Los matices se aclaran, las cosas se empiezan a ver con más claridad. Desde aquella mujer que madruga para ir a trabajar, aquel niño que se levanta para estudiar, o hasta aquel barrendero que le ganó al sol al empezar su jornada para que sus vecinos vean a su lugar un poco más lindo. Pero del otro lado, empieza a tomar luz lo oscuro. Aquella pierna mal enterrada de una víctima de femicidio, hasta aquel borracho culpable de la desolación de una familia. La vida es así, hay personas que dan luz, claridad, brillo al mundo; mientras que otras se lo devoran, lo hacen trizas y se llevan la poca luz que los alumbra consigo mismas, hasta que no soportan. No soportan ver que su destello se apaga, no soportan ver brillar al otro, no son conscientes de que esa luz es el tiempo. El tiempo que les queda. Algunos dicen que hasta después de la noche más oscuras sale el sol, pero no tienen en cuenta que ese sol ya no alumbra como antes.
