Capítulo XIII: Recuerdos y pensamientos cruzados

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            Era la misma tarde agitada, había mucha gente por todos lados dirigiéndose a todas las direcciones posibles, casi se podía oler la ansiedad en el aire, o al menos una persona en particular podía. Jade era parte de este estrés colectivo, más o menos. Se encontraba en las calles haciendo un par de favores que Heródoto le pidió mientras se encontraba en su trabajo para luego verse en un punto acordado previamente. Si había algo que Jade odiaba era el ruido y las personas, y las noticias del día, que hablaban de las fugitivas, no ayudaban a mantener la paz, sobre todo la de Jade, quien debía salir a las calles mientras todos andaban internamente en pánico. Gracias a su habilidad, Jade podía percibir mucho mejor esto que el resto, era como escuchar lo que grita el aura de las personas. El batido del corazón, la acelerada respiración, el olor que emanaban al sudar demasiado y estos pequeños detalles que lograba sentir era lo que le daba mucho fastidio. Definitivamente no era un buen día para salir.

Sin embargo, su compañero realmente necesitaba esa ayuda de su parte, por lo que no se opuso en absoluto, aún sabiendo lo que significaría. De hecho, ya había terminado con sus pedidos, se acercaba la hora de salida de Heródoto y ella ya estaba en el lugar esperándolo. Jade estaba en un bar, uno diverso al de la última vez. Estaba tomando un té en la parte externa del bar, disfrutando del poco aire fresco que lograba encontrar. Aún faltaban alrededor de diez minutos para que Heródoto llegase, por lo que decidió "escuchar" lo que le decían las personas que pasaban por allí para distraerse por un momento. Algunos se escuchaban y veían aburridos, otros preocupados e incluso hubo algunas personas que se encontraban al borde de la depresión. Jade reflexionaba sobre como la felicidad se volvió algo tan difícil de obtener hoy en día. Contó alrededor de unas veinte personas y no hubo ninguna que emanase una pequeña pista de alegría o felicidad, ni siquiera las parejas.

Seguía en su labor de juzgar internamente a la ciudad, ignorando por completo su té que ya se había enfriado, realmente no le importaba, sólo lo pidió para poder estar en el bar mientras esperaba. Repentinamente, algo cambió. Una chica que había llegado hace nada al lugar, no emanaba ningún tipo de estrés o tristeza, de hecho, no podía sentir ningún tipo de emoción o sentimiento alguna, era una persona completamente gris y vacía. ¿Cómo era posible? ¿Por qué? Jade continuó "observando" más a detalle a la chica, tratando de buscar el mínimo rastro de sentimiento, pero no podía, esta sujeta no emanaba absolutamente nada. El hecho le parecía tan raro que ni siquiera se percató que se estaba dirigiendo hacía ella, se había concentrado tanto en descifrarla que no había notado que la tenía en frente hasta que le habló

—Por fin te encuentro —añadió la chica

Finalmente Jade había logrado sentir algo por parte de aquella mujer. Algo que significó peligro instantáneamente. La única cosa que percibió de un instante a otro, como si se tratase de una luz invadiendo un cuarto a oscuras, era el instinto asesino. Instinto asesino que se encendió apenas pronunció aquellas palabras. Todo encajaba ahora, esta chica, de cabello castaño, piel blanca, ojos negros y baja estatura, era una jugadora. Eso explicaba el porqué de todo. Ese instinto repentino y el hecho de que no haber sentido nada tenían algo que ver con su habilidad y Jade se dejó llevar tanto por el relajo que ni cuenta se había dado hasta tenerla en frente. Había intentado reaccionar, pero era ya demasiado tarde. Aquella chica, con una velocidad sorprendente, había tomado por el cuello a Jade y empezó a ahorcarla, obligándola a levantarse de su asiento y asustando a todos los del lugar. Aquella mujer poseía una fuerza increíble, por más que intentase e hiciese fuerza contra ella, Jade no podía liberarse. Le lanzaba patadas en todo el cuerpo e intentaba liberarse con sus manos, aprovechaba sus sentidos para percatar como si cuerpo reaccionaba, pero ni con el golpe en el punto más crítico tenía alguna reacción. No sentía ni miedo, ni dolor, ni siquiera pena o burla por parte de aquella extraña chica. Sólo ese instinto depredador que invadió su cuerpo. Esta sería una pelea difícil para ella, ¿Cómo luchar contra una persona que no dice nada cuando tu habilidad se basa en percibir?

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