11. Pedido

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Pedido:

Lamento tanto la demora

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Lamento tanto la demora. Si es que lees esto, le hice unos pequeños ajustes a tu pedido, aun así, espero que te guste.

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Sentado al borde de la cama, a eso de las 3 AM, se ha vuelto una costumbre desbarrancar en los vacíos aislados del abatimiento. El doloroso silencio que le envuelve con su inmensa manta frígida y desolada. Y la luna que le observa triste mientras se desmorona, son los testigos mudos de sus ruinas.

Como una ciudad que se levanta deslumbrante y que reluce con sus colores brillantes y vivaces el día, que decae a pintarse de noche. Pasando frío. Aguantando los hacimientos de la aflicción.

Dedicándose a saltar entre los pensamientos y a vagar entre medio de las zonas más obscuras de su psique. Durante la madrugada. Cuando nadie oye. Cuando nadie siente. Cuando sus fantasmas se acumulan y le murmuran cosas que asfixian su ánimo, y socavan sus fuerzas. Odia la soledad que le hiere a estas horas, el no poder espantar a sus demonios y fantasmas, ni huir de su acecho.

Cuando todo luce tan perdido y confuso.

En su cuarto llueve la tristeza, que moja sus mejillas calientes y recorre sus labios caídos. Sus ojos se nublan y lo único que pretende es ver a un punto apartado del alrededor. Mientras no puede ser capaz de sentirse peor.

Lo ceñido de su espacio, lo sofocante de su pena, le empuja a querer escapar de ese mundo, por unos instantes. Se levanta, con los hombros pesados y los pies bruñendo el suelo. Carga consigo el insomnio delatado a través de sus ojeras.

Descendió a la planta baja a tropezones, tanteando los escalones. Hasta llegar a la cocina, y buscar algo que no supo qué era en realidad, dentro del refrigerador. La luz blanca que le recibe al abrir la heladera le ciega momentáneamente.
Exploró la posibilidad de pasarse la madrugada en la sala común. Errante. Como un alma en pena que no sabe adónde ir.

Alguien bajó la escalera en compañía del silencio, sin embargo, él no se alteró ante ello, ya que estaba enfrascado en sus pesares.

La cabellera suelta y despeinada de Yaoyorozu se asomó por el marco de la puerta, curiosa ante ver luz salir de la cocina. Que no es precisamente del foco colgante del techo. Sus ojos diferenciaron en la oscuridad la figura desganada de Todoroki. Ello le sorprende, es decir, no todas los días te topas con él, y más a las tres de la madrugada cuando se supone que todos duermen. Qué coincidencia.

Momo le pica al interruptor y la luz se enciende, alarmando al muchacho. No obstante, que no se giró a encerarla. Pareció no inmutarse frente a su presencia.

─ ¿Todoroki-san? ─Le llamó y se acercó a él. Ya cerca, le acarició el hombro a sus espaldas, incluso así, no le miró. ─ ¿está todo en orden?

Su voz dulce se distorsionó ante la preocupación.
Shoto no emitió palabra. Dejó ir la puerta del refrigerador de su mano y este se cerró despacio.

Su apellido escurrió nuevamente de sus labios. Y, esta vez, se acercó hasta quedar enfrente de él. Empezaba a comerle la preocupación todavía más por la actitud tan indiferente de su compañero. Y ella se disparó aún más cuando percibió el cuerpo tembloroso de él.

Todoroki inclinó la cabeza para su derecha, impidiendo que Momo le viese el rostro. Shoto ignoró sus continuos llamados, y en una ocasión, murmuró un 'estoy bien', sin mirarle tampoco. En un hilo de voz ahogado y roto.

Entonces ella se alarmó, y cuando Shoto tapó sus ojos con el dorso de su mano, vio sus cachetes colorados y su nariz chorreando, ahí le saltó la idea de que estuvo llorando. Quizás por ello hubiera estado evitando tanto que le mirase. Tal vez, no le gustaba mostrarse vulnerable. Débil. Y considerando su perfil de chico reservado, supuso que algo así tendría sentido para él.

Tomándole de la muñeca, le apartó la mano de la cara. Parecía un niño asustado buscando que alguien le ayudase, sin pedirlo, sin demostrarlo, pero que clamaba auxilio a través de su mirada teñida de angustia.

Ella se compadece de él y le acuna con su mano izquierda la mejilla, con intención de transmitirle confort y darle a entender que, sin importar lo ocurrido, todo estará bien. Que no puede llover para siempre, que algún día tiene que salir el sol. Ya sea tarde o temprano, ahora o mañana. Con ella o sin ella. Todo, mediante un simple intercambio de miradas.

Porque ese es el secreto conservado en el aire de ambos; dialogar una lengua que solo ellos pueden comprender. Que hablan el precioso y misterioso lenguaje de las miradas entre dos enamorados.

Shoto le mira con los ojos afligidos, y a Momo se le encoge el corazón. Ella levanta su otra mano hasta su cara, sin romper el contacto visual, y cuando lo hace, siente que él le acaricia el canto de la mano con el pulgar.

Sabe que le guarda cariño, así como ella también lo hace. Porque son pareja, amigos, y sobre todo, son el pilar que el otro necesita cuando vienen deshechos.

Ahora era por él, mañana podría ser por ella.

─ Ven, vamos. ─indica con un movimiento de cabeza. Solo así, ambos marcharon hasta los sillones en la sala y se sentaron. Muy juntitos. Mientras él se recuesta sobre su hombro y se libera, ella se ocupa de acariciarle el cabello y de abrazarle. Escuchándole sollozar.

Luego preguntaría lo sucedido, por ahora, lo más importante es consolar a Shoto.

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Tuve que quitar la idea de "quitarse la vida" del pedido, debido a que no le encontré lugar al plantearlo en los dormitorios. Igual, ojalá les haya gustado, a pesar de ser tan corto.

TodoMomo One-ShotsWhere stories live. Discover now