Capítulo 8. "¿Trato?"

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Él.

Mientras revisaba los informes del mes, mi mente realmente divagaba en la charla de la noche anterior con Zara, sabía que ella debía estar odiándome en esos momentos, o al menos creyendo que era un completo idiota. Pero sabía que ella necesitaba ese dinero y de alguna forma iba a hacer que accediera.

Todo ese mes que no supe de ella, muchos me habían cuestionado quien era mi nueva novia, y yo no hacía más que inventar lo primero que mi cerebro lograra formular. Mi madre por otro lado seguía insistiendo en conocerla, aunque muy a fondo sabía que esa intención la tenía para tratar de encontrarle algún defecto y alejarla de mí.

Tome el teléfono y llame a mi asistente, al poco tiempo ya se encontraba en la oficina. No la deje hablar, quería solucionar eso rápido.

—Renata, voy a necesitar que seas muy discreta con esto, sabes que soy muy bueno cuando me hacen favores importantes.

Ella asintió, sabia a lo que me refería.

—Llama a recursos humanos de Bolzano y consigue el número de cuenta de esta chica —le dije mientras escribía su nombre en una hoja—. Mira, no sé sus apellidos, pero dudo que haya alguien más que se llame como ella, lo que sí sé es que debe rondar los veinte —Renata asentía—. Transfiere a su cuenta cincuenta mil pesos, para máximo esta tarde.
—¿Cómo? —sus ojos se abrieron de repente—. ¿Así nada más?
—Renata...
—Esta bien, entiendo.
—Gracias, y ya sabes, discreción. De esto nada ni a mis padres.

Asintió mientras tomaba el papel y salía de la oficina.

El resto del día trate de concentrarme en el trabajo, cada fin de mes se volvía una locura porque teníamos que revisar las ventas y el control de todo. En la junta que hubo más tarde tratamos todos los puntos débiles, así como los que mejor nos funcionaban, sin embargo, me era un poco difícil prestar total atención a todo, me preguntaba si Renata ya había hecho la transferencia y más que nada, esperaba que las cosas resultaran a como las estaba ideando en mi cabeza.

Cuando dio la una, decidí salir de la oficina un rato, no sin antes encontrarme a Renata,

—Ya está todo hecho, Ricardo.
—Excelente, te agradezco. Saldré un rato, regreso en unas dos horas —ella se limitó a asentir.

Una vez que baje al estacionamiento y entré en el auto, permanecí unos minutos pensando que hacer, se me había clavado en el cerebro el ir a buscar a Zara su escuela, quizá con un poco de suerte pudiese encontrarla en la salida. Mientras How do you sleep? De Sam Smith se reproducía en la radio, arranque el auto hacia esa dirección, se aproximaban fechas donde tenía que asistir a un montón de reuniones, y ya podía ver las escenas de todos cuestionándome porque no llevaba a mi nueva chica.

Conforme me acercaba hacia el destino, comenzaban a aparecer los estudiantes universitarios caminando por las aceras en dirección hacia cualquier lugar que no fuese la escuela, era viernes y podía imaginar que no precisamente iban en grupo a comer una simple pizza. Esa época ya la había vivido también yo.

Me estacione alejado de la entrada, lo suficientemente lejos para no ser notado rápidamente, pero a una buena distancia para distinguir si Zara salía por la puerta. Los minutos comenzaron a transcurrir, ya iban unas cinco canciones que se reproducían en la estación de radio y no llegaba siquiera a confundir alguna otra chica con ella. Comenzaba a desesperarme un poco, además que mi estomago me estaba implorando un poco de comida. Miré mi reloj, ya era la una con cuarenta.

Quizá mi idea no tenía futuro y debía dejarlo por la paz.

O quizá no...

Unas bonitas piernas bien formadas salían por la entrada de la escuela, me reacomode en el asiento tratando de enfocar mejor mi vista, analizando cada detalle de la chica que caminaba en dirección hacia la parada de transporte, y que, además, iba siendo saludada por unas tantas personas que pasaban a lado de ella. Sus tenis blancos combinaban bien con esa falda estampado militar y una blusa negra con cuello de tortuga y manga larga. Usualmente no era muy observador para esos detalles y verlo en ella, había provocado una pequeña inquietud dentro de mí, no terminaba de sorprenderme.

Bonita mentira. (Mariana Soriano)Where stories live. Discover now