Capítulo 1

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Singto's POV

Podría describirme a mí mismo como el típico personaje masculino de un libro: guapo, adinerado, famoso, serio e inteligente, vaya mierda.

Odiaba pensarme de ese modo, parecía que debía de encajar de forma obligatoria en esas categorías, ni siquiera consideraba alguna como cierta.

No era atractivo, tenía encanto; no era adinerado, solo tenía los recursos suficientes; no era serio, solo odiaba hablar con gente estúpida; ni era inteligente, solo era curioso. La mayoría de las personas verían esto como sinónimos o tal vez era mi propio ego queriendo ser diferente a los demás cuando no era así; cuando era exactamente lo mismo que la mayoría de las personas pensaban de mí.

A parte de eso, lo único que me faltaba era ser un soltero codiciado, pero esto si era diferente a la mayoría de los protagonistas de un libro aburrido. Tenía novio desde hace tres años y sin dudarlo podría decir que lo amaba de forma sincera.

Había conocido a Ohm en una fiesta de varias personalidades del mundo del entretenimiento; Ohm Pawat era uno de ellos. Un actor joven bastante reconocido en Tailandia, pero eso no fue lo que me había llamado la atención de él. Ni siquiera sabía qué había sido. Solo recuerdo que esa misma noche, me había encontrado caminando hacia él con una copa de vino tinto para dársela. La sonrisa que me había dedicado en esa velada, me había flechado de forma directa rompiendo la imagen de "persona seria y sin sentimientos" que los demás tenían hacia mí.

Ohm era especial.

Ohm es especial.

Ohm es la persona que me hacía mejor en muchos aspectos.

Ohm es la persona que mejor me entiende en el mundo.

Ohm es mi mejor amigo.

Ohm es mi compañero.

Ohm es mi novio, mi primer amor.

Antes de él ya había tenido dos parejas, una de ellas, por ejemplo, era Yang. Había durado año y medio con él, creí amarlo en su momento, hasta que la verdad me golpeó la cara y decidí terminar nuestra relación, para mi mala fortuna, él sí me amaba, pero no podía seguir con una mentira de ese tipo sabiendo el daño que le hacía o que le haría a largo tiempo, aunque lo dañé de alguna u otra forma, de eso no hay duda.

Días después de terminar, Yang había vuelto a mí, llorando, rogando y pidiendo que regresara con él. Fue duro para él, fue duro para mí y aunque ya han transcurrido tres años, estoy seguro de que Yang no se ha recuperado del todo, incluso su actual pareja era tan parecida a mí físicamente que asustaba.

A veces recurría a mí pidiéndome favores que me eran imposibles de negar por la carga de culpa de haberlo dañado en el pasado. Trataba de fingir que no me importaba nada de la vida de Yang, pero era todo lo contrario, incluso mantenía vigilado a su novio para prevenir cualquier cosa: solo era protector. Antes de haber sido pareja, Yang y yo fuimos amigos, así que tal vez ese lado protector salía por el miedo de que lastimaran más a aquel amigo que alguna vez fue Yang.

Esta vez no fue la excepción, tampoco me pude librar de la petición de Yang, y ahí estaba, en un auto justo hacía un pueblo rural de Tailandia del cual nunca había escuchado.

Le había mentido a Ohm y él me había creído de la forma más inocente posible. Claro, nunca le mentía, si fuera al revés yo tampoco hubiera dudado en lo absoluto de la palabra de mi novio. Pensar en eso me hizo sonreír de una forma estúpida mientras conducía, observando la naturaleza que comenzaba a hacerse presente en su totalidad.

Ohm me había enseñado lo que el amor significaba de las formas más lindas posibles; algo de lo que siempre le estaría agradecido.

No importaba si Yang estuviera cantando y casi bailando en el asiento del copiloto, mis pensamientos estaban en otro lado.

Ohm y yo nos hicimos pareja apenas unas semanas después de conocernos, ciertamente no quise tomarme el tiempo para pensar si era lo mejor o no. Había tenido un flechazo inmediato del que pocos tienen y sé que Ohm también lo tuvo cuando me vio por primera vez. Su risa nerviosa mientras intentaba beber de la copa de vino que yo mismo le había dado lo habían delatado por completo y, me había encantado.

Me había encantado que fuera más alto que yo, me había encantado que tuviera una sonrisa sincera, me había encantado saber que le gustaban los postres y que su bebida alcohólica favorita era el vino tinto, me había encantado saber que amaba bailar, cantar y leer, y más rápido de lo que imaginé, me había enamorado de forma torpe, tonta e idiota de él.

Aunque no todo había sido como exteriormente lo mostramos. Tuvimos un gran altibajo cuando llevábamos año y medio de relación; me había sido infiel.

"Tienes poco tiempo."

"Casi no nos vemos."

A veces cuando pienso en eso, vuelto a sentir el cruel y frío dolor recorrer mi pecho y mi espina dorsal, lloré por semanas, me escondí por semanas y al final lo perdoné.

Ohm me había ido a buscar día tras día, me había pedido perdón y su rostro no reflejaba más que arrepentimiento, así que al pasar un par de meses le había dado mi palabra de olvidar eso, si me prometía que no me volvería a mentir.

Y lo ha cumplido.

No lo puedo crucificar por lo que hizo. Al final aprendí que somos humanos y como humanos somos imperfectos. Ha pasado ya año y medio desde ese acontecimiento y Ohm no ha hecho absolutamente nada más que me haya causado dolor en lo más mínimo.

Cada día desde el momento en que me enteré de su infidelidad, Ohm ha dado todo de sí para dejar eso más que enterrado y sinceramente es algo que ha logrado. No le tengo rencor en lo absoluto, tampoco busqué venganza, ni nada similar, lo amo, y el amor nos vuelve un poco estúpidos.

—Es aquí.

La voz de Yang me despertó de mi ensoñación y me estacioné justo fuera de la gran casona, presioné un pequeño interruptor para hablar y pedir que abrieran la reja para dejarnos pasar, Yang ya me había hablado un poco de todo, así no estaría tan impresionado.

—Sí. Somos Yang y Singto. —Dije primero su nombre, pues él era el invitado original.

La voz al otro lado de la pequeña bocina dijo un "pasen" y la reja se abrió de forma automática dejándonos pasar. Arranqué el auto y estacioné este mismo en un lugar que creí adecuado, justo al lado de un Audi negro.

—Perfecto. —Volvió a hablar Yang, saliendo del auto para tomar sus maletas.

Yo solo lo seguí, tomando mi equipaje, haciendo lo posible por pensar en estos cuatro días como unas mini vacaciones, pero la risa de Yang a unos metros de mí lo hacía casi imposible.

—Vamos, Sing. Te va a gustar la casa, tiene una biblioteca con libros raros como los que te gusta leer. Krist, Gun y Nam también te caerán muy bien.

¿Krist, Gun y Nam?

¿Por qué ese conjunto de nombres se me hacían familiares?

Solté un profundo suspiro y activándole el alarma al auto, caminé detrás de Yang para ingresar a esa casona.

"Ojalá los cuatro días se pasen como arena entre los dedos."

Recé, justo cuando la puerta principal se abrió frente a nosotros.

Sun & MoonlightWhere stories live. Discover now