Capítulo 4: Un bebé

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No hace demasiado que me he dormido cuando alguien llama a la puerta del Cuartel General de Aurores. Me remuevo incómoda en la pequeña y dura cucheta. Los golpes en la puerta se repiten y me refriego los ojos. Perezosamente, me levanto y atravieso la oficina hacia la puerta. Abro y me encuentro frente a Albus Dumbledore.

-Buenas noches, profesor. –Saludo extrañada. Hago un espacio en la puerta y realizo un gesto indicándole que pase.

-Cassiopeia, buenas noches. –Corresponde él. –Espero no importunar, pero necesito hablar contigo urgentemente.

Lo invito a sentarse y luego me acomodo frente al director. El anciano profesor parecía meditar un momento antes de hablarme. Tras algunos minutos de incómodo silencio, finalmente se pronunció.

-No sé si estabas al tanto de que, al momento de su muerte, Lily Potter estaba embarazada. –Anuncia el director y el tema me sorprende bastante. Lo sabía, ella me lo comentó la última vez que nos vimos. Pero no sé a qué se debe sacar a colación el tema. Asiento con la cabeza y él continúa. –He logrado conservar el embrión, pero para que sobreviva, es necesario implantarlo. Llevo unos días pensando en una persona adecuada. Tiene que ser alguien con la suficiente amistad y cariño hacia Lily y James como para estar dispuesta a criar a su hijo. Pero además, debe ser alguien de extrema confianza y preferentemente una mujer soltera, así es una sola la persona que sabe el secreto. Por eso he pensado que eres la persona adecuada.

-¿Por qué debe ser un secreto? –Inquiero con curiosidad.

-Lo más probable es que Voldemort intente regresar a su poder de algún modo. Cuando lo haga, un hijo de Lily y James y hermano de Harry estará en terrible peligro. Pero no sería lo mismo para un supuesto hijo tuyo.

-Un supuesto hijo mío tendría tres cuartos de su familia en las filas de los mortífagos profesor. Sus abuelos, tíos, primos... Todos sus familiares a excepción de Andrómeda lo detestarían. Mi madre odiaría que lleve el apellido Black.- Pienso en voz alta sin poder evitar soltar una carcajada al imaginar la cara de Walburga.

-Ese es un problema que ya no podemos resolver. Todas las personas en las que he pensado, son miembros de la Orden del Fénix. Y no hay ninguno que no tenga una varita mortífaga apuntándole al pecho directamente. Me escribiste hace dos días para recordarme que eres la madrina de Harry. Como sabes, es esencial que él viva en donde esté la sangre de su madre, su mayor protección, aunque sea difícil imaginarlo, es Petunia Dursley. No puedo entregarte a Harry en guarda, aunque eso no implique que no puedas contactar a la hermana de Lily para tener al niño contigo ocasionalmente. Pero sí puedo y necesito que cuides al otro pequeño Potter.

Jamás me imaginé como madre. Para mí, la familia siempre fue un concepto extraño. Incluso la palabra se me hace extraña. Pienso en la palabra familia y se me vienen a la cabeza otras ideas con las que no comulgo para nada como pureza de sangre o todas las porquerías sobre mi familia que me ha metido mi madre en la cabeza durante tanto tiempo ¿Cómo podría yo, criada en ese ambiente, criar a un pequeño como lo harían los Potter? ¿Y si me sale todo al revés como les pasó a mis padres conmigo y la criatura termina siendo un perfecto Black? James se levantaría de la tumba para matarme.

No soy Lily, no tengo ese instinto maternal que la hacía sonreír luego de haberse levantado cinco veces en una noche a atender al bebé. Ni siquiera me gustan los niños demasiado, nunca he cambiado un pañal y me da mucho asco cuando vomitan la leche. No soy la persona indicada para esto. Si me hubiera enterado que quedé embarazada, me hubiera desesperado y hubiese pensado en abortar; no hubiera mirado a mis amigas con los ojos brillantes de amor y emoción como hizo Lily cuando nos lo contó a Alice, Emmeline y a mí. Pienso en ese amor de Lily hacia su retoño... No puede quedar en nada.

-¿Cómo deberíamos hacer? –Le pregunto a Dumbledore con cierto temor.

-Es un encantamiento muy sencillo, si estás dispuesta, podemos realizarlo ahora mismo. Cuanto antes lo hagamos, más posibilidades tendrá el embrión de sobrevivir.

Aprieto los dientes y asiento con la cabeza. Dumbledore extrae una pequeña cajita del bolsillo de su capa. La coloca sobre la mesa y con un movimiento de varita se convierte en algo parecido a una pecera. Como si fuera un pequeño renacuajo, puedo distinguir al embrión. Mirando con detenimiento, creo que puedo descifrar una cabeza y unos bracitos diminutos. Dumbledore murmura unas palabras ininteligibles y el líquido de la pecera parece convertirse en un gas y se dirige directamente hacia mí, atraviesa mi cuerpo y siento una sensación extraña en la parte baja del abdomen, como un calor abrasante. Poco a poco, vuelvo a sentirme como antes de que el director de Hogwarts comenzara el encantamiento.

-¿Ya está? –Pregunto sorprendida de lo rápido que ha sido todo.

-Felicidades, Cassipoeia, estás embarazada de doce semanas. –Me dice Dumbledore sonriendo. Luego, viendo mi cara de temor añade. –Tranquila, lo harás bien.

-No sé realmente cómo hacerlo... Creo que pensaré qué haría mi madre en mi lugar y haré exactamente lo contrario. –Apunto nerviosa.

-Ese es un buen comienzo. –Responde Dumbledore con una amplia sonrisa. –Gracias, Cassiopeia.

El anciano director sale del Cuartel General de Aurores y yo me quedó sentada en donde estaba procesando lo que acaba de ocurrir. Miro la hora, son las doce y media de la noche. No creo que pueda volver a dormirme pronto. ¿Qué inventaré respecto a este bebé? Nada, tendré que decir que ha sido fruto de una historia esporádica y que el padre no participará en la historia. Cruzaré los dedos para que no se parezca tanto a James como Harry.

Pienso en Kingsley... Hemos salido un par de veces. Esta noticia destruirá nuestra relación antes siquiera de que comience. No querrá enroscarse con una chica embarazada de alguien con el que estuvo unas pocas veces. Afortunadamente, las únicas veces que tuvimos relaciones fueron hace una y dos semanas, no tendrá dudas sobre la paternidad. Aunque lamento que enterarse de esto lo lastimará. Pero tampoco podría haberme negado.

La hermana de Sirius BlackWhere stories live. Discover now