La batalla de Mewni parte II: Repercusiones

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—Puedes darme más de mil razones para decir que mi plan es tonto, arriesgado y decir que mi madre tiene razón. — dije con seriedad mientras seguía mirando los destellos de la batalla desde mi ventana. No recibí respuesta alguna salvo el rechinido de la puerta cerrándose delicadamente. Seguí mirando por la ventana ignorando la nula respuesta, mientras el sonido de sus botas venían hacia mí. Fue cuando sentí sus brazos cubriéndome delicadamente. Tan cálido, tan seguro.

—Lamento no haber sido de mucha ayuda antes. — musitó. solté una leve risa al oírlo.

— Ahora me eres de gran ayuda. — di media vuelta devolviendo el abrazo tapando mi rostro sobre su pecho, pude sentirme en paz.

—Moon… — rompió ese silencio tan acogedor — Tenemos que salir de aquí hemos ideado un plan.

—¿Hemos? — pregunté intrigada sin separarme de el. Sin dejar de abrazarlo
La puerta de mi habitación se abrió un poco — ¡River...! — deje de abrazar a mi amado en ese instante.

—El príncipe Johansen fue el arquitecto del plan. — lo señaló propiamente dándole la palabra — ¿Príncipe?... Por favor — ambos lo miramos.

—Bu… bueno — empezó nervioso jugando con ambos dedos índices — Ha pasado casi diez horas desde que la guerra comenzó. La reina ordenó sellar el castillo, los pocos guardias que quedan están ocupados vigilando, pero los establos no están vigilados. Podemos escabullirnos y tomar los guerranicornios de mi familia y salir por los campos de maíz. Así no abra problema de toparnos con el ejército de su majestad directamente.

El plan era perfecto, estaba de acuerdo. Cuando salí de mi habitación vi a ambos guardias noqueados — No tuve elección — noté como Toffee sobaba su muñeca — Pero estarán bien.

—¡Oh no! — me detuve por un momento golpeando mi frente. — Mi madre tiene mi varita en sus aposentos. Toffee. Tú y River adelántense, yo iré por la varita. Luego los alcanzaré. — ambos lo dieron por hecho mientras tomábamos caminos diferentes. La habitación de mi madre estaba a unos metros. Me desplace  agazapada apoyándome sobre la pared intentando no hacer mucho ruido. Llegué a la habitación de mamá, me sentí dudosa al no ver la guardia vigilando de cercas y la habitación completamente a oscuras. Entre con cautela dejando la puerta semicerrada. — ¿Dónde estás? — susurré viendo cada rincón. Burós, cajones, cajoneras. Parecía una búsqueda de horas pero algo llamo mi atención al ver el cuadro sobre la pared un poco inclinado más de lo normal donde estábamos retratados los tres. Mi padre, mi madre y yo. — Hola padre… — dije melancólicamente. Me acerque al cuadro apoyando mis dedos en el.

Pasaba los dedos en el cuadro intentando buscar una pista, fue cuando sentí un pequeño desnivel. Baje el cuadro con cuidado y ahí lo vi. Una pequeña puerta de madera con un candado de combinación.
—Por el cotón espero que esta sea la combinación — me dije a mi misma al poner mi fecha de cumpleaños. Solo tenía una oportunidad; en eso escuché como el candado había aceptado la contraseña. Abrí la puerta de madera y ahí estaba. Tomé la varita pero antes de irme note que otra cosa había adentro. — ¿Una sobre? — tomé el sobre. Mientras lo examinaba apenas pude ver una descripción — “No abrir hasta dentro de veinte años” — deje la varita en el suelo dispuesta a abrir el sobre cuando escuché pisadas a lo lejos.

Rápidamente guarde la carta dónde estaba, cerré la puerta de madera y puse el cuadro en su lugar. Tenía solo unos segundos para esconderme. Sin pensarlo me tiré debajo de la cama de mamá esperando a que todo terminará.

—Espera aquí, oí algo — escuché a lo lejos. La puerta se abrió lentamente entrando dos guardias. Uno cuidando la entrada y el otro revisando — “Vamos lárguense” — pensaba una y otra vez mientras veía sus botas recorrer toda la habitación. — No es nada. Vámonos. — ambos guardias salieron de la habitación sin antes cerrarla con llave. Salí de mi escondite caminado en cuclillas hasta la puerta. Saque mi varita y apunte a la cerradura intentando recordar un hechizo — Chispa culpable — girando mi mano a ciento ochenta grados y recitando el hechizo una chispa azul daño la cerradura. Salí de la habitación en silencio tomando un pasillo que me llevaría a los establos pero cuando gire ahí estaba ella, inerte, tirada en el suelo y con una mirada al vacío.

Recuerdos parte dos: Memorias de un diario Where stories live. Discover now