XXVI

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Me gusta mirarlo por un rato.

A veces nuestras miradas se cruzan y es algo incómodo.

Pero a la vez reconfortante.

Ignoró mi declaración por unos días.

Creí que lo había olvidado.

Creí mal.

Hoy me volvió a tutear y me sonreía guiñándome un ojo.

Y esta vez los dos eramos conscientes de lo que eso causaba en mí.

Él era consciente de mí.

Mi querido Profesor [1]Where stories live. Discover now