Prólogo

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Prólogo: "La luna de miel".

Dos años antes...

Palmeo la espalda del hombre que tengo a mi lado, causando que me de una mirada extrañada. Al ver su expresión, río mientras dejo unos billetes en la barra del bar. Le guiño un ojo al barman, y camino hacia la salida. Me tambaleo ligeramente hacia la izquierda mientras entrecierro mis ojos para dejar de ver doble las escaleras mientras salgo del bar. Tuve suficiente alcohol por esta noche.

Aunque pensándolo bien...

Cuando me doy la vuelta arrepintiendome de mi decisión, siento un golpe en el pecho que me empuja hacia atrás pero logro estabilizarme, lo cual es un milagro ya que estoy muy borracho.

Escucho un grito, una maldición y de pronto, un chapoteo en el agua hace que pequeñas gotas de agua caigan en mi camiseta. Suelto una risa chocando con la pared y luego suelto un respiro cerrando los ojos.

Trago saliva y me quejo sintiendo un terrible mareo venir. Oh, por favor, no. Intento correr hacia un basurero pero lo único que logro hacer es caer de rodillas y vomitar en la acera de la calle. Oh, cielos, quiero mi cama.

Me recuesto en el suelo y lloriqueo mientras me abrazo a mi mismo. Quiero ir a mi cama en Nueva York, junto a ella. La extraño. Su cabello, su sonrisa, su olor. Cierro los ojos con más fuerza intentando alejar la imágen que estoy formando de Theia.

-Demonios, es patético-ignoro la voz femenina con acento italiano cercana a mi y sigo sollozando en el suelo.

-¡Alessa!-otra voz femenina la reprende pero luego suelta un bufido-A quien engaño, es asqueroso ¿Deberíamos hacer algo?-esa voz me agrada. Esa voz es dulce y simpática. Su acento es más entendible que el de la otra mujer, al menos.

-Si, debería patearlo en las bolas. ¡Estoy empapada por su culpa! Malditos turistas de mierda-espeta la mujer con boca de camionero. Escucho a alguien acercarse a mi. Abro los ojos con lentitud y mi aliento se queda atascado en mi garganta. ¿Acaso estoy muerto?

-Oye, straniero ¿Estás bien?-parpadeo una y otra vez pero la imagen de la mujer no se va. Es hermosa, eso es seguro.

-¿Estoy muerto?-susurro y ella hace una mueca. Aún así luce hermosa.

-Demonios, está más borracho de lo que creímos. Vamos Dene, déjalo. La policía lo encontrará-suspiro y nuevamente lloriqueo al recordar aquellos ojos verdes que me traen loco.

-Alessa, no podemos dejarlo aquí. No debe alojarse tan lejos, es un turista, yo no me iría tan lejos de mi hotel-la mujer hermosa habla con la amargada.

-Bueno, eso es porque tú no eres una idiota como él-la mujer hermosa rueda los ojos y le dice a la otra que ayude a levantarme. Antes de que hagan algo, intento levantarme yo solo.

-Estoy bien-arrastro mis palabras mientras hablo-Mejor déjenme aquí, solo soy basura. Debo estar donde pertenezco-me tambaleo mientras ambas me ayudan a levantarme-¡Soy basura!-grito a todo pulmon y río para luego llorar.

-¡Si, y apestas como basura! Ahora ¿Podrías cerrar la boca?-la mujer amargada me calla y río.

-Eres graciosa, pequeña amargadita-toco su nariz pero eso parece enfurecerla más.

-Cielos, solo averigüemos en donde vive este imbécil-amargadita y hermosita hablan entre sí durante un rato mientras yo me concentro en observar el cielo.

Debería considerar quedarme aquí. Nadie me extraña en Nueva York, de hecho, no tengo nada que hacer allá. Theia esta allá, su...lo que sea también esta allá ¿Qué podría hacer yo, además de aguantar las ganas de ir a rogarle que regrese conmigo?

La Estrella Más Brillante © [Pausada] Where stories live. Discover now