Tengo un mejor amigo. Me visita a menudo robándome partes de mí que cada vez me cuesta más reemplazar, un vacío que se me hace cuesta arriba completar. Hay veces que me gustaría que no existiera porque me haría la vida más fácil. Se llama miedo, miedo de quererte porque podría romperme a mí para construirte a ti, miedo de que me sueltes la mano, una mano que se llena de compañía y sufre de hambre con la soledad, de quererme por si me pierdo, aunque a lo mejor así me encuentro y por si te corto sin querer ya que nunca te lo haría queriendo. Siempre viene acompañado de un tal "inseguridad", bonito nombre para tremendo caos. Ese caos no es precisamente agradable ni fácil de arreglar por así decirlo, ya que te pisa tan fuerte que te deja tal huella que ni el tiempo te la borra. Y me dirás que el tiempo lo cura todo, pero el tiempo avanzó y no me esperó. Puedes correr e incluso gritar, pero lo peor en esta vida es andar por un camino que no tiene final y gritar con silencios que nadie escuchará.
