Yo, un acosador tuyo, de cada parte de tu piel, de la miel que escurría por tu dulce cuerpo, amante de tus imperfecciones y de cada detalle en tí...
Y tú, un simple chico que creía ser feliz tentando a la peor persona, un niño lindo que llegaba a lo...
-¿Umhh?- abrí lentamente mis ojos y pude notar que estaba en mi cuarto, en mi habitación, en mi cama... ¡Mierda, mi cama! -Carajo, carajo...- mire a mi lado para ver si aún estaba aquel bello chico que había conocido hace unas cuantas horas después de pelear con Canadá, pero para mi buena suerte/mala, él ya no estaba ahí, a mi lado...
-Ni siquiera supe su nombre pero el si el mío... increíble, México...-Apagué la irritante alarma de mi celular y me metí a bañar, un nuevo día.
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-¡Bueno, México, otra vez llegando tarde!- sip, era mi estúpido jefe apareciendo por la puerta trasera, con una cara de pocos amigos, nada fuera de lo normal.
-Señor...los perros de la calle...-me interrumpió, sabiéndose de memoria mi historia.
-Te corretearon, si claro... -bufó- es mejor que te apures y vayas a atender la mesa 23- dijo saliendo de la cocina, dejándome solo con los chefs.
-Claro...- solté al viento y comencé a prepararme para ir por el pedido de la dichosa mesa 23, una orden de una hamburguesa con extra de papas fritas y unos cuantos nuggets, un helado de vainilla... aquel combo solo lo podía pedir una persona, ¡una jodida persona!
Mire la comida nuevamente y fruncí el entrecejo, esperaba no encontrarme con él.
Tome la bandeja con comida entre mis manos y salí de la cocina. Di una mirada rápida alrededor, aún era temprano y no había mucha gente en el establecimiento.
Caminé hasta la mesa a paso rápido, estaba nervioso -Buenos días, que disfrute su comida-deje el plato, y sin verlo, me di la vuelta para regresar a la cocina, pero una mano tomándome firmemente de mi muñeca me detuvo en seco.
-Espera, Méx-Su voz aclamaba por mi, me gire y tome su mano para apartarla de mí, pero falle en el intento cuando me le quede viendo fijamente.
-¿Qué quieres, Canadá?-lo mire serio. -Estoy trabajando, si te importa...-y me tomó de la mano.
-Podemos compensarlo hoy si aceptas...-susurro con una sonrisa en el rostro-¿Qué dices?
« -No gracias, ya cogí con un desconocido y te juro que me dejó doliendo -como los mil demonios- el culo- »
-¡No, déjame en paz! -intente zafarme de su agarre que se había vuelto fuerte, pero para desgracia mía no podía agredir física/verbalmente a un cliente o me despedirían -aunque claramente no tuviera yo la culpa-. Forceje-¡Canadá! -su risa se volvió más fuerte y fingida, mientras aumentaba su agarre, inmovilizandome un poco del brazo.
-Ha dicho que lo sueltes-una voz detrás mía lo hizo temblar y seso sus risas, quedando en un incómodo ambiente. Esa voz se me hacía conocida...Pero, ¿Dónde?
