Alejandra, mi primer amor

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Alejandra mi primer amor la conocí 3 años antes de conocer a Laura la linda estudiante de derecho que me atraparía años más tarde, tengo que agradecerle mucho a Alejandra no solo por todos los momentos que vivimos sino también por abrirme los ojos y hacerme entender lo increíble que es Santa Marta y su gente, ciudad que se convirtió en mi hogar, lugar donde he conocido tanta personas interesantes, amables y grandiosas y lugar también donde pude conocer a Laura.

Cuando aún estaba en bachillerato, exactamente noveno grado yo me encontraba viviendo en el Bello Valle un pueblo ubicado en la región de Catatumbo en el departamento de Norte de Santander, el Bello Valle como su nombre lo dice es un pueblo hermoso lleno de gente trabajadora, honesta, honrada y de gran talante; sin embargo, aquella región del país durante décadas ha sido cuna y refugio de muchos grupos guerrilleros y paramilitares, originalmente inundada de guerrillas como el ELN, el EPL y la FARC-EP, muchas de estas guerrillas tiene un origen en común y este ha sido causa del olvido en el que ha esto sumergido el pueblo campesino y trabajador base de la economía de nuestro país, un olvido permanente por parte del estado que ha dificultado las oportunidades y la óptima calidad de vida de nuestra sociedad, no obstante, aunque las guerrillas nacen del inconformismo de la clase obrera y menos privilegiada con el tiempo han perdido su norte y hoy por hoy se conocen como grupos terroristas que se lucran del secuestro, la extorsión y principalmente del narcotráfico, como si fuera poco el inconformismo que creó el actuar de estos grupos guerrilleros de izquierda generaron nuevos grupos armados que prometían mermar las influencias y el dominio que habían adquirido las guerrillas con el tiempo y así nacieron nuevos actores armados como el paramilitarismo, grupos armados de extrema derecha que profesaban acabar y exterminar con las guerrillas, como siempre ha pasado en la historia de nuestro país intentamos acabar la violencia con más violencia y esto no ha llevado a ninguna solución y por el contrario vemos como las supuestas soluciones de problemas pasados se convierten en problemas aún más grandes que están desangrando al país. Pues bien entrando en contexto podemos ver que por muy Bello que sea el Valle difícil le ha sido producir rosas puesto las faltas de oportunidades ha obligado a mucha gente a desplazarse de sus regiones, de su hogar y buscar refugio en las ciudades dejando atrás el campo y apostándole a una vida totalmente diferente, creo que mi caso no fue la excepción pues fueron grandes mis aspiraciones y anhelos de adolescente que difícilmente podía ver con claridad en una tierra nublaba entre humo y pólvora; calles empolvadas y coca; sueños frustrados y muerte, difícil ver un aliento de crecer y convertirme en lo que soñaba, mi madre me apoyaba en mi decisión de salir de aquella tierra y fue ella quien me ofreció la posibilidad de vivir en Santa Marta, estando también entre mis opciones Cúcuta, Bucaramanga, Barranquilla y Cartagena, al final decidí Santa Marta ya que mi mama tenía una amiga allí y esta me hablaba maravillas de la ciudad, fue en su casa donde viví los primeros días y donde conocí por experiencia propia el cálido trato del samario, quizá fui un joven rebelde tenía mi cabello largo y vestía un poco diferente para la época, creí estar retando a la sociedad y ser el centro de atracción, cuando entré mi primer día al colegio pude sentir como las miradas se concentraban en mí, algunos hacían comentarios en voz baja que me alagaban y otros que me sorprendían por sus ofensas; sin embargo, mi arrogancia tomaba cualquier tipo de comentario como alimento para mi ego y fácilmente pude conocer gente igual a mí, quienes después se convertirían en mis buenos amigos, en especial dos de ellos Javier y Alejandro dos jóvenes tan desadaptados como yo pero con el tiempo aprendimos a sobrellevarnos con la gente, frente a mi colegio había una pequeña tienda donde nos reuníamos cuando nos escapábamos de clase, durábamos horas entre risas y burlas. Sobre la tienda, en la segunda planta había un apartamento en donde se asomaba en algunas ocasiones una niña muy hermosa desde su balcón, sinceramente yo no me fijé nunca de eso, pero aquella niña tiempo después me confeso que cada vez que nos escapamos ella nos miraba desde el balcón deseando hablar con nosotros, yo conocí a esta niña un día que me encontraba en una sala de Internet ubicada diagonal a mi colegio, me encontraba en Facebook y recibí su solicitud de amistad, simplemente la acepte y no le di gran importancia, lo que yo no sabía era que aquella niña estaba sentada en la cabina de al lado mirando mi monitor para ver mi nombre y poder agregarme a Facebook y en realidad no lo supe hasta mucho tiempo después, mi arrogancia no me dejaba percatar de lo que sucedía a mi alrededor. Pasaron los meses y aunque había conocido a mucha gente y de igual forma ya entablaba una gran amistad con quienes se convertirían en mis mejores amigos por muchos años, decidí irme de la ciudad puesto que sienta no estar hecho para esta, fue mi orgullo quien también no me dejo ver en ese momento lo hermoso de este lugar, pensé sentir gran fastidio por su gente, interpretaba su personalidad cálida, familiar y amable como algo acosador, fastidioso e intolerable, realmente extrañaba a mi gente y a mi pueblo por más violento que fuese. Aquellos fueron en mis últimos días en Santa Marta donde crucé por primera vez palabras con Alejandra la niña del balcón, la madre de mi primer hijo.

Detrás de las montañasWhere stories live. Discover now