Capítulo 5

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Todo el mundo había abordado la lancha a motor, excepto yo. Nerviosa,
me paseaba de arriba a abajo en el muelle, mordiéndome las uñas mientras el conductor me hacía señas. Esto era más fácil decirlo que hacerlo. Mi pie alcanzó el borde del bote a la vez que me forzaba a subir en él. Mirando hacia la parte trasera, mi madre había tomado un sitio entre Izayoi y Irazue.

Seshomaru, Inuyasha y Kikyo se habían sentado en la parte delantera. Kikyo tenía su brazo alrededor de los hombros de Inu y él tenía notablemente la mano arriba en su muslo. Sinceramente ya empezaba a molestarme que no sintiera la necesidad de explicarme nada aún.

Seshomaru me lanzó una de sus pequeñas sonrisas lindas y palmeó el asiento a su lado.

—Vamos Kagome, ¿te sientas al frente con nosotros? —dijo, más como una orden que como una pregunta.

Mi madre parloteaba sobre su trabajo, cómo tendría que viajar mucho este año y no estaría más en casa como el año pasado. Deseaba deslizarme entre Inu y Kikyo, pero al final, tomé el asiento al lado de ella.

Kikyo parecía querer hablar conmigo de todos modos. Habló una y otra vez sobre cómo nunca había estado en los Estados Unidos antes y cómo había conocido a Inuyasha. Sonreí y fingí disfrutar de la conversación, sin querer que Inu se enterara de lo mucho que me gustaba.

Cuando miré hacia Seshomaru, sus cejas se dispararon por mi elección de asiento, pero no quería sentarme a su lado. Balbucearle mis secretos a me ponía nerviosa y quería hablar desesperadamente con mi mejor amiga. Así que, hice una nota mental para llamar a Sango desde el teléfono de la habitación cuando regresáramos.

Mi pobre celular estaba probablemente en el vientre de algún pez en este momento o pudriéndose en el fondo del océano. Suspiré pesadamente y dejé caer mi cabeza entre las manos, deseando que el tiempo fuera más rápido.

Estiré rápidamente mis piernas hacia delante para intentar escuchar la
conversación de mi madre que parecía interesante. Por desgracia, el rugido del motor disminuía cualquier cosa que fuese capaz de entender. Seshomaru y Inuyasha discutían sobre algún partido de fútbol, que me aburría hasta el infierno. Así que, decidí concentrarme en mi madre y sus amigas.

Mi cabello revoloteaba por todos lados y mi camiseta se levantaba por la fuerza del viento. La sujeté con una mano y con la otra me sujeté mí cabello en un moño desordenado por el resto del viaje, preguntándome sobre qué estaría hablando mi madre.

Finalmente llegamos a Santo Thomas después de dos horas de haber tenido
nuestra aventura en la isla y todos estábamos cansados. No podía esperar para regresar a mi habitación y tomar un baño caliente, llamar a Sango y suavizar mis labios con labial. Estuve a punto de romperme cuando mi llamada a fue directamente al buzón de voz.

Tuve que llamarla tres veces para contarle todo a la máquina que seguía cortándome. Así que, le dejé un mensaje detallado sobre todo lo que había ido cuesta abajo. Durante las cuarenta y ocho horas siguientes me las arreglé para evitar a ciertas personas como lo tenía planeado. Fui al centro e hice algunas compras con mi madre y sus amigas. Incluso alquilamos scooters y fuimos de arriba a abajo por la costa.

Una vez nos detuvimos en una pequeña casa de almejas y cenamos. Incluso
empecé a tener un poco de diversión saliendo sólo con las chicas. Por supuesto, Kikyo declinó, no quería dejar solo a Inuyasha; lo que es probablemente la razón por la que me la pasaba bien en primer lugar.

Unos días después, mientras paseaba, encontré el lugar más dulce de toda la playa. Una gran palmera se había inclinado tanto sobre su tronco, que podías sentarte sobre él. Colgaban cocos de sus hojas verdes. La otra parte perfecta es que se encontraba completamente sola. La arena caliente se colaba entre mis dedos mientras caminaba.

Por favor no lo cuentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora