquel primer año de ausencia. Creo que te escribí diciéndolo. Era sincero. Luego, la lucha por la vida me absorbió. Me dejé engullir por el torbellino. Si fueses a América comprenderías lo que quiero decir. No queda tiempo para pensar en sentimentalismo. Si se abandona uno a los sentimientos, se sucumbe. Me comprendes, ¿Verdad?
Se volvió a mirarla, y por primera vez le encontró semejante con el Jimin de seis años antes, el Jimin un poco ingenuo que pedía siempre comprensión para su conducta, por extraña que fuese.
---Te comprendo, sí.
Le comprendía, aunque ella también había tenido que luchar duramente con la vida, y, sin embargo, ni un minuto dejó de recordarle. ¿Por qué las mujeres serían tan diferentes? ¿Por qué se entregarían al amor sin reservas , perdiendo todo el control que, en cambio, ellos conservan para dedicarlo a sus trabajos? En el trabajo, el hombre encontraba alientos superiores a todo. Superiores al amor. Las mujeres que creyeran otra cosa se exponeria a una enorme decepción.
---Los dos primeros años fueron durísimos. Pero juro que mi idea era ganar dinero para venir a buscarte. Luego...
---Luego...
---Luego me vi envuelto en el tinglado y... Bueno. Ya entiendes.---Detuvo el coche junto a la acera y pregunto---: ¿Quieres café?
---¿Café...? ---Estaba tan pendiente de lo que había contado, que la palabra 《café》le pareció carente de significado--- No, no. Gracias. Yo tomé café hace poco.
---Entonces, seguiremos hablando aquí.--- Consultó su reloj de pulsera. Un reloj de oro que marcaba los minutos, el día y el tiempo---. Me queda media hora. Estoy citado con unos señores a las cuatro.--- Sonrió---. No he venido esta vez a París para pasear... ni para vender estatuillas... ¿Comprendes?
---Comprendo.
---Debo dejar arreglados varios asuntos en estos tres días. Entre ellos, el tuyo. ---Se quitó el sombrero y se alisó el cabello, que olía a lavanda---. Sí, chiquita. Tu asunto. Nuestro asunto. Supongo que no habrá otro hombre de por medio.
¿Por qué lo suponía? Habían pasado seis años. Sintió la sensación de decir que sí. Pero no había. ¿Para qué mentir?
---No hay otro hombre.
---¿No tienes en Corea ningún compromiso formal?
Lisa se echó a reír. Una risa que era casi un sollozo.
---Soy libre. Totalmente libre.
Llegaba el minuto maravilloso. Pasando sus brazos sobre sus hombros, la atrajo hacia él. No pudo reconocer su olor antiguo, de jabón barato, pintura, escayona y juventud. Ahora olía a lociones francesas. Deliciosas, sin duda alguna.
---Entonces, chiquita..., no perdamos más el tiempo---Tenía, por lo visto, la idea fija de la pérdida de tiempo---. Nos casaremos dentro de unos meses.
La besó en los labios cariñosamente, con energía, quizá con un poco de angustia.
Seis años, pensó Lisa, sumergida en un mundo de vaguedades atormentadoras. Un muro de tinieblas alzadas durante seis años, que ahora los besos trataban de disipar.
---Jimin..., yo...
---Me quiere, ¿No?
--- Te quiero. Claro que te quiero.
---Podemos casarnos en marzo. ¿Te parece bien? Es un mes bastante bueno. Iré a España en esa época con motivo de una exposición industrial. Aprovecharemos para casarnos.
Asintió, incapaz de hablar. Por fin había sucedido lo que tanto ambicionara. Jimin y ella. Telegrafiaría a Jennie, la incrédula. Telefonearía a Jungkook. Y a Taehyung. Se lo diría también a madame Perrier, la de los camisones de nailon.
¡Al fin! Al fin...
《Hay otros hombres》... Bueno. ¿Qué importaba? Pero no para Lisa Manoban.
No volvió a besarla. Estaba hojeando una pequeña agenda, consultando notas.
---El diez de marzo. Celebramos mi cumpleaños casándonos. ¿Te agrada la fecha?
---Sí.
Se miró en el espejo retrovisor. Tenía las mejillas encendidas y la pintura corrida. Sacó la polvera y arregló los desperfectos... Le temblaban las manos. Se arregló el cuello del abrigo beige. Fue una suerte haber comprado aquel abrigo, que le sentaba tan bien. Evocó la escena con la vendedora y su regateo hasta decidirse a adquirirlo. Todo ocurrió un siglo atrás, durante aquella vida gris y sin ilusión que llevara hasta minutos antes.
Jimin volvió a ponerse el sombrero, y Lisa sintió el impulso de reír otra vez, pensando que se había quitado únicamente para declararse, como si considerase imposible hacerlo con el sombrero puesto.
¿Se había declarado? Sí. Naturalmente, a su modo. No podía pedirse a las personas que cambiaran de modo de ser. Jimin nunca fue romántico.
Pero para na da importaba. Se casarían el 10 de marzo. Demasiado bonito para ser cierto. Casi no podía alegrarse. No conseguía reaccionar.
---Chiquita, quedamos de acuerdo. Me quitas un gran peso de encima. Y ahora, no puedo perder más tiempo, preciosa. Nos encontraremos esta noche. Podemos cenar juntos. ¿Quieres?
---¿En Bernard's...? ¿O en Cbez Catbrine? Tomaremos sopa de cebollas. Será estupendo.
---¡Por Dios, chiquita! Nada de lugares pestilentes y miserables. Luché durante todo este tiempo para apartar de mi vida todas las cosas desagradables de hace seis años. Cenaremos en el Claridge. Quedé citado allí con un matrimonio amigo. Te los presentaré. ¿Tienes algo mono que ponerte? Algo realmente elegante. Quiero que causes buena impresión. Si no tienes algo sensacional, déjame que yo te lo regalo. Podemos entrar en este momento en cualquiera de estas boutiques.--Se llevo la mano a la cartera.
