8. Una noche libre

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Correr por la playa a aquella hora de la tarde era uno de esos placeres sencillos que hacían que mereciese la pena vivir en Rodorio, se decía a sí mismo Deathmask, mientras el sol comenzaba a ocultarse tras el mar y los escasos pescadores que se e...

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Correr por la playa a aquella hora de la tarde era uno de esos placeres sencillos que hacían que mereciese la pena vivir en Rodorio, se decía a sí mismo Deathmask, mientras el sol comenzaba a ocultarse tras el mar y los escasos pescadores que se encontraban junto a la orilla iban preparando sus aparejos. La brisa vespertina siempre conseguía hacerle olvidar sus pensamientos negativos y le ayudaba a despejarse. Trotaría unos cuantos kilómetros más hasta llegar al Santuario, se daría una buena ducha refrescante y bajaría a la taberna para discutir con Kyrene, decidió, secándose con el antebrazo la frente húmeda de sudor.

A lo lejos, dos pequeñas figuras corrían en sentido contrario al suyo, aumentando de tamaño según se acercaban. Deathmask entornó los ojos para distinguirlas mejor, incrédulo: el pueblo era pequeño, pero ¿tanto? No había duda, pensó, aquella silueta era inconfundible incluso con ropa deportiva: se trataba de Kyrene, escoltada por su pastor alemán. ¡Qué casualidad! Otro de esos placeres sencillos, cortesía de la villa de Rodorio, pensó con un conato de sonrisa, trotando descalzo sobre la arena.

- ¡Eh, gatita! -saludó con el brazo cuando estuvo a unos pocos metros de ella.

La chica se colocó la mano sobre la frente a modo de visera y le escrutó, deteniéndose jadeante al llegar a su altura.

- Hola, Death... -se inclinó ligeramente, con las manos sobre las rodillas, para recuperar el aliento, mientras el pastor alemán rodeaba al hombre con curiosidad- No hay manera de salir de casa sin coincidir contigo...

- Sí, deberías dejar de acosarme... Además, veo que no te separas de tu novio... -bromeó, aludiendo al perro, que le olisqueaba las palmas.

- Veo que estás sobrio... -ella arqueó una ceja y dio un trago de agua de su botella.

Deathmask la observó de arriba abajo: con la piel sonrojada, el pelo recogido en una cola de caballo alta y una ancha camiseta gris empapada de sudor, seguía resultándole atractiva.

- ¡Espera! -la detuvo antes de que vaciase el envase. Ella hizo un gesto de extrañeza ante su exclamación- No he traído agua... ¿La compartimos?

Para reforzar su mensaje, se pasó ambas manos por el cabello húmedo, mostrando ante ella los músculos de los brazos y lamentando en su fuero interno no haber salido a correr sin camiseta; sin embargo, Kyrene se limitó a tenderle el recipiente sin inmutarse por su demostración.

- Toma, pero no me la llenes de babas.

- Puedo beber directamente de tu boca, si lo prefieres...

- Paso, no estoy vacunada contra la imbecilidad y no quiero que me contagies.

Deathmask bebió sin agotar el contenido de la botella y se la devolvió:

- ¿Quieres hacer de "Miss Camiseta Mojada" para mí con el resto, gatita?

La redención de CáncerWhere stories live. Discover now