Siempre me han dicho que ojos que no ven, corazón que no siente, siempre intentando taparme los ojos mientras sangraba por muchas otras partes. "Fuiste mi mayor y más bonita destrucción"... esa frase se repetía constantemente en mi cabeza, un duro bucle que no conseguía llegar a superar. Esas siete palabras fueron suficientes para despedirme de él, con lágrimas en los ojos y de rodillas, rezando para que te dieras la vuelta, pero no lo hiciste. Me mentiste y te largaste, llevándote de mí lo poco que me quedaba. Lo que de mi te llevaste no volverá y por egoísta te lo quedaste, ahora lloro pensando en esa parte de mi corazón que ya no existe, no está, ahora tan solo es vacío que pesa el doble y que a veces me complica hasta respirar. Quisiera volver a ese comienzo, nuestro comienzo. Esa noche de verano, fueron meses complicados. Cada noche salía al parque de enfrente de casa, buscándole un sentido a lo que vivía. Sabía que debía volar y cada vez me arrastraba más. Todas las noches éramos solamente la luna y yo, la cual se volvió testigo de mi castigo.
