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Muchas ciudades decidieron construir memoriales para conmemorar la fecha y honrar a los soldados que perecieron en la contienda. El ayuntamiento de Sighisoara fue uno de ellos.

Y el encargado de planearlo fue un alto funcionario que acababa de entrar en el consistorio llamado Armin Arlet.

Ese fue uno de los primeros trabajos de Armin en el ayuntamiento de Sighisoara, del cual acabaría siendo alcalde tras la II Guerra Mundial.

Lo primero que Armi tuvo que hacer fue conseguir el permiso de las familias de los fallecidos para trasladar sus cuerpos al nuevo emplazamiento.

No le costó demasiado obtener el permiso de exhumación del padre de Mikasa. Para el viejo oficial era un gran honor que su hija descansara en un monumento nacional a los caídos.

El 1 de diciembre, Día Nacional de Rumanía, se inauguró el memorial en una ceremonia civil. Media ciudad acudió para honrar a sus muertos de nuevo, con Pixis Ackerman a la cabeza, ataviado para la ocasión con todas sus medallas.

Lo que nadie podía esperar, y él menos que nadie, es que su hija no estaría sola en esa tumba.

Armin había movido cielo y tierra para localizar el cuerpo de Levi en Oradea (por eso conservaba su certificado de defunción en húngaro). Desde el primer momento quiso enterrarlo junto la mujer  que amaba para que descansaran juntos por toda la eternidad.

Como es lógico, mantuvo su plan en secreto para que nadie pudiera detenerle. Y se salió con la suya.

Al verlo, Pixis Ackerman entró en cólera y se enfrentó a Armin a gritos delante de todo el mundo. ¿Cómo había sido capaz? ¿Cómo se atrevía a mancillar el honor de su familia de ese modo? El hombre estaba fuera de sí.

Por eso Armin lo tumbó de un puñetazo, como Levi había hecho con él mismo diez años antes.

Sí, está mal pegar a un señor mayor, pero no me digáis que no se lo merecía un poco.

“Hace quince años cometí un error imperdonable,” le escupió Armin al viejo oficial.

“Yo maté a mis mejores amigos mucho antes de que lo hiciera esa horrible guerra.
Y usted fue cómplice de ello.
Todos lo fuieron"

Los vecinos de Sighisoara agacharon la cabeza avergonzados ante las palabras de Armin:
“Es hora de permitirles descansar en paz de una vez, juntos, como tendrían que haber vivido y como héroes de algo mucho más valioso que una guerra.”

Y así ha sido hasta hoy.

Historia está tan sorprendida como yo. Annie nunca le había contado ese episodio de su bisabuelo. Y su familia tampoco… Por primera vez la veo incluso alterada.

Y no es de extrañar. Pixis se fue del cementerio con el rabo entre las piernas y jamás se volvió a hablar de Mikasa en su casa. Metió todas las cosas de su hija en una maleta y la encerró en un armario.

Pixis Ackerman no pudo enterrar a su hija donde quiso, pero intentó sepultar su recuerdo ante el mundo. Un recuerdo que hoy, por fin, sale a la luz, para su nieta, para mí y para todos nosotros

El reloj del salón marca las doce. Es hora de irse. Me despido de Annie, y ella me da un abrazo que huele a rosquillas y aguardiente. Espero de todo corazón que nos volvamos a ver algún día.

I N M O R T A L (RivaMika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora