Corazones que Latte(n) en sintonía

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Con esa era la cuarta vez que pasaba ese trapo húmedo y con notorias manchas marrones sobre la superficie de la mesa

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Con esa era la cuarta vez que pasaba ese trapo húmedo y con notorias manchas marrones sobre la superficie de la mesa. Sus ojos, cada cierto determinado tiempo, se desviaban hacia una de las mesas donde se encontraban sentadas y parlotrando de trivialidades, un grupo de amigas. Entre estas cierta castaña que intentaba esconder su rostro de la vista de cierta joven.

Mina suspira resignada mientras toma su libreta y se dirige a atender otras mesas. Ese día, por muy raro que resulte, había más clientes de lo habitual. Esto era algo que alegraba enormemente a la pelirosa pues -hace no mucho tiempo- había abierto ese pequeño y acogedor café como homenaje a su dulce difunta madre. Esta era una fiel amante del café, solía decir que era la forma más especial de amar a otros; entregarles una reconfortante taza de ese delicioso elixir era una forma de demostrar los sentimientos de uno. Es por esto que Ashido Mina había tomado la decisión de montar su propia cafetería a la edad de 23 años.

Claro que también era porque necesitaba ganar dinero rápidamente, había logrado obtener una beca en una de las mejores escuelas de danza en Japón. Decir que fue fácil sería una completa burla pues le había costado sudor y lágrimas el ser aceptada allí; muchas horas de trabajo que invirtió en arduos ensayos habían dado sus frutos, por supuesto había obtenido la ayuda de muchas personas que la rodeaban. Sus amigos fueron un pilar increíblemente grande para poder lograr su sueño. Cubriéndola en sus horas de trabajo para que ella pudiera realizarse mejor.

Y ahora estaba allí, a dos semanas de partir fuera de la ciudad, una parte suya no quería dejar todo lo que había construido allí, sus amigos y familia. Los iba a extrañas muchísimo y seguramente la soledad que sentiría las primeras semanas sería demasiado, sin embargo había estado luchando por ello toda su vida y sus amigos jamás le perdonarán que desperdiciarla esa gran oportunidad por ellos. Amaban a Mina y querían lo mejor para su futuro.

Sin embargo, pese a tener todo a su favor para irse, aún existía algo que le impedía partir rumbo a un destino incierto y, ese algo, era ella.

La bella castaña que conoció en la universidad a la que asistía. Su historia fue algo rara pues comenzaron siedo de esas amigas inseparables, revoltosas y cómplices en cualquier cuestión. Solían hacer todo juntas; desde ir al baño mientras la otra se duchaba tras una delgada cortina, hasta ir a los locales de ropa que amaban concurrir ni bien tenían la oportunidad (y el dinero).

Todo era perfecto, tan así, que Ashido no pudo evitar el comenzar a desarrollar sentimientos que -ante sus ojos- eran culposos. Tomar la mano de Uraraka ya no sabía como todos los días, con el tiempo comenzó a ser dulce, aún más dulce que las otras veces. Y se iba intensificando.
Su sonrisa -que antes le enviaba calidez en su pecho- empezó a crear un infierto en todo su organismo. Hasta el punto de sentir sus mejillas tornarse rojas cada vez que la castaña le sonreía en grande. A ella; solo a ella.

El deseo de intensificar sus abrazos, aumentar la cercanía y los roces, comenzó a ser una necesitad. Una tortuosa necesidad que no podía verse en la comodidad de complacer.
Uraraka era una luz en su vida y quien la llevaba a viajar en las más hermosas fantasías. Era por ello que jamás se atrevió a confesarle sus sentimientos, sabía que el rechazo sería evidente por su parte y no estaba lista para lidiar con eso.

Lazos entre granos de café- Kiribaku, Tododeku, Kamijirou +Where stories live. Discover now