Capítulo 39: ¿Acaso me amas?

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-Estas... Aquí...- Miró a Claude como si fuese lo fascinante despertando su curiosidad. Como si fuese una obra de arte, y mientras más le miraba, más formas y colores hermosos descubría.
Y es que no solo estaba ahí. Era él.
Si solía pensar que cada una de sus decisiones era errónea. Que cada una de sus opciones le había arruinado la vida, pero jamás pensó eso de Claude.
Alois siempre se vio en un laberinto, y a cada vuelta se encontraba sin un camino, cada vuelta era una mala decisión. Pero cuando recorría esos mismos caminos tomado de la mano de Claude, siempre había salida.
Cuando estaba solo, solía verse encerrado entre cuatro paredes estrechas, paredes que le causaban pánico. Pero cuando Claude le acompañaba, por las estrecha que fuese la jaula se sentía libre. Con él se sentía en paz.
Y de cada una de sus erróneas decisiones. Todas las correctas era Claude. Siempre lo supo, siempre fue él. Y se cubrió los ojos, hizo oídos sordos a los llamados de auxilio que el mismo se gritaba al mirarse al espejo. Ignoró el profundo dolor de estar lejos de aquel hombre que le hacía sentir seguro entre sus brazos.
Y ahora estaba ahí. Con una maldita maleta junto a los pies, parado a la entrada de la puerta de aquel departamento que pertenecía a el de ojos dorados.
Y ahora que estaba por fin ahí, apunto de encajar entre sus brazos, se sentía congelado, se sentía inexperto, sentía que la voz jamás le perteneció. Tenía tantas cosas en la garganta en ese instante que precisamente no podía encontrarlas. Ni si quiera una.

-Estoy aquí.- Su voz fue un quejido bajo, débil.
Las lágrimas ya caían por sus ojos azul cielo, humedeciendo sus coloradas mejillas.
Su corazón latía tan fuerte como la primera vez que lo vio, y sus entrañas se resolvían con la misma intensidad de siempre cuando le miraba a los ojos.
Suspiró. Completamente enamorado, porque lo estaba, estaba completamente enamorado, siempre lo había estado. Y no comprendía como es que en algún momento lo había dudado.
Alois inspiró hondo, sus pulmones llenándose no solo de oxígeno también de dureza y valentía.
Entonces habló por fin. -¿Aún hay un hueco para mí, contigo?- Su tono fue esperanzado, acompañado de una débil sonrisa sincera.

~*~

-¿De qué estás hablando?- Elizabeth pareció perder el color de su rostro de pronto junto a esa mueca afligida que solía utilizar para conseguir sus caprichos.

-¿Quién es el padre de tu hijo?- Volvió a decir tranquilamente.

-Tú, tú eres el padre. Eres mi-mi esposo- Alois suspiró. Se llevó las manos al rostro en gesto cansado, irritado.
Observó a la mujer rubia frente a él. Le dedicó un gesto completamente sereno. Se levantó de su lugar, se acomodó de cuclillas frente a Elizabeth y le miró a la cara con una mirada comprensiva.
Llevó la mano a la mejilla de la de ojos verdes, le acarició el pómulo húmedo por las ligeras lágrimas y le sonrió.
Casi pudo sentir a Elizabeth tranquilizarse, el llanto brotó de sus ojos a mares al igual que bajos sollozos.

-Es que yo no-no quería casarme. Yo te quiero, te quiero mucho. Pero no... Así. No así.- Decía ella apretando sus faldas entre sus puños, apretando los dientes y cerrando los ojos con fuerza como intento por calmarse. -No quería que esto pasara.- Volvió a sollozar ella.

-Está bien. Está bien.- Habló Alois acariciándole los rizos para que se calmara ya. Elizabeth le miró, dejando ver su completo agradecimiento por la comprensión de Alois.

-Mis padres querían... dinero. Sus oficinas ya no producían lo suficiente, demasiado personal. Y ya no sabían que hacer... conocían a tus padres desde hacía años. Tu padre quería callar los rumores sobre tu homosexualidad. Y mi padre quería-quería dinero.- Explicó Elizabeth con voz aguda debido al llanto.
Se sintió culpable por no notarlo.
Se sintió realmente horrible por creer que era el único hundiéndose en un amor comprado.
Sentía que había tenido los ojos vendados por demasiado tiempo.

Fuera De Cámaras<AloisClaude. (CORRIGIENDO)Where stories live. Discover now