Capítulo 1.

121 30 4
                                    

La embarcación que traía a la destacable casamentera de la Tribua Agua, llegaría esa mañana. La omega viajaba toda la distancia de un polo a otro, inculcada con tradiciones importantes de la Tribu del Norte, se enfocaba en víncular las mejores pareja para la prosperidad. El trabajo de indicar qué omega podría ser un buen o buena esposa, era un oficio importante. Y requería reglas.

__


Sokka estaba en su habitacion, recostado sobre las pieles de su cama murmurando por lo bajo palabras incomprensibles para el oído humano. Cada tanto, estiraba la mano para darle un mordisco a un pedazo de carne seca y luego con la misma mano continuaba escribiendo con tinta sobre su antebrazo. Se había despertado mucho antes del sol, tratando de comprender el listado especifico que componía el reglamento del buen omega.

Una última vuelta y observó de lejos el manuscrito en su piel.

—Callado, reservado, gracioso, educado. —leyó en voz alta tratando de memorizar al menos más palabras qye la vez anterior. Continuó: — Delicado, refinado, equilibrado. ¡y por último puntal! —exclamó, escuchó afuera la voz de Gran Gran— ¡Es tarde!

Se levantó de un saltó de la cama, moviendo el brazo con tinta en un ademán de secarlo a través de la fricción del aire frío sobre la piel. Eligió la ropa que debía llevar, colocando con cuidado una camiseta y evitando mancharla con tinta. Su cabello por el momento, fue envuelto en una pequeño moño bajo. Ese día la casamentera llegaba a su Tribu, era probable que la omega ya estuviera en la gran sala de reuniones esperando a los omegas solteros. Su propósito ese día consistía en ir donde su madre Kya, la abuela Gran Gran y el resto de omegas de mayor edad que se encargaban de hacer lucir "presentables" a los más jovenes en una ocasión tan importante como está.

Salió de su choza corriendo, saludando con entusiasmo uno que otro rostro reconocido para continuar su carrera entre medio de las personas de la aldea. Su padre, un hombre con gran fé en los Espiritus seguramente se encontraba orando. No fue sorpresa para Sokka imaginar que su padre estaría pidiendo porque este día no terminará fracasando.
Él realmente quería hacer sentir orgullo a su familia. Llegó a la choza comunal, dándo un gran salto sobre un montón de montañas, hechas a mano, de nieve. Su salto lanzo varios copos en todas las direcciones, manchando de blanco el rostro de su hermana menor.

—¡Vienes tarde, Sokka! —chilló ella. En un tono demandante en una niña de apenas ocho años.

Sokka suspiro.

—No te estreses pequeñita. Si lo haces más rápido envejeces. —sonrió.

Detrás de una cortina el rostro preocupado de su madre salio a recibirlo. Se veía angustada, eso cambio también el humor del muchacho.

—Ya estoy aquí madre, no muy tarde pero siempre justo.

Kya negó.

—Sin peros. Habrías llegado mucho antes y tendrías tiempo. Ahora ven, hay que arreglarte. —dijo, tomando una de sus muñecas.

    Sokka sonrió un poco tímido. Era probable que  todos en su familia estuvieran preocupados por lo que fuera a suceder con él. Todo el honor de la familia estaba sobre sus hombros y aquel honor lo podía obtener casandose con un alfa que fuera destacable. 

La abuela Gran Gran acomodó tranquilamente al grillo que había logrado obtener, si todo salia de acuerdo al plan significaba que ese pequeño ser podría dar buenq suerte. Y los Espiritus sabían que Sokka necesitaba de toda la suerte del mundo.
Las y los omegas de la familia llevaron a Sokka hasta una enorme tina de agua caliente, donde su tía resfrego con mucha fuerza su cabello corto, pues había que dejar deslumbrante al omega que les brindaría honor.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 21 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

SOKKADonde viven las historias. Descúbrelo ahora