2015: cinco

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Sigo acostada en mi cama discutiendo conmigo misma porque quiero hacer tantas cosas, es mi último día aquí en la ciudad, pero al mismo tiempo, deseo quedarme tirada y tal vez, con un pequeño sentimiento de querer llorar porque ya no veré a Alec hasta el próximo año, y no tengo idea alguna de lo que vaya a suceder.

No quiero tirar a la basura todo lo que vivimos en tan pocos días, también sé que no puedo hacer nada para quedarme, mi vida está hecha en otra ciudad, tengo todo en otro lugar y me resultaría imposible alejarme. De igual manera, quiero seguir teniendo esos momentos con él, esos instantes que nunca sentí con alguien, me entiende de una manera tan extraña, que me cautiva por completo. Recuerdo la primera vez que lo vi, casi me desmayo. Tengo el mismo sentimiento de cuando nos besamos: vuelo.

Todo cruza por mi memoria, y  sale victoriosa la opción de quedarme tirada.

Giro mi vista para ver la maleta, está lista en la orilla de la habitación, verla hace que me percate lo   en verdad sucede: en serio voy a irme y no veré a Alec por muchísimos días, cómo asimilar eso, no he podido responder el último mensaje que me envió. Entro al punto de querer ignorar lo vivido para evitar que me duela, estaré en el viaje a la realidad.

Siento como si me alejara de algo importante, lo más probable es que así sea, lo peor es que no puedo hacer nada. No hay manera de que me atreva a dejar todo atrás por un chico, mucho menos que mis papás accedan a esto, la única opción es la que ocurrirá en unas horas y la que hará que me sienta mal por varios días. Tengo la esperanza con el paso del tiempo todo quede olvidado, cuando entre a la escuela, podré platicar a mis amigas lo que sucedió sin sentir nada, ese es el pensamiento que me repito varias veces para entenderlo y convencerme a mí misma.

La puerta de la recámara se abre, no me digno a ver quién es, no tengo ánimos para pelear con Owen, estoy segura de su presencia, es el único en esta casa que no toca para entrar; se excusa diciendo que ser gemelos hace que se detecte cuando el otro va a hacerlo, aunque ese punto quedó invalido el día que entré al tocador y como traía los audífonos puestos, no escuché la regadera, casi lo veo desnudo, agradezco que esa escena no haya quedado en mi cabeza, hubiese quedado traumada de por vida.

—Trajo donas y son de tus favoritas, así que baja ya.

—¿Quién trajo don...?

No puedo terminar de hablar debido a que escucho los pasos de mi hermano alejándose. Tomo asiento de manera adecuada y mi corazón se acelera al pensar que es Alec, cosa que dudo mucho, le he ignorado las últimas horas.

Aun sin estar segura, salgo de la habitación, mi cuerpo tiembla, una parte de mí suplica que sea él. Antes de llegar a la sala, cierro los ojos por unos segundos, tomo aire, escucho los latidos de mi corazón  , en cuanto abro los ojos, lo veo con una dona de chocolate en su mano provocando que me detenga en seco para observarlo, nadie me ha visto aún, están concentrados en el alimento.

Quiero huir a donde sea mientras sea lejos de él, me niego a aceptar lo que sucede, no puedo decirle lo que siento, si lo hago, va a ser casi imposible enfrentarlo.

Me atrapó, so  pasaron unos días. En serio, me gusta demasiado, tanto que llegué a considerar quedarme a vivir con mis tíos. Han sido días increíbles a su lado, encontró la manera indicada para llegar a mí, no puedo imaginarme en mi ciudad y saber que estamos a kilómetros de distancia. Tal vez porque desde hace años había algo que me atraía, pero siempre hice todo lo posible para ocultarlo, no pude más y explotó. Me dejé llevar como nunca antes, permití que entrara por completo en lo que sea que hayamos formado, no me puse barreras, ahora me aterra lo que pueda ocurrir cuando nos volvamos a ver, tal vez se habrá olvidado de mí o actúe como si nada sucedió.

A 137  kilómetros de ti [DISPONIBLE EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora