CAPITULO 1

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Era un día normal en lo alto estaba en sol algunas nubes uno que otro pajarito pero algo no era tan normal la casa del frente estaba quedándose vacía pues la familia que vivía en es lugar se iba a mudar y en pocos día llegaría una nueva familia.

Un niño de cinco años observando como su amiguita de juegos se marchaba sólo pudo sentir tristeza. Era una linda niña que le gustaba los carros a igual que a él, era la perfecta compañía.

Pero ahora solo queda su recuerdo.

Que a los pocos día fue olvidando mejor dicho un día en específico el 14 de marzo un camión, estacionado frente a la antigua casa de su amiga solo indicaba una cosa, un nuevo amigo.

Eso era lo que más deseaba un hermoso niño con ojos soñadores.

—Espero que sea un niño— pensaba para sí mismo.

A los pocos minutos de un automóvil negro salió una mujer con largos cabellos castaños, un vestido rosa pálido que cubría más a bajo de sus rodillas, de figura esbelta, bien arreglada.

Detrás de aquella mujer aprecia una figura pequeña con cabellos  castaños, ojos marrones y en su espalda una mochila de doraemon.

El niño de la ventana sonreía al ver esa singular mochila, ya que él tenía una, que su madre le obsequio el día de su cumpleaños.

¿Tal vez era el destino?

—Seres amigos —susurró al viento.

🌼

Esa misma tarde su madre lo llevó a dar la bienvenida a sus nuevos vecinos.

El niño no puedo evitar llevar su mochila de doraemon para enseñarla a su nuevo mejor amigo.

Al los pocos minutos ambas mujeres ya se encontraban en una charla amena, mientras que el pequeño buscaba con la mirada a la persona de su interés.

Un sonrisa se formó en sus labios cuando de la nada apareció sonteniendo un carrito de juguete.

—Hola —se apresoro a decir al niño un poco tímido.

—Hola... —hablo con una suave voz.

—Mi nombre es Kong y el ¿tuyo?

—Arthit, mi nombre es Arthit — alzando la mirada al niño que parecía casi de su edad.

Mientras Kong estaba más que sorprendido por la belleza de Arthit, ni su amiga May era así. O ¿Arthit era una niña con cabello corto?

—¿Eres un niño? —preguntó para quitarse la duda

—¿He? Claro que soy un niño que no tienes ojos

—Si los tengo, están en mi cara —sonríe señalando sus ojos con su dedo índice.

Esa sonrisa, Arthit se perdió en esa sonrisa, tan dulce, fijándose bien en cómo los ojitos de Kong se cierran cada vez que lo hace, eso ojos negros como capulis, sus cabellos negros cayendo sobre su frente.

Era lindo, realmente lindo.

—Seamos amigos — dijo Kong

—Claro.

Esa noche de un 14 de marzo comenzó un hermosa amistad entre dos pequeños inocentes que no sabía cuán pesada sería la palabra “amistad”.

Pero la vida y los años les harían entender.

🌸

Gracias por leer

Entendí Y Descubrí, El Infinito Entre Los DosUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum