Capítulo 2: El asesino

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Me duele horrores la cabeza. Abro los ojos y el dolor es más intenso aún. Hannah ya se ha levantado, escucho su voz, la de Kingsley y la de Dawlish en la sala. Me he quedado dormida. La acidez del estómago va a matarme. Me levanto y el primer lugar al que debo ir urgentemente es al baño. Me inclino sobre el inodoro y vomito tanto que me llama la atención que siga habiendo algo en mi estómago. Incluso, cuando ya estoy completamente vacía, me atacan unas arcadas horribles y me lloran los ojos. Pasa un buen rato hasta que puedo ponerme de pie, enjuagarme la boca y lavarme la cara. Decido, además, darme una buena ducha.

Estoy pálida, tengo unas ojeras profundas y el rostro demacrado. Me maquillo bastante para disimularlo y me visto. Hoy tendremos que andar mucho por el París muggle, así que elijo un pantalón de vestir negro, una camisa beige y un blazer negro. Me peino el cabello oscuro con un rodete y salgo a la sala.

-Disculpen la demora. –Les digo a mis compañeros – Me he dormido.

-¿Cómo estás? –Me pregunta Kingsley observándome atentamente.

-Bien, gracias. –Respondo mientras levanto el teléfono para encargar un café doble y un croissant a la habitación. -¿Qué nos toca hoy? Ir a ese edificio de las afueras que aparentemente está funcionando como un lugar de reclutamiento de muggles para luego asesinarlos, ¿verdad? ¿O luego de lo de ayer ha cambiado lo que tenemos que hacer? Me refiero a... ¿qué hacen los mortífagos sin Voldemort? –Pregunto pensando en voz alta y voy a abrir la puerta y recibir mi desayuno. -¿Dónde está El Profeta? –Inquiero sorprendida al no ver el diario por ningún lado. Mis compañeros se miran y es Kingsley el que vuelve a hablar.

-Relájate un momento, desayuna tranquila. No tenemos nada que hacer hoy. Ha enviado una lechuza Alastor diciendo que no nos movamos de aquí y que esperemos nuevas órdenes. Al parecer, lo que hacen los mortífagos sin Voldemort es esconderse.

-¿Entonces nosotros también nos esconderemos? No tiene sentido. Si se esconden, deberíamos salir a encontrarlos ¿Qué le pasa a Moody?

-Le pasa lo mismo que a todo el mundo. Está analizando qué sucede y cómo actuar en consecuencia. –Explica Hannah mientras le doy un sorbo a mi café.

Suspiro y vuelvo a probar el desayuno. No me gusta estar encerrada sin nada que hacer. La adrenalina de tener por delante una misión es lo único que me puede salvar de volver a pensar en toda la mierda de lo sucedido ayer. Vuelvo a buscar el diario sobre la mesa ratona, pero no lo veo por ninguna parte.

-¿Dónde quedó El Profeta? –Insisto. Kingsley suspira y lo saca de atrás del respaldo de su sillón. Me parece extraño que estuviera ahí, pero cuando lo veo comprendo por qué. Lo estaba escondiendo de mí a propósito. Una fotografía en la que mi hermano se ríe como un desquiciado ocupa gran parte de la portada.


ASESINÓ A 12 MUGGLES Y UN MAGO CON UN SOLO HECHIZO

El hecho se produjo en la noche del primero de noviembre. Se trata de Sirius Black, quien según reveló el director de Hogwarts, Albus Dumbledore, la Ministra de la Magia, Millicent Bagnold, era el guardián secreto de la familia Potter. Tras traicionar a sus amigos, Black estaba escapando cuando fue alcanzado por Peter Pettigrew, otro amigo de Potter. Según los testigos del hecho, Pettigrew le echó en cara a Black haber traicionado a Lily y a James Potter y posteriormente, Black lanzó un hechizo con el que abrió la mitad de la calle, asesinó a Pettigrew y a doce muggles que estaban en el lugar.

Los miembros del Grupo de Operaciones Mágicas Especiales lo detuvieron y por indicación del Jefe de Seguridad Mágica, Bartemius Crouch, fue enviado con cadena perpetua a Azkaban. Del cuerpo de Pettigrew, solo pudieron rescatar un dedo. La madre de la víctima fue condecorada con la Orden de Merlín, Primera Clase, por la valentía de su hijo.


Dejo el periódico sobre la mesa y no comento nada al respecto. Lamento que haya sido Peter quien encontró a Sirius y no yo. No hubiera demorado en recriminarle nada, lo hubiera asesinado instantáneamente.

Regulus era el preferido de mi madre. A mí nunca me prestó demasiada atención y a Sirius lo detestaba, porque siempre la desafiaba. Ahora puedo imaginarla en la cocina de Grimmauld Place leyendo el periódico y sintiéndose orgullosa de su hijo mayor por primera vez.

La hermana de Sirius BlackWhere stories live. Discover now