4.

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Jisung y Young Mi estaban muy ocupados en el patio trasero bajo la luz de la luna. La mujer acariciaba el tronco del árbol que allí tenía mientras recitaba en voz baja algo que Jisung no entendía muy bien. El pequeño se estaba tomando el trabajo de regar y mimar a las flores, su noona le había dicho que así ellas lo querrían más.

—Minho estaba muy cansado y se fue a dormir temprano —habló el chiquillo, observando como el árbol de roble removía sus ramas y se estiraba.

Young Mi sonrió, parando de murmurar por lo bajo, y se volvió hacia Jisung.

— ¿Hay algo de lo que quieras hablar? —Inquirió dándole una palmada al tronco antes de agarrar un libro anticuado de entre la hierba.

— ¿Cómo lo supo? —Cuestionó Jisung, notablemente sorprendido. Dejó la regadera de lado y se acercó a ella, curioso.

—Usualmente, si Minho se va a dormir temprano, tú duermes con él. Y tus ojitos dicen mucho más de lo que crees —confesó la mujer, mientras observaba las flores con los ojos entrecerrados —Así que vamos, pregunta —lo animó, notando como estas inclinaban sus pétalos hacia el pequeño. Sonrió emocionada, el niño tenía talento.

Jisung respiró profundamente, jugando con sus dedos para evadir los nervios.

— ¿Quién era yo antes de ser un peluche? —La pregunta no sorprendió a Young Mi, al contrario, parecía muy preparada para explicarlo. Tomó una flor en su mano y la sopló, volviéndola polvo rosado al instante. Jisung parpadeó fascinado y se acercó, juntándolo con sus manitos.

—Tu última vida fue hace muchos años ya, Jisung —comenzó a hablar la mujer mientras con su dedo dibujaba en el aire a un hombre de gala y una mujer de vestido—. Fue difícil saber quién eras, tu pasado estaba muy bien guardado en tu alma —ambos dibujos unieron sus manos y un bebé apareció en ellas —Tus padres eran nobles, de corazón y dinero, vivían muy bien. Tu eras su primer hijo.

Jisung se acercó al dibujo y observó al bebé que unía a ambos adultos, era muy pequeño.

—Naciste antes de tiempo, en una muy mala época, y eras débil —el bebé creció y se convirtió en un Jisung de dibujo —Creciste con muchas dificultades, estudiabas en casa y vivías postrado en cama —Jisung miró el dibujo de sus padres con un deje de tristeza en sus ojos —Tenías cinco años, era un invierno difícil y el frío te enfermó aún más —los dibujos se desvanecieron —Tus padres te amaban Jisung, no dudes de ello.

El pequeño asintió, con la vista perdida en la hierba.

— ¿Por qué me trajiste de vuelta a la vida? —Su voz sonaba como si estuviese a punto de llorar y Young Mi se acercó a él, acariciando su cabello con ternura.

—Minho estaba muy solo, y yo soy su abuela, no su amiga —la mujer suspiró —Sus padres y yo jamás nos llevamos bien, ellos temían que yo lastimara a Minho ¡Jamás lastimaría a mi propio nieto! Cuando ellos fallecieron y Minho quedó a mi cargo, fue difícil que él me quisiera. Pocas veces lo había visto, y en esas veces había discutido con sus papás —Young Mi sonaba arrepentida, incluso angustiada.

— ¿Cómo murieron sus papás? —Jisung miraba a la mujer con el ceño levemente fruncido.

—Su papá falleció de un infarto en la oficina, su madre camino al hospital a verlo —Young Mi suspiró—. Una historia muy trágica para que un niño como tú la tenga que escuchar, vete a dormir.

Jisung asintió corriendo de vuelta a la casa. Se sentía extraño, la historia de su pasado no lo había puesto tan triste como esperaba, muy por el contrario el saber la historia de Minho lo había entristecido. No podía enojarse porque fuera gruñón, él había estado solo demasiado tiempo como para saber lo que era ser dulce.

Ahora lo quería aún más, porque Minho había dejado de ser tan malo con él y lo trataba mejor, con más delicadeza.

Entró a la habitación en puntas de pie para no hacer demasiado ruido, su plan era acostarse en su esquina y dormir, había sido una noche muy ajetreada.
Su plan se desvaneció cuando oyó a Minho a sus espaldas.

— ¿Estabas con noona? —Minho sonaba muy cansado y seguramente todavía estaba algo dormido.

—Sí, me contó sobre mi otra vida —murmuró en voz baja, acomodando su almohada.

—Hannie —Minho se sentó en la cama con el ceño fruncido y Jisung tuvo que mirarlo a la cara para que no se molestara tanto.

— ¿Si? —Jisung inclinó su cabeza hacia un costado.

—Ven a mi cama, el suelo no es cómodo —balbuceó Minho, levantando su sábana—. Y quiero dormir, así que no tardes —amenazó mientras refregaba su ojo con la mano.

Jisung asintió y rápidamente se escabulló bajo las sábanas, mirando a Minho a los ojos. El pequeño gruñón los tapó a ambos y miró a Jisung fijamente, con los ojos entrecerrados.

— ¿Qué te dijo Noona? —Inquirió Minho seriamente.

—Que mis papás me querían mucho —Jisung respondió nada más Minho acabó la pregunta, y el cuarto quedó en silencio. Minho suspiró mirando hacia el techo, y el niño rubio notó que se había entristecido—. También me dijo que tus papás te querían mucho —añadió, y Minho lo volvió a mirar fríamente.

—Eso da igual, nuestros papás no están, estamos solos —el comentario fue mordaz, pero Jisung ya estaba acostumbrado a que Minho ocultase su dolor con esas frases. Sonrió.

—No estoy solo, te tengo a ti —murmuró Jisung tan convencido que el malhumor de Minho se desvaneció al instante. Muy por el contrario, se sintió feliz. Jamás había tenido un amigo, uno de verdad, pero Jisung se sentía raro para él.

¿Los amigos dormían juntos? Era lo que se preguntaba últimamente, pero no le dió mucha importancia cuando Jisung apoyó su cabecita sobre su pecho para dormir.

—Buenas noches —Le susurró, y a Minho le pareció el niño más lindo que había visto en su vida.

¿Eso en su estómago eran mariposas?

cuídαndσ α un níñσ dє pєluchє ♡━mínsung ↞αdαpтαcιóɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora