FIN.

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Llamas. El lugar en el que me encontraba estaba ardiendo en fuego, haciendo el respirar tan complicado como intentar pasar hilo por el ojo de una aguja a diez metros de distancia. 

Por muy estúpido que sonara, las llamas no eran de los típicos colores naranjas. No. Eran de colores diferentes. Azul, verde, morado, negro. Juro que jamás había visto tantos colores juntos en mis más de 25 años de vida. 

Eso no era lo peor. Ni de cerca. Lo peor era que estaba tendida en el suelo tan caliente como el infierno y, aunque no lo veía, algo me retenía a este. Era tan pesado como una bola de demolición, pero no estaba ahí, no existía. 

Quise gritar. Quise pedir ayuda. Pero no podía emitir palabra alguna. Esa fuerza invisible que me retenía, también apretaba mi cuello y mis cuerdas vocales. 

¿Acaso he muerto?, recuerdo preguntarme, ¿esto es lo que nos espera, luego de perder la vida? 

La respuesta llegó a mí como un golpe que me quitó el poco aire que me quedaba y volvió todo de color verde pastel. 

El color favorito de Ye Rim. 

El verde pastel trajo consigo calma. Removió el peso de mi cuerpo y me permitió incorporarme, hasta quedar sentada en el inexistente piso. 

No entendía qué estaba pasando. No podía recordar nada, luego de haber cerrado los ojos. Y eso me asustaba. Me asustaba la incertidumbre y la posibilidad de quedarme en ese estado para siempre, porque eso no sería vida, sería una tortura. 


- ¡Seon Mi! - escuché a lo lejos, tan lejos que la voz llegaba solo como eco. 


Miré en todas las direcciones posibles. Arriba, abajo, a los costados, adelante y atrás. Pero nada. Todo a mi alrededor era verde pastel. 


- ¡Seon Mi! - volvieron a llamar, pero con mayor fuerza, con mayor firmeza y decisión. 


Jinyoung. Aunque no se escuchaba bien, algo dentro de mí me dijo que era él. 


- ¡Aquí estoy! - grité con todas mis fuerzas y como si pudiese verme, comencé a mover los brazos en el aire, como quien le hace señas a un amigo entre la multitud. 

- ¡Seon Mi! - volvió a llamar.


La desesperación picó en mi interior como un enjambre de avispas y comencé a correr. No sabía si iba en la dirección correcta. Ni siquiera sabía si estaba en verdad avanzando. Pero lo hice de todas formas. 


- ¡Jinyoung! - le llamé desesperada. - ¡Jinyoung estoy aquí!

- ¡Mamá! - chilló una segunda voz y mi cuerpo se detuvo de inmediato. 


La voz femenina retumbó por todo el lugar... o lo que sea que fuese. 


- ¿Ye Rim? - pregunté al borde de las lágrimas, antes de echarme a correr de nuevo. 

- ¡Mamá! - volvió a llamar con desesperación tiñendo su voz. 

- ¡Aquí estoy, cariño! - grité, estirando el brazo hacia adelante, hacia la nada, hacia el verde pastel. 


Una sensación extraño golpeó brutalmente mi espalda en ese segundo, haciendo que cayera sobre mis rodillas. Era picante y a la vez extremadamente caliente. Parecida a la que había sentido en el lugar en llamas multicolor. 

Raising Ye Rim | Park JinyoungWhere stories live. Discover now