El fin del muffin

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Le quedaba muy poco tiempo, estaba desesperado, pero al panadero se le había olvidado el muffin que yacía caído en el suelo, a merced del polvo y de las hormigas. Obviamente, su mayor sueño nunca se iba a realizar: servir para hacer feliz a una persona. Este valiente muffin aspiraba a lo que otros postres siempre temerían:  a ser comidos por alguien, un humano, en realidad. Este pequeño pan, siempre había soñado con eso, creía que su propia existencia era corta, de apenas cuatro días o más, si el tiempo y el ambiente eran bondadosos; pero que si su azúcar y glucosa eran ingeridos por alguien, este alguien podría darle una existencia más larga que se expresaría en alegría, algo intangible y eterno. Desde su nacimiento, este muffin se cuestionó si su sabor sería lo suficientemente bueno como para marcar tal impresión, pero mientras lo descubría... ¡ups!, el panadero salió corriendo por un extraño motivo con la cesta de panes. Tal vez tenía mucha prisa y por eso no se preocupó (o fijó) en el solitario y lastimoso muffin que caía como en cámara lenta al sucio suelo a la vez que sus sueños y aspiraciones se hacían pedazos. Ahora se encontraba ahí, quieto y desesperado, no sabía que pensar o ... (no podía decir nada por ser un muffin), pero imaginó qué hubiera pasado si aquel panadero lo entendiera y hubiera valorado su existencia... ¿por qué yo? De todos los panes cobardes... ¿por qué yo?, pensó. Entonces sintió que algo se extendía sobre su superficie cubierta de polvo  y además, mojada, pues había caído en un charco de agua que el panadero había derramado también por su prisa; eran bacterias malas y microbios, incluso percibió un virus entrar a través de él. Ahora estaba maldito, cualquier persona que se lo comiera moriría. El peor destino de los panes había caído sobre aquel desdichado, perdido y desgraciado pan, que en este momento, encontró su... su... un pequeño niño apareció en la escena... (no...) ... y vio... y miró al maldito muffin... y... (oh, no...) ... (no... no... No... NO).

En fin, de este relato podemos concluir que, si te valoras a ti mismo, no te preocupes por un muffin o un panquesito... solo hay que dejarlos ser y filosofar hasta llegar a la verdad si llegan a caer a un charco de mugre, con polvo, cucarachas y enfermedades. Y lo más importante, no ingieras un virus, por favor.

FIN de "El fin del muffin".

La masacre de los panqueques.Where stories live. Discover now