Capítulo 49: Utvinning (Recuperación)

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Cuando abro los ojos, lo primero que veo es a mi hermano sentado a mi lado. Me duele el vientre y noto algo tirante, como puntos. En cuanto mis ojos enfocan un poco, distingo a Fin y Su hablando con él, a los pies de mi cama.

– ¡Bróðir!

– ¡Lukas!

– ¿Dónde-?

Veo a Tino decir algo a Sverige, que sale del cuarto asintiendo en silencio para volver casi al instante.

– En el hospital. – dice Ice con lágrimas en los ojos. – Has estado cuatro días inconsciente.

– Sí... Recuerdo... – de pronto recuerdo todo y una sensación de terror me inunda – ¿Dónde está Mathias?

– No te preocupes. – dice Tino – Ha bajado a comer algo. No ha pasado por casa desde que te ingresaron.

Un suspiro de alivio sale de mi boca y lo que sigo suponiendo que son puntos de sutura tiran un poco. Tocan a la puerta y veo entrar a una doctora joven, de pelo negro.

Me hace unas cuantas preguntas y me revisa la presión arterial, el pulso y lo que ahora confirmo que son suturas.

– Está todo correcto. Si no hay cambios en una semana le podremos dar el alta.

Veo alivio en la cara de todos y Tino me dedica una sonrisa de oreja a oreja.

– No sabes el susto que nos has dado, Nor. Sobre todo a Ta y a Emil.

Miro a mi hermano, que tiene aún alguna lágrima en los ojos. Le revuelvo el pelo y le sonrío.

– No me había fijado en que tenéis el mismo corte de pelo. – comenta Fin – Como siempre llevas la-

– ¿Dónde está mi horquilla? – digo preocupado.

– Se te cayó en el jardín de la casa. – dice Emil – El idiota de Den volvió él solo a por ella sin decirnos nada.

Noto mi cara enrojecer un poco y oigo la puerta abrirse, seguida de el sonido de una botella de plástico cayendo al suelo.

– Lukas...

En la puerta veo a Mathias, temblando como una hoja de papel y a punto de llorar. Emil se levanta y se aparta, como dejando la silla a mi lado para él.

– Hej. – digo con una pequeña sonrisa.

Se acerca a mi cama cojeando un poco, como si le doliese la pierna derecha. Agarra mi mano entre las suyas y se sienta a mi lado sin decir nada.

– Nosotros nos vamos ya. – dice Tino – Hemos dejado a los niños solos. Volveremos mañana.

– Yo iré a comer algo. – dice Ice.

Simplemente asiento. Sé qué quieren dejarnos a solas. Cierran la puerta tras de si y yo giro la cabeza para mirar a Den, que me mira como si fuese un fantasma.

– Den-

– Tenía mucho miedo de perderte, Lukas. – susurra apoyando su cabeza en mi mano. – No sabes lo asustado que estaba...

– Ey, estoy bien. ¿Y tú? ¿Qué te ha pasado en la pierna?

– No es nada. Al parecer una de esas cosas me dio a mí también, pero estoy bien.

– ¿Te duele?

– Eso debería preguntártelo yo a ti.

– No duele, pero noto los puntos.

Suspira y apoya su frente en mi mano otra vez. No le había visto así desde...

– No vuelvas a hacer algo así nunca más, por favor. Te quiero, te quiero más que a nada en el mundo. No quiero volver a perderte.

– Yo también te quiero. Aunque a veces seas un poco insoportable. – me río.

– Cambiaré por ti.

– No quiero que cambies, idiota.

Me mira con cara de sorpresa y me sonríe. Será un idiota, pero es mi idiota.

– Por cierto, tengo algo tuyo.

Se levanta y saca algo de su bolsillo. Es mi horquilla.

– Es cierto. Me han dicho que volviste solo a por ella.

– Sé lo importante que es para ti. No podía dejarla perdida en ese sitio.

Se agacha y la coloca en mi pelo, dándome un beso en la mejilla con cara avergonzada. Le agarro de la corbata, sin dejarle levantarse, y me mira, levantando una ceja.

– Si vas a darme un beso, al menos hazlo bien.

Tiro de su corbata hasta dejarle a centímetros de mí. Se está poniendo tan rojo como el fondo de su bandera.

– Nore, yo... ¿Estás seguro?

– Por una vez en tu vida, Danmark, cállate.

Tiro de nuevo de su corbata y le beso. He esperado demasiado tiempo para andarme con chiquitas.

– No me esperaba eso de ti, Lukas. – dice sentándose de nuevo, con las mejillas sonrojadas.

– Soy una caja de sorpresas.

Ambos nos reímos y Mathias suelta un bostezo. Se pasa la mano por la cara, cansado y decido hacer algo al respecto.

– Vete a casa, anda.

– ¿Por qué? Estoy bien.

– No, no lo estás. Tienes unas ojeras del tamaño del Mar del Norte y Tino me ha dicho que llevas aquí cuatro días. Conociéndote, no has dormido nada, así que haz el favor de irte a descansar.

– Bueno, te haré caso. – dice entre suspiros, levantándose para irse. – Volveré a la noche. Jeg elsker dig.

Sonrío y le despido con la mano, mientras veo como se acerca a la puerta.

– Jeg elsker deg også.

Hetaoni: Final StageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora