[Capítulo 28]

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La amistad con la chica mitad fantasma, a quien recordaba como una joven de lo más peculiar, se presentó de manera natural. Juntos a la expectativa de lo que Sumiken aguardara compartimos historias que escuchamos atentamente. Sabíamos un poco del otro, lo más que el decoro permitió. Así fueron escasas las veces, contadas con una mano, que le escuché hablar del mundo espiritual. Se mantuvo presente en mí pues ella aún conservaba mi espada. Blandirla una vez más se convertía en una necesidad. Y es que al aprender la afinidad elemental así mismo medité sobre mi vida en Gensokyo. Fue durante esa niñez en la montaña que acepté con relativa facilidad la imposibilidad de que mi antigua vida regresara. Desde entonces ya nada movía las decisiones que tomé, no más allá de lo que el momento dictara. Quizá lo seguía haciendo. Quizá y fuera con Sumiken que al sostenerla por primera vez dejara de ser así. Más que la sombra de sueños vívidos o necesidad, un llamado creció en mí. Gritaba que emprendiera mi camino hacia el Meikai y descubriera más sobre Sumiken y sobre mí.

Mis tontas y sabias decisiones.

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Límites

No hubo impacto alguno que siguiera a lo anterior.

Sin saber qué tomar de aquello Keine lo vio como una broma con la que buscaba atraparlas desprevenidas. Había pasado tanto tiempo con Mokou, después de todo. A saber cuántos y cuáles cuentos vergonzosos se decidió a contarme. Por la manera juguetona en que frunció el ceño te fijabas que aun si lo dije sin ápice de duda, ella no consideró tomarlo con seriedad. Mokou por otro lado entendió el chiste mal y ese fue el más grande error. Pensar que se trataba de eso, una broma, me hizo chirrear los dientes con escuchar su risilla malintencionada.

—No es un juego.

La expresión que compuse entonces iba más allá de la seriedad pero no exasperación. El tipo de temple que expresa las mayores simplezas, calmo y con un deje de vergüenza, la suficiente para hacerte ver sólo legítimo. Las dos me miraron a los ojos. Keine incluso se levantó y lo hizo aun a oscuras, no dejando que me quitara. Y logró verlo, que la imagen de mi persona ya no era la del mismo hanyou.

—¿Qué razones puedes tener para querer ir a ese lugar? —preguntó con cierto tono de consternación, terciando al final.

Mokou soltó una trompetilla, divertida. Aplaudió un par de veces sin mucho esfuerzo en hacerse escuchar y más bien haciéndolo por el acto de ironía.

—Se trataba de eso —dijo—. Intenté descifrarte con los días que pasamos allí, saber qué rayos traías en la cabeza. Me contaste de la espada pero no creí que estuvieras tan interesado.

Contuve una respuesta pronta y apresurada con algo más que mordacidad. Me iba a escuchar infantil ante quien fuera.

—¿Es tan importante que tengas que ir? —preguntó Keine, dejando en obviedad que no esperaba una respuesta—. No hablamos de bosques o montañas, en donde ya sabes manejarte. Es el Meikai, tierra de espíritus. Es un mundo que ni siquiera conoces.

—Para un mortal —continuó Mokou—, ese es el último lugar en el que quisiera aventurarse por sí solo.

Silencio de mi parte.

—Recuerdo que antes nos dijiste de aquella chica, de Youmu. Ella te entregaría tu espada, así que no tienes razón para arriesgarte de esa forma. Te quedarás aquí, es lo mejor para ti.

Recuerdo haberme enfadado tanto que ni quise demostrarlo. Puntualizó cada palabra con cuidado, del mismo modo que lo hacía si acaso alguno de sus alumnos se comportaba insolente. Funcionó tan bien en mí y eso me molestó por dos. La noche finalizó cuando sin nada más por agregar levantamos todo fuera y entramos. Y es necesario remarcar que no recordaba haberme enfurecido tanto con ella como entonces. Siendo honesto nunca tuve tales pensamientos iracundos, unos que replicaban con injusticia como niño pequeño ante la voz y decisión de un adulto. Porque me trató como un niño, lo cual fue inconcebible. Aun así y como uno, dejé el yunomi a medio beber para entrar a la escuela, yendo directo a mi habitación a recostarme y lidiar con la maraña de pensamientos que no me dejaron en paz.

[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.Where stories live. Discover now