4-EL ORIGEN DE LA MALDICIÓN CAIRA

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EL ORIGEN DE LA MALDICION CAIRA

          En Sangir las cosas no han ido bien, ha ocurrido algo terrible: un cruzador, criatura de Narte atravesó la frontera y nadie lo noto. Se ha mantenido oculto en el bosque, analizando y buscando los puntos débiles de los guardianes. Una noche el cruzador estaba escondido en un arbusto y visualizando el paseo nocturno de tres hadas, un hombre y dos mujeres, iban agarradas de las manos para no perderse en esa noche oscura.

Sintió envidia hacia tales criaturas de hermosa belleza. Si hubiera tenido la oportunidad de escoger, el cruzador hubiera escogido ser un hada. Mas allá del lago, al lado de un árbol frondoso, un guardián montaba guardia y el cruzador se acurruco aun mas, para no ser visto. Se estremeció cuando el guardián soltó un silbido y en su pequeña cabecita salto la alarma de que lo habían descubierto.

Con mucho cuidado se asomo. Una de las mujeres hadas se separa del grupo y va hacia el guardián, duran varios minutos hablando hasta que la hada se despide y regresa con las demás. El guardián se queda suspirando y mira a la Luna y esto llama la atención del cruzador. Un experto en el amor se daría cuenta que aquel guardián estaba enamorado y de la hada.

Esa hada nunca se enamoraría. Las hadas tenían prohibido enamorarse y era eso lo que hacía todo más divertido. Sonrió con perversidad, el haría que es hada se enamorara. El sol ya estaba por despuntar y la noche estaba por sucumbir, caminaba sigiloso con su arco y flecha lista para atacar. Buscaba a la hada que había visto en la noche, a esta hora les gustaba bañarse y no osaba a perderse tal espectáculo.

Criaturas completamente perfectas e intocables. En la desembocadura del estaba la hada que buscaba, estaba de espalda y ligeramente encorvada, perfecta para su obra. Subió el brazo y doblo el otro, templando la cuerda y fijando el objetivo, la flecha giro con velocidad y se incrusto en la espalda del hada.

Por el impacto se fue de rodillas, con la boca abierta y sin la posibilidad de moverse, la flecha empezó a achicarse hasta ser un pequeño tapón, prueba de lo que había ocurrido. Ninguna hada se dio cuenta, porque donde se encontraba la hada bañándose, estaba oculto por arbustos de gran tamaño. El cruzador se acerco con seguridad pero debía ser rápido, le termino de vestir mientras que esos ojos intranquilos lloraban de dolor.

-al guardián de la noche a él enamoraras y shh, ni una palabra y no dejes que te vean bañar, nadie-la hada fue a buscar al guardián, y en su mente se repetía las palabras del cruzador.

Caía una leve llovizna, y los rayos del sol estaban formando un hermosos arcoíris. El guardián miraba aquel arcoíris pensando en nada, cuando un ruido lo alerto. Alzo s lanza en defensa y de entre los arboles salió una hada, que le alumbro el día, más que el amanecer. La saludo como de costumbre y le recordó como la noche anterior, que no debía estar mucho en es parte del bosque, por la cercanía de la frontera. La hada asintió ante la advertencia conocida y le entregó unos frutos secos que había recogido.

El guardián estaba encantado y la invito a sentarse en su raíz. La hada lo acompaño mientras comía y recostó su cabeza del hombro de su acompañante. El guardián se paralizo y el corazón le empezó a latir con fuerza, no sabía qué hacer, y pensó en continuar comiendo.

Se atrevió a colocar su brazo en los hombros de su amada hada. Escucho pasos y con rapidez se separo de la hada, estaba prohibido tocar a las hadas. Su pureza no podía ser manchada y el no podía manchar a su hada, nunca.

Se miraron con complicidad y guardaron las palabras. El cruzador daba saltos en s mente, plan estaba dando buen comienzo. A la hada se le notaba lo contenta que estaba, pero cuando se le preguntaba a que se debía tanta alegría, se quedaba callada. También se le llamo la atención por estar sonriendo. Es como si hubiera olvidado, lo peligroso que era la sonrisa a de un hada.

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