17. Vainilla

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Las palabras le quedaron cortas para describir el momento exacto en el que descubrió la verdad de ese día. De ese horrible día que había marcado parte de su vida, que mirándolo desde el otro lado, el lado bueno de las cosas, le había dejado un regalo.

Su bebida había sido alterada. Nunca se imaginó que a ella le pudiera haber pasado. Nunca sospechó de nadie, y no creyó que alguna de las personas que frecuentaban en el bar donde ella trabajaba en su último año de universidad, se hubiera atrevido en hacer lo que a ella le sucedió.

El lugar estaba oscuro, la voz se distorsionaba y sus músculos estuvieron sin fuerzas para luchar, o incluso gritar. Fue de la peor manera. Le privaron de sus sentidos. Y eso no fue nada, apenas era la punta del iceberg.

Nadie le iba a creer en la estación de policías. Nadie lo hizo.

No tenía signos de maltrato. La policía necesitaba ver arañazos, rotura de vestimenta, hasta sangre quizás.

Despertó tirada sobre un sofá, con la luz de una lámpara al lado suyo, sola. Su ropa estaba regada, como si ella se lo hubiera quitado. En lo absoluto no ocurrió así.

No tuvo desgarres, le iban a acusar de que ella lo deseó, pero ella nunca accedió bajo sus cinco sentidos cuerdos. Ella nunca quedó con alguien. No necesitaba de alguien, tenía a Silvia. ¿Para que quería engañarla? Para ese entonces estaba teniendo una relación fructuosa, ¿para que lo arruinaría?

Y lo peor llegó cuando su propia amiga no le creyó. La mujer que consideraba como a una hermana, la juzgó. Y si así pasó con ella, los oficiales mucho menos le hubieran creído.

Ni siquiera quedó impune porque nunca denunció. No tenía las suficientes evidencias para probar lo que le habían echo.

No tenía ningún nombre, y rostro alguno que señalar. Mucho menos tuvo el apoyo de la persona más importante para ella.

Laila, la señaló como una promiscua. Acusó su gran amabilidad como una invitación a todos los hombres para tener sexo con ella. Que eso se buscaba por estarle coqueteando a todo a quien atendía. Y que su lección había sido aquella violación.

Alex jamás había sido ese tipo de mujer, siempre respetaba para que hicieran lo mismo con ella. Era cordial, sí, porque el trabajo requería que así lo fuera ella, y se le pidió que si alguien más le faltaba el respeto lo reportara para que administración se encargara de ello. Ella nunca miró de más a alguien, siempre trataba de no mirar al cliente si era necesario. ¿Cuánto más había que explicar que Alex fue totalmente la víctima?

Al llegar a casa, con la ayuda de Emily, se encontró con un gran dilema. ¿Debía de decirle a Diane y a Silvia lo que le había ocurrido? Simplemente pensó que tragándose la pastilla de emergencia ahí acabaría todo. Pero no, no lo fue así.

A los dos meses creyendo que las cosas se habían solucionado y que no volvería a recordar lo sucedido, se presentaron los primeros mareos, las náuseas, los dolores de cabeza, fatiga y un desmayo que la llevó a revelar que estaba embarazada.

El cielo se le vino encima. Lloró desconsoladamente porque no sabía qué decisión adecuada tomar. Tenía miedo de que Silvia la rechazara. Tenía miedo de no poderle dar una mejor vida al feto que crecía dentro de su entrañas. No sabía si a Diane le dolería saber que a su hija le hicieron daño. Un millón de ideas perturbaron su mente y por días no la dejaba ni dormir.

Hasta que llegó la vez en que volvió a parar al hospital por otro desmayo y le diagnosticaron un embarazo de riesgo menor. Silvia se enteró ese día.

Claramente les llegó a doler, y a llenar de impotencia cuando Alex les contó la verdad. Sí desearon ver tras las rejas al maldito hombre que abusó de ella, pero habían cientos en la ciudad que nunca podrían dar con el verdadero culpable.

Azul Insano|Vauseman|[AP#1]/(TERMINADO)✔️Where stories live. Discover now