VICENZO:
No es la primera vez que salgo de Estados Unidos. He ido a varios países e islas europeas, pero nunca había estado en ningún sitio del Caribe o con esencia latina. Mi padre nunca lo necesitó. Todo lo que se vende en Chicago proviene de Italia, lo cual no entendí debido a que gran parte de la droga es cultivada en países latinoamericanos hasta que supe que los Cavalli tenían poder en Sicilia. En lugar de pasarlo directamente a Chicago, se detiene en nuestra amada patria primero con el fin, seguramente, de aumentar los ingresos de alguna forma. Tampoco he estado en Rusia, a diferencia de Arlette, pero ya que los gobiernos de ambos países, Rusia y Cuba, comparten ciertos principios políticos, imagino que debe ser como estar aquí. Sales y puedes transitar por las calles como un hombre libre, pero hay un montón de mierda invisible que no estás viendo y sí sientes. En mi ciudad natal hay de eso. Mierda, las personas saben desde el momento en el que nacen que son peones en el juego de alguien más, pero es como si aquí no solo lo supieran. En un estilo de vida.
Es la maldita aceptación de que haga lo que hagas, estés donde estés, hay una mano envuelta alrededor de tu nunca. Inclinándome sobre la barandilla, le doy una calada a mi porro antes de arrojarlo al suelo y aplastarlo con la suela de mi zapato de cuero. A parte de eso, es un sitio bonito. La Habana parece haber sido congelada en el tiempo en los años sesenta, incluso diría que antes de eso, por lo que lo que he conocido de ella está constituida por edificios antiguos, pero todavía bien cuidados y atractivos a la vista. La mayoría de los autos que transitan por las calles son modelos viejos, haciendo el contraste entre ellos y los vehículos de las personas con dinero fuertemente evidente. Tras recuperar la calma, me doy la vuelta y regreso a la habitación al escuchar un gemido proveniente del otro lado de esta. Arremango mi camisa antes de arrodillarme en el suelo y mirar al camello que Emi y Francesco consiguieron en una discoteca anoche. Gracias a Kai, quién modificó la localización de mi teléfono, Porfirio sigue pensando que seguimos en Chicago a pesar de que pactamos vernos en un par de días para hacer el intercambio por Penélope.
─¿La has visto? ─pregunto nuevamente en español, seguramente sonando como un gringo de mierda a pesar de que la sintaxis gramatical entre el italiano y el español es malditamente igual.
Estoy enseñándole una foto de Pen. El hombre niega, sangre corriendo por su nariz y las heridas que los golpes de Emi han ocasionado en sus pómulos, antes de inclinarse hacia atrás y escupir en mi maldito rostro mientras dice algo en español que nadie en la habitación entiende, ni siquiera Flavio el superdotado, por lo que al instante escuchamos la voz robótica y femenina de Google salir desde la laptop de Kai. Él está sentado en la cama, en pijama, comiendo una hamburguesa de servicio a la habitación.
─Nunca vas a encontrar a la pequeña perra.
Francesco suelta un gruñido. Es lo mismo que el tipo ha estado repitiendo con diferentes palabras desde que lo trajeron anoche. Haciéndole una seña a Emi, salen de la habitación, probablemente camino a buscar a alguien más que interrogar. Me pongo de pie y piso sus manos, haciéndolo gritar bajo la mordaza que llevo a su boca antes, debido a la manera en la que los clavos de la madera bajo de ella se incrustan en su piel hasta que la atraviesan. Sus ojos parecen a punto de estarse saliendo de sus cuencas ante el dolor, sus gritos ahogados, pero malditamente no me interesa. Aún si no tiene ni idea de dónde está mi hermana, sabe dónde está Porfirio y no es un maldito santo. Vender drogas no es como vender cachorros. En algún momento podrías estar del otro lado de la tortura y eso es algo que sabes apenas entras en ello.
─¿Sabes dónde puedo encontrar a tu jefe?
Temblando, niega mientras todo su cuerpo se sacude, rabia e ira a sus ojos. Ya no solo piso sus manos. Me paro sobre ellas y me inclino hacia abajo, tirando de su cabello grasoso hacia atrás.
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Cavalli © (Mafia Cavalli ll)
ActionUna buena hija. Una buena prometida. Una buena chica. Una buena princesa de la mafia siciliana. Solía ser lo que todos querían que fuera. Ahora, gracias a los asesinos de mi padre, el hombre más rico de la mafia siciliana, soy nada. TODOS LOS DERECH...