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Se había arrepentido al segundo de haber aceptado con tal ligereza, no porque no quisiera sino porque ahora ella misma dudaba de sus facultades mentales. Si bien, en aquella casa no había sufrido ningún maltrato no era algo cotidiano el cenar con tu secuestrador. Sin embargo, no quiso pensar más en su decisión tan repentina, ahora debía cenar con J.

Sin planearlo se vio buscando algo apropiado que vestir  como si fuera un evento importantísimo. Se cuestionó la emoción que sentía por compartir más que unas simples palabras con J. En toda su estadía allí, J jamás se atrevió a cenar o estar más de 5 minutos con ella, por lo que tal atrevimiento la tomó por sorpresa.

Rió para sí misma cuando se dio cuenta que en el clóset de la habitación donde estaba casi las 24 horas del día había un vestido, uno muy bonito y sencillo que seguramente usaría para esta noche, quería lucir un poco más arreglada que de costumbre y no tenía la menor idea de por qué quería hacerlo.

O no quería aceptarlo mejor dicho.

Cuando se acercó la hora de la cena, se apresuró para asearse, tomando una ducha relajante y lavando su cabello. Terminando aquello, se vio en el espejo sin una gota de maquillaje puesto que en la habitación apenas habían algunas prendas de ropa que utilizaba para vestir a diario. Lo cual le causó gracia, en circunstancias normales jamás aceptaría verse con un chico en tales condiciones.

Ya se había colocado el vestido y su cabello largo y castaño lucía mojado detrás de su espalda, ya había tomado la decisión de que lo dejaría secar naturalmente.

Su estómago se cerró automáticamente cuando escuchó el golpear de unos nudillos contra su puerta indicandole que J se había tomado el atrevimiento de llamarle personalmente para bajar a cenar.

Por lo que Chloé pasó sus manos inquietas por el vestido y se apresuró a abrir la puerta, encontrándose con un J recién bañado y perfumado. Ella se limitó a saludarle con una sonrisa porque estaba un poco nerviosa y no sabia realmente cómo reaccionar ante él puesto que se veía tan dominante y a la vez tan sereno.

— Si así me vas a recibir cada vez que te invite a cenar junto a mi, créeme que lo haré mucho más seguido.— mencionó casi midiendo cada una de sus palabras hacia ella de una manera suave y respetuosa. Era como si J realmente hubiera pensado meticulosamente si decir aquello era lo correcto, quizás para no hacerla sentir incómoda.

Chloé soltó una risita tierna ante aquel comentario.

—Vamos, muero de hambre— se limitó a contestar, todavía no estaba del todo acostumbrada con sus palabras de cariño y amables, ante toda esta situación la hacía sentir confusa, aunque estaba consciente de que ya lo que estaba haciendo era bastante ambiguo.

[...]

La mano de J se entrelazó con la de Chloé en la mesa, justo minutos luego de que terminaran de cenar. El momento fue totalmente agradable, lleno de risas de su parte porque él no dejaba de contar chistes o comentar alguna otra cosa que hacía reír a la chica.

Se asustó un segundo, cuando sintió tal calidez de la mano masculina al tocar la suya. Y no sentía miedo de pánico, al imaginarse que estaría buscando él luego de eso, sentía nerviosismo, era un manojo de nervios porque sabía que J se percataría de lo que causaba en ella.

No retiró su mano, porque ridículamente le agradaba, y le gustaba al tacto y ahora con esas sensaciones Chloé  eligió no pensar nuevamente, probablemente mañana en la soledad de su habitación se cuestionaría todas y cada una de sus reacciones, pero ahora, ahora solo quería disfrutar, lo que era raro porque estaba secuestrada pero la compañía de él le era extrañamente excitante.

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