Lisa le detuvo con un gesto.
---No, no te molestes. Tengo un vestido... que quizá te guste. Sí. Te gustará. A tus amigos también.--- se sentía decepcionada sin saber por qué. Una decepción que le apretaba la garganta y le hacía temblar los labios, con deseo de echarse a llorar---. ¿Dijiste el Claridge...? ¿A las ocho...? Muy bien. Seré puntual.
Podía perfectamente ser puntual, ya que conservaba su habitación en aquel hotel. Pero no dijo nada sobre ello. Tendría que haber explicado el porqué de vivir a la vez en el estudio. Y, por cierto : aún no le había preguntado cómo supo que ella estaba en aquella casa. Solo había dejado en el hotel el número de teléfono. Se lo preguntó.
---Telefoneé a aquel número y estaba comunicando. Entonces pregunté al servicio de información, y me dieron la dirección de la cada a la que pertenecía aquel teléfono. Muy sencillo.
Lisa abrió la portezuela y bajó.
--Me quedaré aquí. Puedes dedicarte a tus importantes negocios.
---¿No me das un beso?
---Sí.---Le ofreció la mejilla.
---¿Eres feliz?
---Claro. ¿Y... tú...?
---Muchisimo. Me tenía preocupado este asunto. Estaba deseando dejarlo arreglado. Hasta luego, chiquita.
Se buena y piensa en mí.
Desaparecieron Jimin y su coche deslumbrante.
Jimin y la irrealidad. Volvió a darse cuenta de que era Lisa Manoban y de que estaba en París, en plenos Campos Elíseos, ante el café Coliseee, lleno de gente. Se dio cuenta también de que había recibido una declaración de amor y de que era una muchacha comprometida para casarse
Echó a andar en dirección a su hotel.《No más estudio por hoy》, pensó con vaguedad. Iría el día siguiente a recoger sus cosas y a decirla a Jungkook que no necesitaba molestarse. Que había triunfado y que toda la mise en scené resulto innecesario , porque Jimin había llegado a Europa decidido a casarse con ella con estudio y sin estudio, con jersey y sin el.
Entró en el vestíbulo del Claridge. Pidió la llave y subió a su cuarto. Sobre el sofá encontró una enorme caja de cartón con el rótulo de 《Madame Perrier》. ¡Los veinticincos camisones negros!
Empezó a reír histericamente. Se tuvo que secar los ojos húmedos de lagrimas. Lagrimas de risa, naturalmente.
Se puso por encima uno de los veinticincos camisones provocantes. Podía quedarse con el. A lo mejor fascinaba a Jimin... a partir del 10 de marzo. Pero no de imaginaba a Jimin trémulo de pasión ante el espectáculo del fantástico camisón negro sobre su piel satinada. Jimin, con aquella manía de la perdida de tiempo...
Abrió los grifos de la bañera y se sumergió en un baño de agua caliente, con un paños de sales de color rosa que exhalaba un aroma suave que calmaba los nervios. Era gracioso como la mente se volvía lúcida en el baño. Siempre le pasaba lo mismo. Todas las cosas importantes las pensaba mientras se bañaba. Había oído decir que igual les ocurría a los hombres durante el afeitado.
Pensó en todo lo sucedido desde el momento que esperaba en el estudio junto al teléfono con una ansiedad que producía dolor físico. La comida con sus vecinos y el encuentro en la escalera que le paralizó el corazón. Luego, sus frases. Todas sus frases, que sembraban alternativas de alegría y tristeza.
《...a menudo pensé en este horrible antro del estudio. Huele a verduras...》
《¿Los escalones de la Maideleine? ¿Estás loca...?》
《¿Quieres que nos casemos? No puedo perder más tiempo. 》
《No puedo perder más tiempo.》
《No puedo perder más tiempo...》
Dichosa tendencia a malograrse todas las alegrías buscando el lado amargo de las cosas. Sólo tenía motivos para estar alegre. Jimin había sido, a pesar de todo, fiel a sus promesas.
El baño la iba serenando. Empezaba a sentirse optimista y dueña de sí. Había triunfado.
Salió del agua, se puso una bata y se echó en la cama.
《Casi veintinueve años---pensó---. Pronto tendré los treinta. Debo pensar en cuidarme. El reposo me sentará bien, aunque no pueda dormirme.》
Se quedó dormida casi sin sentir. La noche anterior la había pasado en blanco.

Hasta aquí mis lectores, si... esto no es un sueño, se que no suelo actualizar seguido pero ahora se suspendieron mis clases por culpa del virus y por eso tuve tiempo, aunque de igual manera me dan tarea.
Y no se me decepcionen tanto enserio que cuando me leí el libro casi lloro en esta parte hay que decir que soy muy sentimental, la cosa es que sigan leyendo ya verán que todo tendrá sentido y dejenme su votito y no olviden seguirme enserio no saben cuanta alegría me da leer comentarios y ver que votan por esta adaptación.
Necesito saber que piensa

¿Que creen que pasara?

Por cierto me di cuenta que en esta historia Lisa es una dueña de un negocio de ropas interiores y hace poco había visto información de que Lisa tendrá su marca de ropas interiores ¿Sera que predigo el futuro? Ok no jajaja. Ojala y el Liskook sea real.

Y no olviden lectores preciosos lávense se las manos a cada tanto que tocan objetos, la higiene es muy importante para combatir el virus, cuidense mucho♡.

Elibel🌻


Hay otros hombres/Adaptación/•Liskook•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora