4. Sobre la cama

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¿Cómo era posible que después de su ruptura no se hubieran vuelto a ver si estudiaban juntos?

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¿Cómo era posible que después de su ruptura no se hubieran vuelto a ver si estudiaban juntos?

Cuando Bakugo terminó con Uraraka esta se deprimió bastante así que no fue a ninguna clase más. Aizawa se sentía culpable por esto así que decidió darle clases a parte, a modo de agradecimiento por haberle ayudado con su plan para modelar la conducta de su compañero. A través del tiempo que pasaban juntos entrenando y dando clases su relación se volvió sólida, parecían padre e hija. Uraraka decidió quedarse en la U.A. junto a su profesor, podemos decir que es su asistente, pero también le ayuda a dar alguna clase. Los alumnos la ven cómo una profesora y le tienen mucho respeto.

Ambos estaban desconcertados, no entendían nada y además hacía mucho tiempo desde la última vez que se habían visto, o eso era lo que ellos creían.

Ambos se odiaban con toda su alma, se habían roto el corazón mutuamente.

¿Desde cuándo ella era profesora en la U.A.?

—Espera Aizawa... No me digas que este es el "caso especial" —indagó la castaña sorprendida.

—¿Esta es la estúpida profesora que me toca proteger? —interrogó frunciendo el ceño.

—¿Estás seguro que este borracho está cualificado para este trabajo? —indagó irritada por su comentario apretando sus puños.

—Uraraka mira el lado bueno, así nos saltamos las presentaciones —bromeó el despeinado con una sonrisa cínica. —Aunque Bakugo aún no ha aceptado —añadió para que este mencionado dijera algo.

—¿Puedo tomarme 31 días para pensármelo? —dijo haciendo una puya a la joven y la miró de reojo con una sonrisa malvada.

—Oye, por favor. —Se quejó la chica cruzando los brazos y negando con la cabeza.

—¿Cuánto me van a pagar? —preguntó apoyando sus manos sobre la mesa fingiendo ser serio.

—Tu salario actual y un poco más —aclaró el profesor rascándose la nuca.

—Tenemos a otros candidatos, no te preocupes, si quieres no aceptes —añadió la de pelo corto cerrando la puerta y se sentó al lado del rubio.

El cenizo la miró de arriba a abajo. La joven llevaba una chaqueta vaquera, una camiseta blanca con un poco de escote y una falda negra.

—¿Te has operado los pechos? Esos no los tenías conmigo —soltó con toda la confianza del mundo.

—Imbécil, tenía 15 años. —replicó con cara de asco. —¿A ti te ha menguado el cerebro y los músculos te han crecido? —insultó apretando el fuerte brazo del chico.

—¿Quieres que te enseñe lo que me crece? —amenazó y la miró a los ojos enfadado.

Parecían dos perros que no paraban de ladrar.

El Secreto 2 // KacchakoWhere stories live. Discover now