Legado Dañado

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Todo este lugar parece haber sido forjado con palabras y silencio, con puertas infinitas de las que sólo sus creadores conocen el verdadero objetivo, y nuestro verdadero problema radica en que no sabemos que puertas debemos abrir y cuales deben permanecer cerradas... Ahora solo podemos jugar un juego de azar. A veces resulta divertido... ver que los humanos creemos que somos fuertes, superiores, seres que solo han vivido en guerras sin sentido desde el principio de los tiempos, pero la verdad es que somos muy frágiles, podemos quebrarnos tan fácilmente como las alas de una mariposa... Y ahora la humanidad, y el resto de los habitantes de la Galaxia parecen  depender de toda la fortaleza que puedan acumular.

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El mensaje de Nuray había sido recibido, y de hecho el Capitán Lasky ya se había comunicado con el Inquisidor, así que no faltaba mucho  para que la Infinity estuviese de vuelta una vez más.

Aquel día Thel despertó junto a ella, justo como lo había hecho casi todas las mañanas desde que habían vencido las sombras que los separaban.

Nuray aún dormía recostada de lado, así que sus ojos ámbar se movieron recorriendo de arriba a abajo el cuerpo y rostro de la chica, y pasó sus dedos entre el largo cabello suelto que caía sobre su hombro y su espalda formando suaves ondas azabache.

La piel de su mano era rugosa y ligeramente áspera, pero aún con eso ella no despertó, solo hizo una pequeña mueca y se acurrucó entre las sábanas, lo que hizo que el Inquisidor se preguntara si en realidad ella era consciente de donde estaba, o si se había sumergido tanto en sus sueños que quizás creía estar en otro lugar.

Se sentó sobre la cama y la miró de reojo, y por alguna razón su memoria lo llevó a las noches que habían pasado juntos, noches enteras en las cuales a veces se encontraban entre muestras de amor y otras veces simplemente charlando. De hecho aquella noche en particular habían estado hablando como nunca antes lo habían hecho, ambos hablaron de su vida, de sus inquietudes, de vez en cuando de cosas irreverentes, y recordar eso provocó una expresión de alegría en el sangheili, sin embargo, y sin saber por qué, repentinamente una sensación de inquietud lo invadió, era una inusual mezcla de desasiego y serenidad, como si en un momento todo se esfumara y una ola lo recogiera para escupirlo en un paraíso, y al siguiente minuto todo fuese aplastado y destruido por una fuerza que no podía ver ni enfrentar.

Eso lo hizo estremecerse, algo que sin duda muy rara vez experimentaba, y no supo si fue solo coincidencia, o si Nuray se había percatado de eso, pero inesperadamente sintió como ella lo abrazó por detrás y rodeó cuidadosamente su cuello con sus manos hasta cruzarlas sobre su pecho, y recargó su mentón sobre su hombro derecho.

-¿En que piensas?...-, ella susurró con suavidad.

El Inquisidor no respondió, solo acarició su mejilla y se levantó para dirigirse a darse un baño. Nuray lo miró confundida pero decidió no insistir en ese momento, así que hizo exactamente lo mismo. En medio de un bostezo se puso de pie y se estiró un poco, tomó algunas de sus cosas y salió de la habitación hacia los baños. Intentó disfrutar de lo que sabía sería una de sus últimas, largas y tranquilas duchas, ya que una vez reincorporándose a los confrontamientos, ni siquiera estaba segura de cuando podría volver a ver una regadera, así que se tomó su tiempo.

Cuando terminó, como de costumbre, se puso su traje, comprobó sus armas, esperó a que su cabello se secara para atarlo en una coleta alta, y decidió regresar a ver a Thel.

Para cuando volvió a su habitación, él ya tenía puesta su armadura dorada, que parecía recién pulida, y una larga capa blanquecina colgaba de su cuello hasta su costado izquierdo. El sangheili le dirigió una mirada amable y una caricia en la barbilla a Nuray, y eso fue todo, sin decir una palabra simplemente salió hacia el balcón, apretó la orilla de la barandilla con sus manos, y echó un vistazo a Vadam. A unos metros podía observar a algunas de las naves aterrizando sobre el valle, y a algunos sangheilis aproximándose hacia los generales, ahora podía ver a parte de sus fuerzas reuniéndose, y aunque por un lado esa vista era energizante para su espíritu, aún algo no se sentía bien.

HALO: DUST AND ECHOES (Español) Where stories live. Discover now