Capítulo XXX

1.6K 163 2
                                    


Maratón 2/5

Llevaban diez minutos buscando en todo mi departamento unas armas que no existían. A los chicos los pusieron en la sala sentados y ami al otro lado, lejos.

Después de ver como destruían todo lo que tenía uno de ellos hablo.

--Jefe no hay nada, libros de estudio, ropa de ella y de hombre-- dijo. Yo comencé a rei como loca, por primera vez en mi vida no tenía un plan. Siempre escapaba de situaciones feas pero con ellos tres aquí simplemente no se como moverme.

--¿No tienes armas verdad?-- se acerco a mi.

--¿Para que las necesitaría?-- le pregunte burlona-- no vine por una misión y en este país nadie me conoce como Katerine-- camine hasta la cocina, necesitaba algo filoso para cortar la soga de mis muñecas-- ¿no me bajarían un vaso de la repisa?, hablar contigo me secó la boca.

--Vigilen a esos tres, mientras los tengan sometidos ella no hará nada-- les ordeno mientras se alejaba de mi para hablar por teléfono, en un movimiento rápido teme uno de mis pequeños cuchillos afilados y lo escondí entre mis manos.

El chico de los ojos verdes se acercó a Bea y bajo hasta su altura mientras ella lo veía con miedo.

--Esta es bonita, me gustaría divertirme un rato-- estaba tomando su cara, empecé a cortar la soga-- me pregunto que escondes debajo de esa sudadera.

--¡Cuidado!-- grito el otro pero ya era tarde, corri demasiado rápido y estampe mi pie en su cara tan fuerte que salió disparando, di una media vuelta a causa de la fuerza impartida. Lamentablemente su lindo rostro tendrá moretones, no se si le rompi la quijada o la nariz pero la sangre empezó a brotar como cascada.

Las chicas gritaron horrorizadas, en todo este tiempo ellas son las únicas que gritan de miedo, me pregunto porque Ben no lo hace.

--Escúchame muy bien, sabandija-- le espete enojada mientras me acercaba a él-- que tenga las manos atadas no significa que no pueda matar a un hijo de puta como tu-- lo amenace-- si vuelves acercarte a ella lo lamentaras el resto de tu vida-- le di otra patada en la cara para dejarlo inconsciente.

Su compañero se acercó a mi mientras me apuntaba con su arma, grave error, solté las sogas de mis manos y tomé su arma para después golpearlo. Ese gesto lo tomó desprevenido por lo que puede mandarlo legos con una patada.

De la nada sentí que algo se clavó en mi hombro derecho, era un dardo. Mierda un dardo tranquilizador.

Lo saqué de mi hombro mientras lo veia a él apuntandome con un arma, perdía fuerzas por lo que caí al suelo mi cuerpo se sentía flojo. ¡Mierda!

--Vaya que me dieron un equipo de incompetentes, les dije que era peligrosa y ustedes lo primero que hacen es subestimarla-- les dijo furioso-- mientras sigamos aquí ella puede acabarnos y escapar.

Se acercó a mi y me pateó haciendo que rodara por el suelo, con esa sustancia en mi cuerpo no voy a poder defenderme.

--Ahora no podrá moverse-- volvió a tomar mis manos y puso unas esposas, maldición a sí ya no voy a poder safarme.

Después de un rato nos subieron a una camioneta que no vi bien, estaba demasiado débil como para fijarme en todo lo qe pasaba a mi alrededor.

Sin muchos ánimos me acosté, los cuatro estábamos encerrados en la parte trasera de esa camioneta, ellos no decian nada pero sabía que me observaban en cambio yo estaba sintiendo que perdía toda mi fuerza.

--¿Qué te inyectaron?-- presunto Amber.

--Son dardos tranquilizantes-- dije con voz pesada, ni siquiera las fuerzas para hablar tenia-- los utilizan... los utilizamos para capturar rehenes, con esta sustancia se debilitan y así se pueden trasladar para interrogarlos-- les dije la verdad.

En mi empresa eso hacemos cuando queremos capturar a alguien sin la necesidad de herirlo o algo.

--¿Es verdad lo que dijeron de ti?-- volvió a preguntar. Yo cerré los ojos para evitar vomitar.

--No estaríamos aquí si no lo fuera-- respondi luego de unos minutos.

Estuvimos en esa camioneta en movimiento durante mucho tiempo, de hecho había perdido la noción y no sabía cuánto llevábamos allí. Lo más probable es que nos hayan sacado de la ciudad o yo que se.

Lo que más me da miedo es que les hagan algo a ellos, dejando de lado lo que saben de mi, no deseo que los lastimen. Maldita la hora en la que abrí esa puerta y los deje pasar.

Todos sin excepción me veian y estaba resultando muy incómodo, es verdad les mentí en la cara pero lo que más importa es sacarlos de aquí, ya las peleas y protestas vendrán después.

Estuve pensando quien es el que me mandó secuestrar, se que tengo muchos enemigos pero por lo que se nadie sabia que yo vendría a esta ciudad. Los únicos que sabían eran Cindi y mi padre, aparte vengo con documentación falsa así que no era posible que alguien me encontrase, no se dejó ningún rastro.

La camioneta de detuvo de repente y yo aún me encontraba acostada.

--Pase lo que pase no hagan nada que los haga enojar y traten de que no los separen de mi--les dije.

Cuando iban a bajarnos me golpearon en la cabeza y caí en los brazos de alguien quedando inconsciente.

Con espías y civilesحيث تعيش القصص. اكتشف الآن