La esencia

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Yo vivía en esa casa desde que tenía memoria, sus paredes cálidas y sus amplias habitaciones y pasillos me brindaban tranquilidad; mas mi parte favorita era la cocina, en donde resguardaba agua y comida que traía la única persona que conocía. A pesar de nunca haber conversado como tal con ella, me traía aquellos alimentos que yo apreciaba tanto. Su presencia era reconfortante y a la vez misteriosa, pues siempre olía a papel. Yo no solía tener tiempo libre, pues ella me pedía que pintara en lienzos que luego se llevaba; pero cuando lo tenía, me dirigía a la cocina, pues por alguna extraña razón amaba saborear los alimentos buscando una esencia que nunca encontraba, una sensación indescriptible a la que no podía acceder. Pero todo cambió el día en que me cansé de esperar encontrarla en la comida de siempre, tal vez porque en mi interior, sabía que dentro de la casa estaban todas las respuestas. Fue entonces que, guiándome por mis instintos me topé con una puerta a la que nunca había prestado atención y que en ese momento intenté abrir, mas estaba cerrada con llave. Esto llamó mucho mi atención, pues además de la entrada, no había más accesos bloqueados de tal manera. Me dispuse a retirarme, pero antes, pegué mi nariz a la madera y olfateé; la sensación que obtuve fue intensa e increíble, se trataba de algo conocido y a la vez desconocido, algo simplemente maravilloso, dulce y sensacional. Sin duda, la esencia que me complementaba. La desesperación que sentí al tener una miserable puerta cubriendo el acceso hacia aquello, me llenaba de desesperación, pero sabía que pronto llegarían las respuestas. Cuando volvió la persona de los víveres, le pregunté qué era lo que se escondía tras aquella misteriosa entrada, sin embargo, esa persona no parecía entenderme, así que le mostré el lugar y le conté lo sucedido. A su expresión también la motivó la intriga. Removió sus bolsillos hasta encontrar unas llaves, las cuales empuñó con duda antes de pasarlas a través de la cerradura, sin embargo, antes de darles vuelta, pareció percatarse de algo, me miró y con una seriedad aterradora me pidió que me retirara a mi habitación, cosa que no pude negar, pues era la primera vez que ella respondía a un tema iniciado por mí. Pasé una hora esperando escuchar a la puerta abrirse de nuevo para descubrir aquel misterio, y de ser posible, apoderarme de él. Pero eso no sucedió. En cambio, el fuerte y maravilloso olor que, aunque levemente yacía impregnado en mí después de haber estado tan cerca de la entrada bloqueada, había comenzado a desaparecer. Eso me perturbó, y con la intriga poseyéndome, decidí bajar a averiguar la razón por la cual, aquella persona había tardado tanto, mas al abrir la puerta de mi dormitorio, me inundó el dulce aroma que me había llevado a aquella situación. Bajé con desesperación las escaleras que me conducían hasta la habitación y me encontré con aquella puerta abierta, inundando mi casa de su esencia. Di lentos pasos hacia su interior, aún sin creer lo que veía y sin razonar por qué la puerta estaba así, y logré entrar. En medio de la habitación, de color rosa y con flores pintadas en sus paredes, encontré una mesa, y encima de la mesa, un gran muffin. Ese postre parecía haber sido mordido antes por alguien, probablemente, por la única persona que yo conocía y que me traía los víveres, pero la parte que faltaba era bastante como para haber sido devorada una sola vez por una sola persona, eso me dio un mal presentimiento que hizo que la esencia a mi alrededor empezara a ser de putrefacción. Y en pleno dilema, decidí morder el gran muffin antes de que su sabor no volviera a ser el que buscaba. Salí de la habitación con náuseas y cerré la puerta por accidente. Observé que la casa tenía amplios pasillos y cálidas paredes; sentí que olvidaba algo, una esencia especial... me recosté en un sofá y cerré los ojos con fuerza. Escuché un sonido, era otra persona dentro de la casa, su expresión era de desconcierto y terror. Sus labios se movieron temblando por su identidad. Yo no podía responderle, y se lo dije, luego me dispuse a salir de la casa, pero antes de ver el exterior miré a la desconcertada persona y le dije:

-Creo que, si te quieres quedar en la nueva casa, deberías escribir.

La masacre de los panqueques.Where stories live. Discover now