La Pregunta

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Lo peor que puede pasar cuando preguntas algo, es que te respondan.


Por eso Bonnie tiene miedo de preguntar. Tiene miedo de saber la respuesta.


Tiene miedo de ver la misma expresión que puso Bon ese día, cuando botó sus partituras y lo empujó contra el suelo, dejándole en claro el asco que le causaba.


Todas las noches, luego de que acepta la realidad de que no logrará dormirse tan pronto como lo desea, su mente se pone a hacerle jugarretas. Atraparlo con dudas sobre su relación con Bon, o más bien, cuál es la relación que desea tener con él.

Es como el zumbido de un mosquito, haciéndole ruido en su cabeza y molestándolo cada vez que tiene la oportunidad. Lo único que desea es callar aquellas preguntas.


Así que decide no pensar en eso, o más bien, lo intenta. Opta, mejor, en dejarle en claro a Bon (pero por sobre todo a sí mismo) que lo único que había entre ellos era una mera amistad.

Es la razón por la que se refugia en la palabra amigos. Últimamente la usaba para todo. Cada vez que Chica le creaba una nueva liga o cintillo para su cabello; o las veces en que Fox llegaba a rescatarlo de uno que otro acosador; cuando Freddy y Fred se pasaban las tardes ayudándolo a estudiar para su próxima prueba; o los días en que Golden le acompañaba con su voz en otra nueva canción. En todos esos momentos, Bonnie les agradecía por los buenos amigos que eran.


Al principio, cuando lo decía, se sentía un tanto incómodo. Jamás había tenido amigos. Nunca nadie había querido conversar con él, nadie lo invitaba a almorzar en los descansos, y jamás le habían dicho que era bueno con la guitarra. Esas eran cosas con las que siquiera había soñado, y estaba más que agradecido con los Animatrónicos de que le dieran la oportunidad de sentir ese cálido sentimiento de amistad.


Pero ser amigos con Bon era algo completamente diferente.


Bon lo comprendía a un nivel que nadie nunca pudo. Bonnie no tenía ni que decir las cosas, con una expresión bastaba. Y para el moreno también. Una tímida mirada hacia el suelo cuando Bonnie le daba de su botella de agua luego de un ensayo, era la manera del menor de decir las gracias. O cuando Bon no deseaba hablar de algo, siempre comenzaba a jugar con su cabello de la nuca, tropezando con sus palabras con alguna excusa o cambio de tema. A veces Bonnie no entendía qué era lo que no quería decirle, o por qué no deseaba hacerlo, ya que jamás lo juzgaría o pensaría mal de él. Mas no podía evitar compadecerse del pobre chico, y lo dejaba tranquilo con su pregunta.


A veces era lo contrario. A veces Bon no paraba de hablar de lo que deseaba expresar. Podía pasar horas hablando de cómo el mayor tocaba la guitarra, o de que era un gran amigo. No podía guardarse las cosas buenas que pensaba sobre él. A Bonnie le gustaba saber que no era una molestia para sus amigos, y de que sí lo querían.


Sin embargo, ahora no podía siquiera mirar a Bon a los ojos, mucho menos escuchar sus adulaciones a su persona.


Porque cada vez que Bon le decía algo bonito, o lo observa con ese brillo en sus ojos, el corazón de Bonnie comenzaba a palpitar. Y luego venía esa sensación en su estómago, extraña pero a la vez placentera. Estaba seguro que en esos momentos, su rostro se volvía de un rojo intenso, y sus labios no podían parar de temblar.

La RespuestaWhere stories live. Discover now